Capítulo 72

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Tuvieron que separarme a la fuerza para que le dejara en paz, porque yo ya no era dueña de mí misma.
Ese traidor tenía la culpa de todo por lo que había pasado. Sin su intervención, quizá muchas de las personas que habían muerto seguirían vivas, y mi hermana no tendría que estar constantemente en la enfermería. Quizá la familia de Jamal y Nuria no habría fallecido. Quizá mis padres seguirían con nosotros.
Y él estaba sonriendo, tan tranquilo.
Quería golpear a ese imbécil hasta provocarle tanto daño que no pudiera volver a causar problemas.
Mientras Tony y Mary me sujetaban, pensé en que yo haría que viera mi rostro en cada una de sus pesadillas, y que no dejaría que olvidara mi nombre ni los crímenes que había cometido.
Al final, consiguieron arrastrarme hasta el patio interior, dejando a un Mario medio muerto (pego muy fuerte) en la puerta de la enfermería.
-Te has pasado. -Comentó Tony.
-Se lo merecía.
-No digo que no, pero te has pasado, creo que va a tener que quedarse en la enfermería un tiempo.
Ya os he dicho que pego fuerte.
-Mejor, así no molestará.
-Katie, las Supremas no dejarán pasar esta agresión tan grave. -Me dijo Marcco.
-Estoy segura de que las Supremas tienen asuntos más importantes de los que ocuparse.
-Solo... Ten cuidado.
-Marcco, no pasará nada. Se lo merecía, es un traidor, y estoy convencida de que pronto encontraremos pruebas contra él.
-Hermanita, no estoy yo muy segura de eso. -Me contestó Mary.
-¿Y por qué no?
-Como habrás podido comprobar, Mario no es tonto. Ha conseguido permanecer oculto durante mucho tiempo. No nos será nada fácil atraparle. -Suspiró.
-Tonterías. Debe de haber cometido algún error.
-Pues no. Mientras estabas fuera, investigamos todo lo que pudimos, y no ha dejado ningún rastro. -Dijo Marcco.
-¡Katie!
Nos giramos hacia el lugar del que venía la voz, y vimos a Félix correr en nuestra dirección.
-¿Qué pasa, Félix? -Pregunté, muerta de curiosidad.
-¿Es verdad? -Dijo casi sin aliento. -¿Es verdad que le has pegado una paliza a Mario?
-Sí, se la merecía.
-¡Ala! -Se sorprendió. -No creí que fuera cierto. Dicen que las Supremas están muy enfadadas.
-Te advertí.
-Cállate, Marcco. ¿Cómo es posible que se hayan enterado tan rápido? No hace ni diez minutos que ocurrió.
-Los rumores vuelan en la Fortaleza. Me han dicho que han ingresado a Mario en la enfermería, pero no lo sé seguro.
-Gracias por la información, Félix, avisanos si sabes algo más. -Dijo Marcco.
-¿Qué vais a hacer? Katie está en problemas, eso está claro.
-¡No me va a pasar nada! Además, ¿qué podrían hacerme?
Ninguno contestó, pero cruzaron unas miradas que me preocuparon. No tenía miedo de las Supremas, pero...
En ese momento, apareció el mensajero (sí, el mismo que pronuncia mensajes cortísimos y luego se va), y se dirigió hacia mí.
-Las Supremas la esperan en su despacho. -Anunció.
Y se fue, claro.
-Katie... -Dijo Tony, preocupado.
-No me pasará nada. Querrán saber lo que ha pasado, eso es todo.
-Vale... Nosotros te esperaremos aquí, cuando acabes con las Supremas, vuelve y cuéntanos lo que te hayan dicho. -Dijo Mary.
-Estaré aquí en unos minutos, no os preocupéis.
Dicho esto, me marché del patio interior, y me dirigí al despacho de las Supremas tan rápido como pude.
Al llegar, toqué a la puerta y una voz me respondió desde dentro.
-Entra, Katie. -Se oyó decir a la Suprema de luz.
Entré, y vi que, como de costumbre, las dos Supremas estaban sentadas en sus tronos, mirándome fijamente.
-Katie, seguro que sabes por qué te hemos mandado que vinieras.
-Mejor dejémonos de estupideces y vayamos al grano. -Le cortó Miranda, con pinta y voz de estar muy enfadada. -¿Puedes decirnos por qué has atacado de esa manera tan brutal a un compañero inocente?
-Señorías, tengo una buena razón para hacer lo que hice. Mario no es inocente. Estoy segura de que es el traidor que se oculta aquí en la Fortaleza.
-Eso son tonterías. -Contestó Miranda.
-¡Es la verdad! -Me defendí. -No tengo pruebas, pero tienen que confiar en mí.
-Convéncenos.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora