Capítulo 50

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En seguida nos pusimos a pensar en lo que podíamos hacer para rescatar a mi hermana, y al final, conseguimos tener algo parecido a un plan.
Teníamos que seguir buscando en los lugares que nos quedaban. Si nos habían atacado de repente, era muy probable que estuviéramos cerca de su guarida, y no podíamos rendirnos cuando estábamos tan cerca. Además, si encontramos la guarida, encontraríamos también a Jane. ¡Era perfecto! Pero aún nos faltaba encontrar la guarida.
Supusimos que estaría (obviamente) en uno de los cuatro cuadrados que nos faltaba por investigar, así que decidimos continuar con nuestro registro por equipos al día siguiente, y después, si no habíamos encontrado nada, buscaríamos todos juntos en la zona que les tocaba a Meg y Esther, que no estaban en condiciones de seguir con la misión (yo pensé que lo más probable es que la guarida estuviera en su zona, por la ley de Murphy. Si tienes que encontrar algo, estará en el último sitio en que mires).
Así que al día siguiente, Míriam, Jamal y yo nos pusimos en marcha hacia nuestra última zona, y pronto quedó claro que nos estábamos acercando a el escondite de los luciérnaga. Por todas partes se podían apreciar restos de su magia, y no hacían falta los poderes de Jamal, porque se veían a simple vista. Cosas como un gato volador, basura que brilla, palomas con dos cabezas... Todo eso parecía normal en ese barrio. No sé cómo la gente que vivía allí no se extrañaba de las cosas tan raras que pasaban.
En fin, que acabamos siguiendo el rastro de la magia amarilla por las calles de nuestra zona, hasta llegar al punto donde se unían las cuatro partes del cuadrado en que los equipos teníamos que buscar.
Volvimos al piso, listos para comprobar si a los demás les había pasado lo mismo que a nosotros, o si habían encontrado algo más.
Cuando llegamos, vimos que éramos los primeros en llegar (dejando de lado a Esther y Meg, que llevaban allí todo el día), así que nos calentamos unas sobras de pizza y nos sentamos a esperar. Tiene gracia el comprobar las cosas de las que te acuerdas cuando pasa un tiempo. Yo he olvidado muchas cosas (véase el capítulo anterior para ver ejemplos), pero me acuerdo perfectamente de esa pizza. Hacía unos dos días que la habíamos pedido, y había habido una verdadera pelea por los ingredientes. Al final pudimos amordazar a Tony, quién la quería con piña, y acabamos pidiendo una de pepperoni.
Mientras comíamos la pizza, llegaron Tony, Mary y Erick, que, por lo que nos contaron, solo habían visto lo mismo que nosotros. Un rastro de magia luciérnaga que los llevó hasta el lugar donde se unían los cuatro cuadrados.
Ellos también se sirvieron pizza, y luego se sentaron a esperar con nosotros.
Un rato después, llegó el último grupo, compuesto por Mireia, Tanya y Nuria, quienes corrieron hacia nosotros nada más pusieron los pies en el suelo.
-Adivinad que tenemos. -Canturreó Mireia.
Nosotros nos encogimos de hombros.
-¿Otro gato? -Dije.
-Espero que no, el que tenemos ya es suficiente. -Me contestó Jamal.
La verdad es que el gato se las había arreglado en dos días para arañar todos los muebles de la casa y orinarse en todos los rincones (no teníamos caja de arena).
-No, no es otro gato. Es...
-¡Un mapa! -Tanya interrumpió a su madre.
-¿Otro? -Se extrañó Míriam.
-Sí, otro. No lo hemos mirado bien, pero creo que está en lengua luciérnaga. ¿Alguien sabe hablarla?
Míriam se adelantó.
-Yo sé. Dame eso.
Tanya le dio el mapa, y Míriam lo puso encima de la mesa.
-Sí, es lengua luciérnaga. Este mapa muestra la ubicación exacta del cuartel de los luciérnaga.
-¿Y bien? ¿Dónde está? -Preguntó Nuria.
-Pues en el cuadrado que nos queda, claro.
¡Ley de Murphy! Si algo puede salir mal, saldrá mal. Si estás buscando algo, estará en el último sitio en que busques. Nunca falla.
-Pero esto que dice es bastante interesante... Lo que hay en el cuadrado no es el cuartel, si no una puerta que lleva hasta la verdadera ubicación del cuartel.
-¡¿Tenemos que buscarlo otra vez?!
Sí, esa fui yo.
-No estoy segura... No lo dice muy claro. Pero lo que sí que creo es que deberíamos quedarnos aquí hasta que Esther y Meg se recuperen del todo. Necesitaremos toda la ayuda posible, y no podremos hacerlo si ellas están convalecientes.
-¡No! ¡Tenemos que ir a por Jane! Quién sabe lo que le estarán haciendo ahora mismo. No podemos entretenernos. -Dije.
Pero, para mi sorpresa, mis hermanos no me secundaron. Jamal y Nuria fueron los únicos que parecieron estar de acuerdo conmigo, lo que solo hizo que tuviera aún más ganas de correr en busca de mi hermana. Ellos sabían por lo que ella estaría pasando.
Mary se acercó a mí.
-Katie... Míriam tiene razón, necesitamos que Esther y Meg se recuperen antes de ir a ningún sitio. Si fuéramos ahora, no estaríamos haciendo ningún bien a Jane.
Al final tuve que ceder, y quedamos en quedarnos entrenando (yo y Tanya mirando) hasta que nuestras compañeras se recuperaran.
Por último, Mireia sonrió.
-Bien, ¿queda pizza?
-Lo siento, hermanita. Nos la hemos acabado, pero creo que queda ensalada.
-¡Nooooooooo!
Y no pude evitar reír.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora