Capítulo 52

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Terminamos de cenar con el ánimo sombrío, y luego decidimos irnos a las habitaciones, porque nadie parecía tener ganas de quedarse en el salón.
Así que Esther, Tanya y yo nos fuimos al cuarto que compartíamos. Creo que ellas se quedaron hablando hasta tarde, pero no lo sé seguro, porque yo me dormí nada más tocar la almohada.
Me despertaron unos ruidos que venían de el salón. Cuando miré el reloj de pulsera que me había comprado Tanya vi que eran las tres y media de la mañana, y eso me extrañó. ¿Quién podría estar en el salón a esa hora?
Me levanté y me dirigí silenciosamente hacia el salón, para ver que pasaba.
Allí vi a Jamal y Nuria, sentados en la mesa, bebiendo algo de unas tazas. Me planté delante de ellos para preguntarles que les ocurría.
-¿Chicos? ¿Qué estáis haciendo? Son las tres y media de la mañana.
Nuria me miró, pero Jamal parecía como hipnotizado observando el contenido de su taza.
-Yo me he despertado hace poco, y no conseguía volverme a dormir, así que vine aquí para prepararme una valeriana. Y a él me lo he encontrado así. No he conseguido que hable, solo que acepte la infusión.
-Vaya, siento mucho que no puedas dormir. ¿Tienes alguna idea de lo que le ha pasado a tu hermano?
-Él tampoco podía dormir, estoy segura. Nos pasa mucho últimamente.
-¿A qué te refieres?
-Es por tu hermana, Jane. Lo de que la hayan atrapado nos trae recuerdos, y no son precisamente buenos. Cuesta dormir con ellos en la cabeza, y para Jamal es aún peor.
Mientras Nuria decía esto, Jamal dejó en la mesa su taza, se levantó y desapareció dentro de su habitación. Yo me senté.
-¿Por qué es peor para él?
-Jamal es talentoso, no como yo. Desde pequeño ha tenido un don especial para la magia, e incluso los hechizos más difíciles le resultaban fáciles de hacer. Cuando los luciérnaga se dieron cuenta, comenzaron a experimentar con él más a menudo, y con experimentos más fuertes. Ni siquiera sé la mayor parte de lo que le hicieron, porque Jamal nunca habla de ello.
-Debió de ser muy duro...
-Lo fue. Ya debes de saber que sus asquerosos experimentos nos dejaron secuelas. Bueno, pues a él le dejaron muchas más que a mí. Yo solo tengo unas pocas, pero él tiene un montón, y aunque no lo diga, estoy segura de que carga con mucho dolor.
-¿Se te ocurre algo que podamos hacer para ayudarlo?
-No acepta ayuda, es así de orgulloso. Y créeme, lo he intentado.
-¡Pero tiene que haber algo! No puede quedarse así...
-Normalmente está bien, pero hay veces, como ahora, que parece que se aleje de la realidad. Me duele mucho verle así. ¡Soy su hermana mayor, debería cuidar de él! Pero no sé que hacer.
-¿Quizás podrías hablar con él? Ya sabes, decirle que estás preocupada y esas cosas.
-Ya lo he probado, lo he probado todo, pero huye del tema. No sé si es porque le duele hablar de ello o porque es más tozudo que un mulo. Da igual lo que haga, no quiere decir nada sobre eso. Incluso suele ocultar a la gente lo que nos pasó hasta que no tiene más remedio que contarlo. Y si dice algo, se deja la mayor parte. Sólo suele contar que pasamos un tiempo secuestrados con los luciérnaga, y que hicieron unos experimentos con nosotros. Nada más. ¿Sabías que nuestros hermanos también fueron secuestrados? Murieron todos. Y voy a adivinar, eso no te lo había dicho.
-Pues la verdad es que sí que me lo dijo... Y también me contó lo que le pasó a Irina.
-¿En serio? -Nuria se mostró sorprendida. -Eso es que le caes bien, porque nunca dice nada sobre eso. Yo no he podido hablar con él sobre mis hermanos desde que murió Irina. La verdad, creo que tienes un efecto especial sobre nosotros, yo tampoco suelo hablar mucho de esto, pero aquí estoy, contándote todos mis problemas.
Nuria me sonrió, y yo le devolví la sonrisa.
-Bueno, me han dicho muchas veces que se me da bien escuchar. Así que seguramente será eso.
-Sería bueno que consiguieras que Jamal se abriera un poco. Desde que murió Irina no ha vuelto a ser el mismo, se llevaba muy bien con ella. La verdad es que ha cambiado mucho desde que nos secuestraron. Antes era un chico encantador. Cuando éramos pequeños era el favorito de todo el mundo, siempre sonriendo, siempre con ideas brillantes. Era el más talentoso de todos, y se pasaba el día pegado a Irina. La adoraba. Cuando nos secuestraron se volvió más serio, más sombrío, e intentaba protegernos a todos, aunque eso significara que a él le hicieran más daño. Pero... No sé cómo explicarlo. Cómo que aún parecía tener algo de esperanza, una especie de brillo especial. Y cuando murió Irina lo perdió. Me rompe el alma verle así y comprobar cómo ha cambiado desde entonces.
Estuvimos un rato sentadas en silencio, hasta que Nuria volvió a su habitación.
Yo me quedé ahí, pensando, hasta que amaneció.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora