Capítulo 48

3 0 0
                                    

Seguimos buscando sin descanso, intentando recuperar el tiempo que habíamos perdido hablando con Sofía, quién a partir de ahora no me recordaría. Era un alivio, y una cosa menos de la que preocuparme.
Luego volvimos al piso franco, y nuestros demás compañeros nos confirmaron que ellos tampoco habían encontrado nada útil, pero seguimos sin desanimarnos. Aún nos quedaban dos zonas por investigar a cada grupo, y en cualquier momento podríamos tropezar con la ubicación que buscábamos. Y yo cada vez me llevaba mejor con mis compañeros de grupo, lo que estaba genial.
Al día siguiente, volví a levantarme antes del amanecer, y me fui a través del portal con Míriam y Jamal.
El día fue bastante aburrido, sin acontecimientos de importancia, hasta que llegamos a el piso. Pero eso ya llegará.
Seguro que ahora estáis pensando algo como "¿de qué vas? ¿En serio vas a contarnos tu aburrido día en vez de lo que os pasó al volver a vuestro refugio?". Pues sí. A ver, no voy a contaros los detalles porque supongo que os iríais de aquí rapidísimo, y no volveríais nunca jamás, pero algo sí que os contaré. No sé, tengo la sensación de que debería contaros un poco lo que pasó en esos días de mi vida, y sí que pasó una cosa medianamente interesante, y que me permitió ver una cara de Míriam que no conocía. Y todo por un gato.
Estábamos acabando con la búsqueda de ese día, y ya íbamos (bueno, Míriam iba) a invocar el portal, cuando de pronto notamos que algo se agitaba en unos matorrales detrás nuestro. Rápidamente, nos preparamos para luchar, pero resultó que solo era un minino.
Jamal y yo nos relajamos al verlo, pero Míriam soltó un grito enorme y se abalanzó sobre el gato. Tardamos un poco en darnos cuenta de que no era un grito de miedo o dolor, si no de alegría.
Cuando nos acercamos un poco, pudimos ver a Míriam acariciando al gato, cosa que parecía gustarle (al gato, no a Míriam, aunque a ella también).
-¿Quién es el minino más bonito del mundo? Tú lo eres, sí que lo eres.
A mí su forma de hablar no me parecía la que se usaría normalmente con un gato, pero decidí no juzgarla.
-¿Míriam? ¿Qué estás haciendo? -Dije.
-¿Es que no lo ves? Este gatito debe de estar perdido, está mojado y seguro que también hambriento. Le estoy consolando y dando cariño. ¿Verdad, bonito?
Jamal decidió intervenir.
-No sabía que te gustaban los gatos, ¿alguna vez has tenido alguno?
-Cuando era pequeña mi hermana y yo teníamos uno. Se llamaba Satán, pero creo que el nombre era irónico, porque era un gato muy bueno.
Yo la miré asombrada.
-¿Quién le pone de nombre a su gato Satán?
-Fue idea de Mireia, a mí no me mires.
Jamal intervino de nuevo.
-¿Qué le pasó a tu gato?
-En realidad nada. Se murió, como todos los seres vivos del mundo. Pero tengo muy buenos recuerdos suyos, y a mí y a Mireia nos siguen encantando los gatos. Creo que me voy a llevar a este pequeñín al piso, a mi hermana le gustará.
Así que nos llevamos al gato al piso.
Cuando entramos vimos que solo faltaba por llegar el equipo de mi hermana Mary, y que todos los demás estaban cenando en el salón mientras miraban la televisión. Al ver al gato, Mireia saltó del sofá y se lanzó a acariciarle.
-¡Un michi! ¿De donde lo habéis sacado?
-Nos lo hemos encontrado, y como parece hambriento, lo hemos traído.
-Y ha sido una idea genial. Voy a traerle enseguida algo de comer.
Dicho esto, desapareció en la cocina, y volvió un poco después con un pescado. El gato se lo comió de tres bocados y luego se echó a dormir, así que decidimos cenar nosotros también.
Un rato después, mientras veíamos la televisión y esperábamos al grupo que faltaba, oímos un ruido muy fuerte detrás de nosotros. Nos levantamos y nos preparamos para luchar, y entonces vimos a Meg y a Esther tiradas en el suelo, cubiertas de heridas.
Rápidos como el rayo, fuimos a ayudarles.
-¿Qué os ha pasado? -Preguntó Mireia.
Esther estaba medio inconsciente, pero Meg pudo contestar.
-Nos atacaron... No pudimos defendernos...
En ese momento me di cuenta de algo que me heló la sangre en las venas.
-¿Dónde está Jane?
Meg me miró con tristeza.
-No pudimos hacer nada...
En ese punto, Mary estaba casi histérica.
-¡¿DÓNDE ESTÁ?! -Gritó.
-Se la han llevado. Se la han llevado, y nos hemos podido hacer nada.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora