Capítulo 69

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Después de unos momentos, nos separamos, y Jamal recogió la piedra.
En el momento en que la tuvo en su mano, dejó de brillar, y la extraña sensación de tristeza desapareció, como si nunca hubiera existido. Aún así, me sentí una cobarde al pasar al lado de las brillantes paredes, porque agaché la cabeza para no verlas. Temía que si levantaba la mirada, me encontraría de nuevo con los rostros de mis seres queridos.
Volvimos con los demás, quienes se alegraron al vernos aparecer con la piedra, pero no hicieron ninguna pregunta. Supongo que algo en nuestras caras se lo impidió, y nosotros lo agradecimos. No era un momento para hablar.
Volvimos a el avión, y decidimos postergar la partida hasta el día siguiente, porque todos estábamos agotados, y no teníamos ganas de enfrentarnos a una reunión con las Supremas.
Al día siguiente, me desperté un poco más tranquila, y dispuesta a volver a la Fortaleza.
Rápidamente, nos encaminamos hacia allí (las coordenadas estaban indicadas en el pergamino de Jamal), y aparcamos nuestro avión al lado de la barrera. Entramos en la Fortaleza, y en un instante teníamos un pequeño ejército de mensajeros, ayudantes y curiosos que se agolpaban a nuestro alrededor, como polillas atraídas por una luz brillante. Pero nosotros los ignoramos, porque el mismo mensajero que nos despidió al marcharnos, nos recibía ahora con un comunicado.
-Sus señorías, las Supremas de luz y oscuridad, desean verles cuanto antes en su despacho. -Dijo.
Y se fue, al igual que la otra vez. Qué cara más dura tenía ese tipo.
En fin, que íbamos a ir al despacho, cuando oímos una voz.
-¡Chicos! ¡Habéis vuelto!
Nos giramos, y vimos a Mireia venir corriendo hacia nosotros.
-¡Hola, Mireia! -Dije. -¿Cuándo llegaste? Creía que aún estabas en tu mansión.
-Llegué ayer mismo. Me avisaron de que no tardaríais en llegar, y quería estar presente. Porque soy VIP, no como todos estos que os están siguiendo casi como perros hambrientos. -Bromeó. -Me lo vais a contar todo, ¿no?
-Por supuesto. -Contestó Nuria mientras acariciaba al gato que Mireia tenía en sus brazos.
¿Os habíais olvidado de él? Seguro que sí.
Mireia había decidido adoptarlo, y por lo que vimos, se lo había llevado a la Fortaleza.
-Tenemos que irnos. -Dijo Jamal, tajante.
Y empezó a andar hacia el despacho. Los demás le siguieron, un poco indecisos, y lanzando miradas de disculpa a Mireia.
-Te lo contaré todo, te lo prometo, pero ahora nos están esperando las Supremas. -Dije. -Nos vemos luego, ¿vale? Y trae a los demás, seguro que querrán oír lo que hemos encontrado.
Me separé de mi amiga y su gato, y fui detrás de mis compañeros.
Cuando llegamos al despacho de las Supremas, las encontramos esperándonos sentadas en sus tronos. (Tengo la impresión de que eso ha sonado mal, pero ahora no caigo en el por qué)
Miranda empezó a hablar con voz grave.
-Bienvenidos de nuevo, jóvenes magos, e immaga.
Auch, eso fue un golpe bajo. Lo recuerdo y aún duele.
-En una situación normal, haríamos caso a las formalidades, y os daríamos la bienvenida como sin duda os merecéis, pero consideramos que en este momento hay un asunto más importante que tratar. ¿Habéis conseguido hallar los cuatro objetos?
Cómo respuesta, Esther mostró el látigo que llevaba colgando del cinturón, y Nuria y Jamal sacaron de sus bolsillos el brazalete y la piedra.
-Es verdaderamente impresionante, pero yo aquí solo veo tres objetos, y habían cuatro. -Dijo Soraya.
-El cuarto es este águila. -Respondió mi hermano, señalando al pájaro posado en su hombro. -Es el "Vuelo de la verdad". Pero no creo que pueda entregárselo. No quiere dejarme, desde que lo encontramos ha estado a mi lado. Creo que me ha tomado cariño.
-No te preocupes por eso, Tony. No tenemos intención de quitarte el "Vuelo de la verdad". Es tuyo.
-¿A qué se refiere, su señoría? -Preguntó Nuria, mirando a la Suprema de luz.
-Me refiero, mi querida niña, a que solo las personas a las que están destinados los objetos son capaces de encontrarlos. ¿Es que no recordáis la leyenda? Son vuestros, para que aprendáis a utilizarlos con sabiduría y prudencia. Esperamos que los uséis para el bien de nuestra gente.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora