Capítulo 53

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Una semana después, Meg y Esther ya estaban completamente recuperadas, y nosotros estábamos listos para continuar con la misión, por lo que recogimos las pocas posesiones que teníamos en el piso franco y nos pusimos en marcha.
En teoría teníamos que seguir el mapa, pero no hacía falta. El rastro de magia luciérnaga se hacía más y más claro cuánto más nos acercábamos. Y el rastro terminaba en una alcantarilla.
Os explico. Seguimos el rastro hasta que llegamos al centro del cuadrado, y allí nos dimos cuenta de que desaparecía debajo de unos arbustos de flores, en medio de una rotonda.
Como el rastro se perdía ahí era lógico pensar que había algo debajo, así que destrozamos un poco el arbusto. Y debajo había una tapa de alcantarilla, que parecía normal a simple vista, pero si te acercabas podías comprobar que la tapa tenía cosas escritas en un idioma que no reconocerías. Sí, lengua luciérnaga. Según nuestra experta en lengua luciérnaga (Míriam), no ponía nada relevante, solo la típica advertencia en plan: si entráis aquí moriréis sin remedio, estáis avisados, bla bla bla.
Pero como nosotros pensábamos entrar de todas formas, no le dimos importancia. 
Creíamos que lo que parecía una alcantarilla resultaría ser la entrada que necesitábamos, pero nos llevamos una decepción, porque era una alcantarilla como otra cualquiera. Pero no pasa nada, pensamos. La entrada estará en la alcantarilla. (Si hay algún mago luciérnaga leyendo esto, tengo que decirle que esa entrada es un asco. Por favor, poned un ambientador al menos)
Antes de entrar, me acerqué a Nuria y Jamal, quienes estaban un poco apartados del resto.
-Chicos... No tenéis por qué hacer esto si no queréis. No podemos pediros que volváis a entrar en una base luciérnaga después de lo que os pasó, no sería justo.
Ambos me miraron, Nuria agradecida y Jamal sorprendido.
-No, está bien. Nos han entrenado para esto, es el objetivo de la misión. Y además, hay que salvar a Jane. -Jamal sonrió para demostrarnos que estaba bien. -No podemos dejar que le hagan daño.
Asentí con la cabeza, animada ante la perspectiva de no tener que dejar atrás a los que ya consideraba mis amigos.
Entramos tras los demás en la oscura y maloliente alcantarilla, y enseguida los magos de luz presentes invocaron un hechizo de luz, mientras Tanya contribuía con la luz de su móvil.
Jamal nos indicó el camino en el que había más presencia de magia y empezamos a caminar, pensando en el lugar al que nos dirigíamos y rezando por qué lo de los cocodrilos de las alcantarillas solo fuera un mito.
Continuamos así una media hora, con Nuria y Jamal a la cabeza, mostrándonos el camino a seguir en cada cruce que nos encontrábamos. Ahora que lo pienso, creo que no podríamos hacerlo hecho sin ellos, por lo que es un alivio que decidieran continuar con la misión. Sin ellos habríamos estado perdidos.
Entonces la alcantarilla cambió.
Era diferente, en el sentido de que las aguas residuales desaparecieron, el olor se esfumó y las paredes se volvieron de un color amarillo brillante que hacía daño a la vista.
Y luego empezaron las trampas.
A cada paso que dábamos teníamos que tener muchísimo cuidado, porque si pisabas en el lugar equivocado saltaban un montón de trampas. Creedme, salimos vivos de allí de milagro.
Empezó con un hacha voladora que estuvo a punto de cortarle la cabeza a Mary, por culpa de que había apoyado la mano en la pared. Luego hubieron flechas, piedras gigantes, trampillas, etc. Y acabamos con solo unos moratones, así que... Menuda suerte.
Después de un rato de eludir trampas, llegamos al final de la alcantarilla, donde había una extraña puerta de oro con unos escritos en lengua luciérnaga a su lado. Nos acercamos, y vimos que la puerta estaba cerrada.
Mireia nos apartó.
-Abrid paso a la profesional. -Dijo. Y lanzó un hechizo que creo que tenía que abrir la puerta, pero que no hizo nada.
Mireia se apartó de mal humor, y Míriam ocupó su lugar.
-A ver... Aquí dice que para abrir la puerta hay que decir la contraseña.
-¿Cuál es? -Preguntó Mary.
-No tengo ni idea, pero aquí está escrita una adivinanza, quizás la respuesta sea la contraseña.
-¿Puedes leerla? -Pregunté.
-Pues claro. Dice así: Es de colores y no la ves, ilumina todo el mundo, brilla en lo profundo, y letras tiene tres.
-¿Y ya está? Es muy fácil... -Dijo Jamal.
-Sí, es obvio que es la luz.
Nada más pronuncié la palabra "luz", se oyó un ruido muy fuerte.
La puerta se abrió.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora