Capítulo 70

4 0 0
                                    

-¿Está usted diciendo que los objetos más poderosos del mundo son nuestros? ¿Propiedad de unos chavales menores de edad? -Preguntó Esther, atónita.
-Sí, Esther. Vuestros. -Respondió Miranda. -Aunque a decir verdad, no son los más poderosos del mundo. La Oscuridad Luminosa es el objeto más poderoso. Y ese si que no se lo dejaríamos a cualquier niño. Bien, podéis retiraros.
Pero no nos movimos del sitio. Había algo que no teníamos claro.
-Señorías... -Dije. -¿Puedo preguntarles una cosa?
-Adelante. -Aceptó Soraya.
-¿Por qué me mandaron a esta misión? Solo hacían falta cuatro personas, y además soy una immaga, por lo que no puedo servir de mucho... Pero podía ver la luz que emitían los objetos, y no sé por que razón. ¿Sabían ustedes que iba a pasar eso?
-Teniamos una corazonada, sí. No pareces ser una immaga normal, y quisimos ponerte a prueba mandándote a esta misión. Pero no sabemos más. No conocemos el motivo por el que pudiste ver las luces, o por qué se desintegró el hechizo que lanzó Jane al principio de vuestra estadía. El hechizo no se deshizo solo, Katie. -Dijo Soraya. -Y ninguna persona allí presente lo pudo detener. Algo ocurrió, y aún no hemos descubierto el que. Hay muchos interrogantes acerca de tu persona, querida. Ahora sí, marchaos, debemos deliberar.
Nos fuimos del despacho, en dirección al patio interior, donde supusimos que estarían nuestros amigos. Y sí, allí estaban, esperando para que les contáramos todos los detalles de nuestra misión. Mary, Jane, Mireia, Míriam, Marcco y Félix.
-¡Venga, venga, venga! -Dijo Mary nada más nos vio aparecer. -¡Contad todo lo que os haya pasado! No quiero que os dejéis nada.
-Yo quiero una explicación de por qué Tony parece un pirata.
Todos miramos confundidos a Jane.
-Por el pájaro del hombro. -Explicó.
Sonreí. Era bueno ver que a Jane le quedaba sentido del humor. Se notaba que estaba recuperándose rápidamente.
-Pues veréis...  -Comencé. Y un rato después, ya estaban puestos al día de los últimos acontecimientos. Bueno, salvo de lo que pasó cuando encontramos la "Luz de amargura". Nuestros compañeros intuían que había algo más de lo que les habíamos dicho, pero respetaban que no quisiéramos hablar de ello.
-Vaya, menuda historia. -Dijo Mireia.
-Pero, ¿un pájaro? -Preguntó Míriam, con pinta de estar confundida. -¿Un pájaro? ¿Por qué un pájaro?
-Créeme, no eres la única persona que se lo ha preguntado. -Respondió mi hermano. -Pero es así, no podemos hacer nada, y te aconsejo que no te rompas la cabeza con el tema, porque no creo que consigas nada. Es un pájaro, no hay más secreto que ese.
-Pues vale.
-Yo creo que mi gato es mucho mejor que ese bicho. -Dijo de pronto Mireia, sobresaltándonos. -¿Verdad que sí, Tefuel? ¿Verdad que sí, bonito?
-¿Tefuel? -Pregunté, extrañada.
-Es su nombre. -Respondió Mireia muy tranquila.
-¿Te extraña? Ya te conté que al gato que teníamos de pequeñas le llamó Satán. -Dijo Míriam.
-¿No crees que es un nombre un poco raro, Mireia? -La interrogó Jamal.
-¿Raro? ¿Por qué? Es un nombre como cualquier otro. Y además, tú no puedes opinar sobre esto, te llamas Jamal. -Respondió Mireia, muy ofendida.
-¡Es un nombre perfectamente normal! ¡Solo está en otro idioma! ¡Es un nombre muy común!
-Sí, ya, claro.
-Bueno, bueno, que haya paz. -Dijo Míriam. -Mireia, deja de meterte con los niños, no han insultado a tu gato.
-A mí me parece que sí.
-Pues no lo han hecho, así que no tienes ninguna razón para pelearte.
-Vale. -Refunfuñó Mireia.
-Así está mejor. Venga, si te portas bien, luego te preparo un café.
-¿Sin leche ni azúcar? -Contestó ella, con los ojos iluminados de ilusión.
-Sin leche y sin azúcar.
-Vale, niños, acabemos rápido. -Dijo levantándose de golpe. -Tu águila es bonita, mi gato también. Tu nombre es normal, el de mi gato también. ¿Lo habéis entendido?
-En realidad, el nombre de tu gato sigue siendo raro. -Dijo Jamal.
-¿Lo. Habéis. Entendido? -Pronunció Mireia, muy despacio y con un tono peligroso.
Nosotros asentimos, algunos con miedo, otros con indiferencia, y otro con visible mal humor (adivinad quién).
-¡Perfecto! Venga, hermana, me has prometido un café. Y espero que le eches un chorrito de vodka.
Yo y mis hermanos hicimos un signo de asco, mientras Marcco ponía los ojos en blanco y Mireia arrastraba a su hermana fuera del patio interior.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora