Capítulo 74

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Lo de ayudar en la cafetería resultó estar mucho mejor de lo que cualquiera podría pensar. Me entretuvo tanto, que aún cuando ya había cumplido mi condena, seguí yendo a ayudar. No tenía otra cosa mejor que hacer, y así me ocupaba en algo útil.
Los empleados de cocina incluso empezaron a bromear con que tenían que contratarme.
Vale, ahora es el momento de confesar.
Me planteé seriamente lo de ser contratada en la cafetería de la Fortaleza. Pensé que así podría quedarme cerca de mi familia por más tiempo, porque todos sabemos que la única razón por la que me permitían estar en la Fortaleza era porque no tenía más familia que la que estaba ahí dentro. Deprimente pero cierto. Seguramente, en cuanto cumpliera la mayoría de edad en unos años me echarían a patadas. Y ser contratada como personal en la Fortaleza parecía un buen modo de evitarlo. Si no fuera por lo que pasó después...
Habían pasado tres semanas desde que habían encerrado a Mario, y yo me dirigía a la cafetería como todos los días. Nada más entrar, vi a una amiga que había conocido allí, Ana, que estaba poniéndose un delantal.
-Ey. -Me saludó.
A Ana, como a mí, le gustaba ir a ayudar a la cafetería, pero tenía un pequeño problema.
-¿Me cambias el turno? Hoy me toca lavar platos...
Odiaba lavar los platos.
-No puedo estar lavando los platos por tí siempre. -Sonreí. -Además, quiero hablar con la jefa de cocina, y no puedo hacer eso sí estoy donde los lavaplatos.
-Aggggggh, está bien. Pero me debes una.
Y se marchó, dejándome sola.
"Bueno. -Pensé. -Será mejor que me ponga manos a la obra"
Fui a la cocina, donde tenía que ayudar ese día, y busqué a Rosa, la persona que estaba a cargo de la cafetería.
-Rosa...
-¿Qué pasa, Katie? -Me preguntó, amable. -¿Hay algún problema?
-No, en absoluto. Solo quería decirle que mañana es el cumpleaños de mis hermanas.
-¿En serio? No me acordaba, gracias por avisarme. No me perdonaría jamás si no las felicitara. ¿Sabes de qué sabor quieren la tarta?
Eso era lo bueno de Rosa, siempre estaba dispuesta a ayudar, y pillaba las cosas a la primera.
-De manzana y chocolate. Es la favorita de mis hermanas.
-Me pondré a ello esta misma tarde.
-¡Eres la mejor! -Dije, abrazándola.
-Todo sea por mi chica favorita. -Replicó despeinándome con cariño.
-Que sepas que estás invitadísima a la fiesta de mañana. Pero cuidado, es una sorpresa, y no queremos que se enteren antes de tiempo.
-Estaré muda como una tumba. -Me prometió.
-¡Eso espero! Si no tendría que matarte. -Bromeé.
-Anda, ve a trabajar.
Y así lo hice.
Me pasé el resto del día sirviendo comidas a los magos de por allí, y solo cuando ya se había acabado la cena, pude irme.
Estaba tan agotada que me quedé dormida nada más tocar la almohada.
Al día siguiente, no fui a la cafetería. Tenía que ayudar en otra tarea muy distinta, y esta era preparar una súper fiesta sorpresa para mis hermanas mayores. Esa fiesta tenía que levantarle el ánimo a Jane, quién no había estado muy feliz en las últimas semanas.
Y mis amigos y yo empezamos a organizar.
Conseguimos una sala muy grande que no se utilizaba para nada, y la adornamos por completo con banderines y adornos de cumpleaños. Pusimos una mesa enorme y llena de comida en el centro, y un recopilatorio de canciones muy bailables. Rosa se pasó una hora antes de la fiesta para avisarnos de que la tarta ya estaba lista, y para traer más comida (porque nos habían zampado la que había antes incluso de que empezara la fiesta).
Habíamos avisado a todos nuestros amigos, quienes empezaron a llegar poco después.
Abracé a Tanya nada más llegó. ¡Sí, le habían dejado entrar en la Fortaleza por el cumpleaños de Mary y Jane! Y estaba muy emocionada por ello. No paraba de mirar alrededor, y de preguntar un montón de cosas.
Cómo no, Mireia, Míriam y Tefuel (el gato) también estaban. Y Marcco, Nuria, Jamal, Meg, Erick, Tony, Baby Jack, Esther, Inés, Ana, su gemela Zoe, Félix, y otros muchos.
-¡Katie! -Félix se acercó a mí.
-Hola, Félix. ¿Qué te parece todo esto?
-Habéis hecho un trabajo increíble, a tus hermanas les encantará. Espero que todo salga bien hoy.
-¿A qué te refieres? -Pregunté, extrañada.
Pero no me contestó, porque en ese momento se abrió la puerta, dando paso a las cumpleañeras.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora