Capítulo 20

6 0 0
                                    

Decidimos que Tony intentaría averiguar más cosas sobre Esther, mientras Félix y yo investigábamos a los demás. Aún quedaban muchos sospechosos, y no creíamos tener mucho tiempo antes de que pasara algo grave. Veíamos las caras de los magos más experimentados, y solo encontrábamos preocupación. La fortaleza cada vez se quedaba más vacía, y nosotros no hacíamos ningún progreso, así que pronto nos dimos cuenta de que no podíamos hacerlo nosotros solos. Necesitábamos a alguien con experiencia luchando contra los magos luciérnaga.  Pero, ¿quién? Nadie nos creería si se lo decíamos. "La fortaleza es el lugar más seguro que podáis encontrar". Pero ya no lo era.

Nuestro problema de no poder contar con ningún adulto se resolvió casi por si solo.

Un día, estábamos Félix y yo en la biblioteca, revisando por décima vez todos los libros, cuando una voz me sobresaltó.

-¿Estudiando mucho? Buena idea. Yo no estudié, y ya me ves. Mejor no seguir mi ejemplo.

Me quedé de piedra al escuchar esa voz. ¡Mireia! ¿Qué hacía allí? ¿O era un producto de mi mente agotada? Seguramente esto último. No había dormido desde hace... Ni me acuerdo.          La voz cansada de Félix me sacó de mis pensamientos

-Mireia... ¿Qué haces aquí? Se suponía que tenías que quedarte en la ciudad.

¿Era cosa mía, o había desprecio en la voz de Félix? Y luego me quedé más sorprendida al comprobar que Félix la había llamado por su nombre, y que parecía conocerla. No solo eso, si no que no parecía muy sorprendido de encontrarla allí. ¡¿Qué estaba pasando?!

-Bueno, Félix, resulta que hay pocas unidades disponibles, y, como yo soy una luchadora experta, me han llamado a mí.

-¿No había nadie más?

-Emmm, no.

-¡¡¡¿¿¿Alguien me puede explicar lo que está pasando aquí???!!! ¡¿Qué hace Mireia aquí?! ¡¿De qué os conocéis?! 

-Querida, a estas alturas no debería sorprenderte nada, la verdad. Lo raro es que te sorprendas. Pero te lo explico. Mira, yo soy una maga de luz. Tu madre era una vieja amiga mía, y cuando murió tu padre, me enviaron a protegeros. Lo mismo cuando murió tu madre (cuantas muertes, ¿no?). Y, cuando os escapasteis, niña mala, fui yo quién llamó a mi hermana y a Marcco.

-Espera, espera. ¿Míriam es tu hermana?

-¿Te has quedado con eso? Si, lo es, pero no tiene importancia ahora. Lo importante es que ¡vuelvo a estar aquí después de tantos años! He dejado a Tanya en casa de mis padres y estoy lista para golpear a unos cuantos magos luciérnaga.

-Bueno, Mireia, estamos muy contentos de verte y todo eso, pero estamos algo ocupados.

No, no era cosa mía, Félix la miraba como a un bicho molesto.

-Espera, creo que Mireia podría sernos de ayuda.

-¿Tú crees?

-Emmm, niños. Sigo aquí.

-Bueno, Mireia. ¿Querrías ayudarnos con una investigación muy peligrosa?

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora