Capítulo 55

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El portal era diferente a todos los que había visto antes, en el sentido de que los que había visto con anterioridad eran o blancos o negros, y este era amarillo.
Lo cruzamos de uno en uno, y cuando todos hubimos llegado al otro lado, registramos el terreno por si habían trampas o algo parecido.
Habíamos aparecido en una especie de selva, pero no lo supimos en seguida, porque el portal estaba dentro de una cueva.
Cuando salimos, vimos que nos rodeaban los árboles, lianas y cosas así. Vimos incluso algún que otro mono, pero nada de bases secretas.
Estuvimos buscando durante varias horas, pero solo encontramos más árboles, más lianas, más monos, y cero escondites.
Y al final empezó a anochecer, y decidimos buscar un lugar seguro para pasar la noche, porque quién sabe que animales salvajes habría allí.
La cueva por la que habíamos llegado estaba descartada, porque en cualquier momento podría pasar por allí algún mago luciérnaga, y tampoco parecía seguro quedarse al aire libre.
Mientras estuviéramos en esa selva estábamos en peligro.
Después de mucho buscar, encontramos una cueva un poco más pequeña que la del portal, y nos dispusimos a debatir nuestros próximos movimientos.
-Hay algo raro en todo esto... -Dijo Jamal.
Su hermana le miró extrañada.
-¿A qué te refieres? -Le preguntó.
-No lo sé, solo tengo un presentimiento. Creo que se nos está escapando algo.
-¿Sientes algo de magia luciérnaga cerca? -Dijo Mireia.
-Sí, pero...
-Pues ya está. Eso es lo que importa en estos momentos.
-Yo también he notado algo raro. -Siguió Tony.
-¿Tú también? -Se exasperó Mireia.
-Sí, yo también. -Continuó mi hermano. -¿No os parece raro que tengan un portal si pueden teletransportarse a su base? Nosotros no podemos porque no sabemos exactamente dónde es, pero ellos sí, así que, ¿por qué poner un portal?
-¿Eso es lo que te extraña? Te recuerdo que en la Fortaleza tenemos algo parecido. No podemos transportarnos dentro de la barrera, pero sí fuera. Seguramente esta selva tenga una especie de escudo como el nuestro, por lo que nadie puede teletransportarse dentro. Y eso nos lleva a una conclusión. -Dijo Míriam.
-¿Cuál conclusión? -Pregunté.
-La guarida de los luciérnaga debe de estar cerca de la cueva en la que hemos aparecido.
-¿Por? -Dijo Esther.
-¿Qué sentido tendría que pusieran el portal lejos de la guarida? Me parece que sería algo bastante tonto, y no creo que los magos luciérnaga sean estúpidos.
Todos estuvimos de acuerdo con Míriam, y quedamos en empezar la búsqueda al día siguiente en la cueva del portal.
-Sigo diciendo que hay algo que no me gusta. -Dijo Jamal.
Pero nadie le hizo caso, lo cual le enfadó bastante, y solo hizo que me sintiera peor por no decir lo que estaba pasando por mi mente.
Y es que yo también había empezado a pensar que había algo que iba muy mal. Era solo una sensación, pero era persistente, y no me la podía quitar de la cabeza. Estaba segura de que nos estábamos perdiendo algo importante.
Y además, he de reconocer que echaba de menos a los amigos que se habían quedado en la Fortaleza, y estaba muy preocupada por mi hermana Jane. Pensaba que si Marcco o Félix hubiesen estado con nosotros, quizás no la hubieran secuestrado.
Y aunque sí que se la hubiesen llevado, seguro que Marcco tendría un plan genial para rescatarla, y Félix nos brindaría su apoyo incondicional. Los echaba de menos, y no era la única.
Míriam también echaba de menos a Marcco, Mary añoraba a Inés... Ya teníamos ganas de volver a la Fortaleza con nuestra gente.
Pensaba que no podría dormir por culpa de todos estos pensamientos que llenaban mi cabeza, pero dormí toda la noche, y cuando desperté, me sentía como nueva y con mucha confianza en el porvenir.

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora