Capítulo 39

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No podía creerlo. Había estado meses sin salir de la Fortaleza, sin ver el Sol, sin sentir un poco de aire fresco. (N/A: ¿Os suena de algo? Que asco de cuarentena.) Ahora estaba caminando por la calle y no conseguía comprender cómo había podido pasar tanto tiempo encerrada dentro de un puñetero edificio. En ese momento me parecía algo de locos, y pensé que no quería volver a estar nunca tanto tiempo sin estar al aire libre. También pensé que, si algún día me compraba una casa, sería en el campo, rodeada de naturaleza, muy lejos de la ciudad. Bueno, eso sí conseguíamos vencer a los magos luciérnaga y sobrevivir, que era una cosa un poco difícil.
Después de salir de la Fortaleza, pude ver más o menos dónde estábamos. Era un sitio lleno de plantas y flores, seguramente en una montaña, y no habían casas ni nada parecido en la zona. Sólo la Fortaleza y un montón de árboles.
Seguimos andando sin hablar, siguiendo a Míriam y concentrados en mirar el paisaje como si fuera la primera vez que veíamos el mundo exterior. Y hablando de eso...
Esther se me acercó muy emocionada.
-¡Esto es increíble! Todo esto es precioso. Eso son árboles, ¿verdad?
Me sorprendí.
-¿Nunca habías visto un árbol?
-La verdad es que nunca había salido de la Fortaleza. Nací allí, y mis padres murieron hace mucho, así que soy de las pocas personas que han vivido toda su vida allí. Creo que Mario también nació allí dentro, pero no estoy segura. Y luego Félix vino cuando éramos muy pequeños, así que siempre hemos sido como el trío de huérfanos de la Fortaleza... Esta es la primera vez que salgo. ¡Estoy tan emocionada!
No sabía que decir. Debía ser muy duro para ella haberse criado con esos dos y descubrir de golpe que uno es un traidor. Por no mencionar el asuntillo de que había estado toda su vida encerrada. ¡Por Dios, ni siquiera había visto un árbol nunca! Por suerte no tuve que contestarle, porque vio una mariposa y fue corriendo a contárselo a Tony.
Estuvimos andando durante unos minutos, y de pronto sentí como si hubiera atravesado una especie de membrana pegajosa y me tropecé, cayendo al suelo. Cuando miré a los demás, vi que les había pasado lo mismo a todos salvo a Míriam, quién estaba de pie mirándonos con cara de superioridad.
Tony fue el primero en ponerse en pie.
-¿Qué fue eso? -Preguntó.
-La barrera, obviamente. Nos protege de visitas indeseadas y de ataques de los magos luciérnaga. Es impenetrable salvo que tengas un permiso de las Supremas. Ni siquiera te puedes transportar dentro con magia, porque la barrera la bloquea. Esa es la razón por la que hemos andado hasta aquí, pero ahora abriré un portal que nos llevará hasta casa de mi hermana.
Dicho esto, cerró los ojos, alzó las manos y después de un instante, había un agujero de luz blanca del tamaño de una puerta delante de nosotros. Simplemente impresionante.
Uno a uno, fuimos atravesando el agujero, y al otro lado, estaba la entrada a la casa de Mireia. Cuando estuvimos todos a ese lado del portal, tocamos a la puerta, y al momento salió a recibirnos una entusiasmada Tanya, quién nos abrazó a todos en cuanto nos vio, incluidas Esther y Míriam, a quienes no había visto nunca.
-¡Chicos! ¡Qué contenta estoy de que estéis aquí! ¡Es increíble! ¡Casi no puedo creerme todo lo que está pasando! ¡Y además voy a participar en la misión! ¡Chicos, como os he echado de menos! ¡Y tú debes de ser Esther! ¡Me han hablado de tí! ¡Estoy segura de que seremos buenas amigas! ¡Y tú! -Se paró a mirar a Míriam -¡Tú eres mi tía Míriam! ¡Estoy super feliz de conocerte! ¡Oid todos! ¡Tenéis que ver la parte escondida de la casa! ¡No puedo creerme que mi madre me ocultara todo eso durante tanto tiempo! -Dijo riéndose.
Así era Tanya. Muy parecida a mi hermana Mary, la verdad.
Después de esta demostración de alegría, Tanya nos llevó adentro.
Al principio, yo no veía nada diferente a como estaba antes, pero todo cambió cuando Tanya abrió un armario de aspecto normal.
Detrás de esa puerta, no había nada "normal".

Oscuridad luminosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora