Capítulo 18

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Al fin luego de veinte horas de viaje, estábamos pisando tierra australiana. Llegamos a Whitehaven Beach. Tomamos un vuelo más para llegar, yo realmente no quería pero al tomar un ferri para llegar nos llevaría mas de treinta y seis horas. Y ya estaba demasiado cansado para ello. Ya luego tomaría un ferri pero ahora solo quería llegar a la habitación y dormir.

Volteé a ver a mi lado, y observe a Júpiter, muy entretenida en el paisaje mientras caminábamos hacia el hotel en el que nos íbamos a quedar.

- Hola buenos días, en qué puedo servirles. – dijo la recepcionista con una sonrisa.
- Hola, tenemos una reservación.
- Claro me permite su nombre.
Le dije mi nombre y la chica me estaba atendiendo, pero por un momento se me quedó viendo de manera coqueta.

Me percate que habían otras chicas que me estaban viendo. Suspire, a usar mis armas se ha dicho. A veces era algo hostigante que la mayoría de las personas te presten atención, y más cuando las mujeres lo hacían como si quisieran comerte. Júpiter tenía una sonrisa, estaba muy embelesada viendo la estructura del hotel. Así que le agarre la mano izquierda y ella me volteó a ver con el ceño ligeramente arrugado, y luego vio nuestras manos entrelazadas. Al tenerla ya de frente eleve mi mano izquierda y puse un mechón de su cabello detrás de su oreja. Tenía muy largo el cabello, le llegaba muy por debajo de la cintura, casi tocando su trasero. Ella se me quedó viendo y me sonrió. La atraje y la abracé, total éramos esposos, no. Y note alrededor miradas de envidia.

- Aquí está su llave señor. – dijo la chica algo bajo.

Bese su frente, me separe de Júpiter sin soltar su mano y tome la llave. La metí en la bolsa trasera de mi pantalón y con la mano libre jale mi maleta.
Seguimos a la chica que nos guiaba a nuestra habitación, al llegar la chica se disculpó y desapareció. Saque la tarjeta con la que teníamos que abrir la puerta. Entramos a la habitación aún tomados de la mano.

Cerré la puerta Y como si algo quemara Júpiter soltó mi mano. Se adentró en la habitación viendo todo, la habitación era grande, había una cama tamaño King, un sofá grande, y una salida al balcón. Al fondo estaba un baño elegante y bonito, también había un guardarropa muy espacioso. Tome mi maleta e ignorando a Júpiter como si no estuviera ahí, me metí al baño. Media hora después me sentía como nuevo pero con la necesidad de recargar energías. Aún sentía malestar por el viaje, ví el reloj de mi muñeca, las 2:02am. Salí del baño regresando a la habitación, la cual estaba vacía. No indagué en nada y solo me tire a la cama cayendo así en un profundo sueño.

Desperté cuando sentí caliente en mi rostro, me pase la mano por el y abrí los ojos. El sol ya había entrado a la habitación, volteé mi muñeca derecha para ver la hora, 10am. Ya era tarde, había dormido muy bien y el malestar por todo el viaje se había ido. Me incorpore de la cama y camine hacia el baño, antes deteniéndome en mi maleta para sacar mi cepillo de dientes. Abrí la puerta porque estaba cerrada, entre sin fijarme en nada más, escuche un sonido conocido, pero no le preste atención por ir aún algo dormitado. Me lave la cara, me cepille los dientes. Estaba en el baño cuando volteé a ver hacia un lado al mismo tiempo en el que Júpiter venía saliendo de la regadera.

- Qué carajo Deán.
- Oh lo siento no sabía que estabas ahí. – dije quitando la vista de ella, pero era algo difícil.

Ahí tratando de apurarme para salir lo más rápido posible, pero mi cuerpo no ayudaba. Entonces caí en cuenta de que el sonido que escuche había sido el de la ducha.

Ella tomó la toalla más cercana que tenia y se cubrió. No entendí el porque, ya no valía la pena. Ella se me quedó viendo algo avergonzada no muy diferente a mí. Me vio unos segundos más, ya me estaba incomodando. Estaba disfrutando la vista de plano, me obligue a no sonreír. Ella se dio cuenta y salió como rayo del baño, cerrando la puerta a su paso. Que imbécil era, porque estaría cerrada la puerta del baño si no era porque estaba ocupado. En lo que le di tiempo a ella para que se vistiera me metí a bañar. Tenía que arreglar mi problema matutino y no solo con lo que acababa de pasar estaba un poco difícil la cosa.

Toque la puerta y grite.

- Ya te vestiste.
- Hay ya sal.
- Gracias, que considerada. – salí, ella estaba sentada en la parte derecha, sobre la cama, con una laptop entre sus piernas.

Me agache para alcanzar mejor mi maleta y poder sacar mi ropa, me volví a meter al baño para vestirme. Cuando volví a salir ya me encontraba vestido y con hambre. Llame para saber si podían llevar comida a la habitación porque la verdad por ese día no quería bajar. Cuando llegaron con la comida me dirigí al balcón donde había una mesa pequeña. La vista desde ahí era increíble, estábamos como a la mitad a del edificio lo que permitía admirar mejor la belleza de la playa. Como ya mero era medio día, el sol ya casi estaba en su punto lo que alumbraba más el agua y eso la hacía lucir mucho más turquesa de lo que era. Quería meterme en esas aguas, quería disfrutar de su belleza, quería sentirme pleno dentro de ellas.

Por la tarde bajamos como la pareja perfecta que somos. Agarrados de las manos, eso ya se estaba haciendo una costumbre. Júpiter llevaba un traje de baño de cintura alta color corinto, que dejaba al descubierto parte de su vientre, y de su espalda, creando una moña por el medio de sus pechos, dando la impresión de ser de dos piezas, pero estaba unido de los costados. Remarcaba perfectamente su cintura y sus piernas parecían infinitas. Muchos hombres y también varias mujeres la voltearon a ver. Yo llevaba una pantaloneta playera y una camisa sin abotonar. Llegamos a la playa, ella se quedó en una tumbona en la sombra, yo me fui a disfrutar plenamente de esas maravillosas aguas, creó que ella sabía que quería estar solo.

Luego salí y comimos algo, esperamos a que la comida bajara y nos fuimos a disfrutar la playa. Y por ocasiones me sentía muy a gusto, pareciendo una pareja de recién casados completamente enamorados, hasta que mi mente me recordaba la situación en la que vivía.

Ya eran casi las 6pm, comenzamos a caminar por la orilla de la playa viendo la puesta de sol increíble, tomados de la mano. Lo curioso es que aunque pasamos casi toda la tarde juntos jamás hablamos. Y si lo hacíamos casi solo del clima y como para mantener las apariencias, como en ese momento.

- Carajo.
- Qué sucede.
- Hay un fotógrafo allá, tomándonos fotos. – volteé disimuladamente hacia donde ella me había dicho. Luo que me pareció raro porque aunque mi padre tuviera una gran empresa, los paparazis casi nunca me habían molestado.
- Entonces démosle de que hablar. – La gire y quedó frente a mí, mire esos ojos celestes que tanto me atraían. Y la pegue a mi cuerpo, aún viéndola a los ojos le quite un mechón de la cara, que el viento había dejado ahí. Y la besé, era uno de esos besos apasionados, sentí una pequeña descarga de electricidad. Paso sus manos por mi cuello acercándome un poco más. Luego de unos segundos la solté al faltarnos el aire. Ella me vio intentando normalizar su respiración, al igual que yo. Unos segundos después bajó sus brazos y me tomó de la mano, mientras seguíamos caminando por la playa. Quien sea que nos estuviera fotografiando, esperaba que nos hiciera estar en primera plana.

¿Qué carajos me pasaba?

***
Bien, lo prometido es deuda.

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Insomnios En Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora