Capítulo 20

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Estaba acostado boca arriba, viendo memes en Facebook cuando el celular vibró y como no me lo esperaba me cayó en la cara. Me sobe el rostro y levante el celular que había caído a mi costado. Vi la pantalla “Madre”.

- Hola mamá, estoy en el hotel no te preocupes. – dije antes de que ella comenzara con el cuestionario.
- Hijo, creo que debes volver a Guatemala antes de lo acordado. – dijo en un tono preocupado, lo cual me alertó.
- Qué sucede mamá, te pasó algo, de nuevo.
- No, esta vez no soy yo. – iba a responder cuando ella volvió a hablar. – se trata de tu padre.
- Le pasó algo a papá. – me incorpore, quedando sentado a la orilla de la cama, muy afligido.
- Hace unas horas, estando en una reunión se ha desmayado, lo llevamos al hospital. El doctor le explicó que era sobre carga de estrés, así que lo mandó a reposar durante tres semanas. Aún se siente mal ya que se llevó un duro golpe al caer. – para ese momento yo ya me había levantado y me estaba vistiendo. – ya sabes que no hay nadie más que pueda estar a cargo de la empresa hijo, tú tienes que volver y encargarte de ella. – dijo apenada, trague saliva.

Sabía que en algún momento me tocaría esa responsabilidad, pero jamás creí que sería tan pronto. En eso veo entrar a Júpiter con la laptop en las manos algo apresurada, cuando me vio, me confirmó que ya sabía lo que sucedía, comenzó a recoger sus pertenencias y a pasarme las mías.

- Está bien mamá, tomaré el primer vuelo de vuelta. Te veo luego. – colgué, me quedé viendo a Júpiter que se estaba cambiando la blusa. Me obligue a ver hacía otro lado, no era momento para distraerme. – Mira tú puedes quedarte si quieres, no tienes porque volver…
- Venimos juntos, no me quedaré aquí sola. Aunque no hay mucha diferencia tú estando aquí. – a veces la odiaba un poco más.
- Como quieras, tengo que reservar los vuelos. – dije algo cortante.
- Si… Pues ya lo hice. Nuestro vuelo sale a las 10am
- Bien, entonces apresúrate. – ella me sonrió con superioridad.
- Entonces alcánzame. – agarró su maleta y salió de la habitación.
Yo solo me quede viéndola partir hasta que reaccione y termine de meter mis cosas a la maleta. Me puse los zapatos y antes de salir revise que no olvidáramos nada, entonces salí de la habitación.

Salí a la recepción e hice el Out-list. Detuvimos un taxi y así nos dirigimos al aeropuerto, llegando justamente a tiempo para subir al avión. En el camino iba pensando en todo a la vez.

Mi vida cambio demasiado rápido, de la noche a la mañana me avisan que me tengo que casar, lo hago, me vengo de luna de miel y de repente me dicen que tengo que asumir el poder del legado familiar.

Claro me he estado preparando para esto, pero eso no quita que este nervioso por tener tanto en mis manos. Subimos al avión, nos acomodamos en nuestros asientos. Sentía que el tiempo iba volando, no se detenía. Se suponía que al menos dentro de seis meses yo tendría que estar en esta situación no a dos semanas de mi boda.

Aún recuerdo el día que mi padre llegó a mi habitación para tener esa súper charla conmigo.

- Hijo creo que ya es momento de tener esta plática. Tú ya eres un adulto, responsable, dedicado. – yo había intentado ocultar la pantalla de la laptop para que no se diera cuenta que estaba jugando Papa’s Chesseria en vez de estar estudiando para el examen que tenía dentro de unas horas.
- A qué te refieres papá. – él había suspirado y fijó sus profundos ojos verdes en mí. Y me sentí tan pequeño, hasta me había recordado de los tiempos en los que me decían de no hacer algo y yo lo hacía aun con más ganas, lo cual terminaba en regañada segura.
- Hijo dentro de poco me retirare de la empresa, y puesto a que tú eres el que ha seguido mis pasos entonces tú serás el que tomará el cargo. – yo solo sonreí sin saber que decirle
- Pero yo… - levantó la mano haciéndome callar.
- Sé que no estás casado, sabes que ese es el requisito para poder asumir tal cargo. Y puesto a que estás más soltero que tu hermano, y eso que el niño esta bien desolado.
- Ya entendí el mensaje. – dije algo humillado.
- La cosa es que tengo la solución a ello. – dijo decidido
- Eliminaras esa regla. – pregunte esperanzado.
- No, no puedo, – bueno lo había intentado. – pero lo que sí, es que puedo conseguirte una esposa.
- Una esposa. – pregunte horrorizado.
- Sí, conoces a mi amigo Patryck, él tiene una hija como de tu edad. Y también está soltera, así que podemos hacerlo.
- Pero ni siquiera sabes si ella vaya a aceptar, y yo no la conozco ni en fotos. Además yo no estoy preparado para casarme. – había dicho casi entrando en pánico.
- Es cierto, pero no tenemos otra opción. Estoy seguro que con ninguna de todas las chicas con las que has estado podrías llevar una vida matrimonial. – ni con ellas, ni con nadie.

Insomnios En Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora