Capítulo 24

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Tenía un liguero dolor de cabeza, y un montón de papeles por revisar aún. Era sábado así que no iba a trabajar, por eso lo utilice para revisar varios contratos y otras cosas más. Estaba en mi oficina, pero me cansé de estar ahí metido así que me pase para la sala. Así que yo estaba en medio de tanto papel cuando Júpiter apareció por la puerta principal, con una mochila multicolor, simple, pero se miraba chido. Me había dado cuenta de que los sábados volvía con una mochila diferente.

Aún no me acostumbraba a verla con el cabello corto. Casi me da un paro cuando la ví por primera vez así, hasta se me olvido que estaba enojado con ella.

- Qué hiciste, te cortaste el cabello. – sí, era obvio, pero ahí estaba yo preguntando muy asombrado. Se me había quedado viendo seria.
- Sí… aunque, también lo pinte. – dijo contenta, y eso también era obvio, pero yo solo podía fijarme en su cabello casi hasta las orejas. Esa mujer estaba loca.
- Ya veo, por qué te cortaste el cabello. – pregunte exasperado.
- Amm pues ya me había aburrido y se me ocurrió cortármelo.
- Y por qué te lo pintaste.
- Ah esa fue idea a Fernando. – y entonces recordé que estaba enojado con ella.
- A que bien. Pudiste escoger otro color. – dije molesto.
- Pues este color me gustó. – dijo seria.
- Te mirabas mejor antes. – dije y camine hacia la sala, ella solo había bufado y subió a su cuarto.

Aunque había mentido, esa mujer con cualquier cosa se miraba hermosa, y no sé porque ahora que la miraba, estaba más hermosa que antes y la ropa que cargaba le resaltaba el color de cabello. Llevaba una blusa manga larga blanca, un pantalón con patrones color gris y unos tenis blancos.

- Hola. – me saludó. Asentí.
- Día duro, eh.
- Sí, llevo viendo papeles desde la mañana.

Se encaminó a la cocina y como desde la sala se miraba para allí, la ví sacar dos tazas y verter agua caliente, estaba lloviendo muy recio. Se acercó y se sentó a mi lado, me tendió una taza, era chocolate. La recibí, tenía un poco de frío, y solo llevaba puesta una pantaloneta negra y un suéter delgado gris.

- Gracias.
- No hay de que. – dijo agarrando una hoja para verla.
- Qué tal el día. – me encontré haciendo esa pregunta de lo más tranquilo, estaba demasiado cansado y no quería pelear más.
- Productivo – sonrió, me le quedé viendo un poco más.
- Ya veo. – dije tomando de mi taza.
- Ya almorzaste, porque puedo cocinar si quieres. – entonces recordé que le tenía tantito odio. Y me enderece de golpe, deje la taza en la mesita de centro y comencé a revisar los demás papeles.
- Ya. Lupita cocino antes de irse. – dije desinteresado. – Ahora podrías dejarme trabajar. – dije molesto.
Ella no dijo nada, solo sonrió de lado, suspiró y se levantó caminado al sótano.

Estuve un rato más viendo los documentos hasta que ya no aguante más y me levanté para ir a bañarme y acostarme a dormir, estaba muy agotado. Ya estando por acostarme fue cuando mi estómago, en ese momento me recordó lo mentiroso que soy. Lupita se había ido temprano y no había cocinado nada. Ya qué, me tocaría comer hasta mañana.

🍃🍃🍃

Me levanté con buen ánimo a pesar de saber que me tocaba un duro día. Sí, tenía que seguir revisando documentos.

Baje a la cocina y ahí me encontré a Lupita, limpiando.

- Buenos días Lupita. – dije bostezando.
- Cómo ha amanecido.
- Muy bien, pero con un hambre, que si me sirves una vaca me la como entera. – ella comenzó a reír.
- Le guarde unos sándwiches. – me sirvió, se miraban riquísimos. Me metí el primero a la boca.
- No sé que le hechas a tu comida, pero te juro que es lo más rico que he probado. Solo que quedé entre nosotros, mamá me mataría. – ella me vio y sonrió más.
- Me alegro que le guste. –  dijo sirviéndome café. Otra cosa que amaba y más si era de ella.
- Me estás haciendo adicto a tu café. Es delicioso. – ella se acercó y me despeinó más de lo que ya estaba.
- De hecho el café en esta casa se hace solo por usted. – dijo tranquila, no le respondí, y seguí comiendo y tomando a la vez para no atragantarme. – Nadie lo está corriendo, coma despacio.
- Es que no puedo, me encanta esto. – y eso que el sándwich parecía simple. Tenía huevo, tocino, acelga, tomate, aguacate y el pan estaba dorado. Era delicioso.

Insomnios En Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora