Capítulo 23

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Todo iba bien, de hecho muy bien. En el trabajo todo estaba agitado por los trabajos nuevos que teníamos. Pero no podía pedir más. Mi vida en ese momento estaba dividida en trabajo, universidad, familia, Emily y Fernando.

A pesar de que teníamos demasiado trabajo habíamos encontrado un punto estable. Trabajábamos y al almuerzo lo pasamos con mi abuela que aún seguía aquí. Al salir del trabajo, iba a la Capital para estar con Emily y con el resto de la familia, incluía a mi padre y a mi hermana. O pasaba las tardes con Fernando, que ya estaba muchísimo mejor. Y a veces hasta con Samuel. Y por mis ratos libres trabajaba en mi proyecto de la Universidad. Todo estaba bien. Y lo mejor de todo, apenas si miraba al increíble narcisista, me lo había topado varias veces en casa de sus padres, pero casi solo ahí. El señor cada vez que me miraba me lanzaba miradas cargadas de veneno. No sé que le pasará pero tampoco me importaba.

Me levante e hice mi rutina diaria. Me encontré a Lupita en la cocina como todas las mañanas, ya habían pasado dos semanas desde que la había visto por primera vez. Y era muy tierna, como una abuelita.

Me gustaba platicar con ella, los días en que no salía a ningún lado luego de trabajar, me la pasaba hablando con ella, me comentó que estaban pasando por un momento difícil. Su esposo se había quedado sin trabajo y ella sabía que si hablaba con los Long tendría una oportunidad. Y no le molestaba porque a ella le gustaba trabajar. Me comentó que su esposo tenía un carrito y que en ese él la llega a traer y a dejar. Entonces lo que hice fue que contrate al señor como chofer para Lupita, si había algún mandado que hacer él la llevaría y estarían bien, él con trabajo y ella también.

Salí de bañarme, me vestí y me fui al trabajo. Todo bien, sin problemas. Lo único era que mis hermanos habían viajado, tenían una reunión en Brasil y regresaban en aproximadamente una o dos semanas. Así que al salir me dirigí a casa de los Long, ese día había pasado comprando el tinte para cabello porque la haríamos de estilistas.

Estuvimos viendo tutoriales y al fin Fernando se atrevió a cortarme el cabello, y lo hizo muy bien. De tenerlo hasta el trasero lo había pasado a tener más arriba de los hombros, me encantaba mi nuevo look. Luego me aplique el tinte, y había quedado hermoso. Él también se había pintado el cabello color cenizo plateado, hasta se miraba más joven. Aunque el señor no se miraba viejo, el color le ayudaba a verse con un montón de años menos. El cabello que me había cortado lo habíamos donado a una institución  que hacía pelucas.

Cada vez que venía, Eleonor siempre se iba, comenzaba a sospechar que la vida era muy mala, siempre le ponía compromisos.

Ya hablando enserio, sabía que no le agradaba, pero ella no me caía mal. Algún día yo le agradaría.

Ese día, decidí irme temprano a casa, me despedí de Fernando y me dirigía a la puerta, cuando escuche una voz conocida hablando y sonaba alarmada. Provenía de una habitación cerca de la puerta.

- Vamos Mayra está campaña debe de funcionar, invertimos todo lo que quedaba en ello. Y si no funciona, entonces nos iremos a la quiebra. Además la campaña para hacernos internacionales fue un total fracaso, eso nos hubiera salvado. Y por si fuera poco el seguro no alcanza para pagar la el préstamo.

Uh, eso no sonaba bien, me asomé un poco más hasta hacerme presente, no estaba bien que escuchara su conversación, pero tampoco podía hacerme de oídos sordos. Toque suavemente la puerta con los nudillos, ella me volteó a ver sorprendida.

- Maya, hablamos luego. – dijo seria, colgó y fijó su vista en mí. – puedo servirte en algo. – preguntó un poco más duro de lo que quiso.
- No lo creo, pero yo sí puedo servirle a usted. – ella me miró con algo de confusión.
- En que podrías ayudarme tú.
- En muchas cosas, pero sobre todo con su empresa. – sonrió engreídamente.
- Y cómo podrías hacer eso. – Sonreí de medio lado y me recosté de lado sobre la puerta.
- Tengo mis medios.
- No sé como me podría ayudar una niña creída, en lograr salvar mi empresa. – así que era eso. No me molestó lo que dijo, así que sonreí completamente.
- Soy conocida nacional como internacionalmente. – dije con calma, la cara de Eleonor se desfiguró. Seguí hablando. – podría hacer un par de llamadas y ya tendrías tu pase para ser internacional. – se me quedó viendo perpleja, luego se puso seria.
- Por qué harías eso, qué ganas tú.
- Nada, pero me pongo en tu lugar e imagino lo que se siente saber que lo que has construido se viene abajo poco a poco, o de poco a un, ya. – dije con calma.
- No entiendo el porque tú harías eso por mí. Jamás hemos pasado de un hola.
- No me molesta hacerlo, además no me pesa. Cuánto es lo que le debes al banco.
- Yo… - se quedó pensativa. – cuarenta mil dólares. – ahora entendía la agonía de esa mujer. Si apenas le alcanzaba para lanzar una campaña ahora para pagar un préstamo del tal magnitud.
- Bien, te haré un cheque. Te lo traeré mañana.
- Por qué haces esto. – preguntó seria.
- Ya te lo dije. A mi no me gustaría ver desaparecer todo lo que me ha costado hasta ahora.
- Tú dijiste que eras conocida a nivel nacional e internacionalmente, cómo.
- Existe google. – sonreí, ella me vio con el ceño arrugado. – Bien ahora me voy, estoy cansada y tengo que levantarme temprano mañana. Duerme bien hoy, tu dinastía aún no acabará. – me di la vuelta para salir, pero ella me detuvo al hablar.
- Júpiter, yo… no quiero que mi familia se entere de esto. – por primera vez había dicho mi nombre.
- No te preocupes, no me interesa en lo mínimo que esto se sepa.
- Una última cosa, - con mi vista sobre ella, parecía no encontrar las palabras. – por qué me ayudas si yo no te he tratado bien.- sonreí nuevamente.
- Se que no eres mala, solo te lastima ver a tus hijos mal. No, no tengo hijos, pero lo imagino y créeme que te entiendo, así que no te juzgo. – ella no dijo nada, solo se quedó pensando. Yo aproveché y salí de la casa entrando a mi auto. De verdad quería llegar a casa y dormir.

🍃🍃🍃

Todo había salido bien, llame a varios inversionistas de ese mundo y me prometieron ver de que se trataba de algo bueno.

Eleonor estaba mucho más feliz, ella ya me hablaba, ya no salía huyendo cuando yo llegaba. Ahora hasta se quedaba compartiendo con nosotros cuando mirábamos películas, cuando jugábamos o simplemente hablamos. Es una mujer muy sabia e inteligente.

- Gracias Júpiter.
- No hay de que. – le dije sonriendo, estábamos en la cocina preparando el almuerzo, yo le estaba ayudando.
- Claro que sí. Si no fuera por ti, mi empresa habría quebrado y ahorita estaría recogiendo los pedazos que quedarían de ella.
- Solo intenta observar mejor quien hace tus campañas. – le dije en tono divertido, ella comenzó a reír.
- Te debo una disculpa, - mi frente se junto en confusión. – yo me deje llevar por lo que mi… - carraspeó – lo que había escuchado de ti, así que prefería estar lejos. Espero no me guardes rencor. – Sonreí negando.
- No lo haré solo si prometes que me enseñarás ha hacer esa receta que tanto guardas. – ella comenzó a reír. Yo le seguí.
- Bien lo haré. – dijo aún riendo. Era una mujer muy bonita y más cuando sonreía.
- De qué ríen mis chicas favoritas. – entró Fernando.
- Júpiter quiere que le cuentes la historia de cuando te perdiste en la ciudad. – él nos rodeó a cada una en sus brazos.
- Quieren verme ridículo verdad. – nos vimos las cara y encogimos los hombros a la vez, comenzamos a reír.

Samuel entró a la cocina.

- Su felicidad se escucha hasta al ciudad vecina. – comentó con aire divertido.
- Pues con estas mujeres es imposible no estar feliz hijo.
- Ah en eso estoy de acuerdo contigo papá. Ahora qué es lo que estamos cocinando. – dijo rodeando con su brazo derecho mi cuello por sobre el brazo de Fernando.
- Yo… No lo sé. Ellas siempre están experimentando con los ingredientes.
- Con que un día de estos no nos maten es todo. – dijo Samuel.
- Sam. – dije seria. Se me quedó viendo divertido, lo que no esperaba era que yo le manchara la cara con salsa.
- Oh eso es guerra.

Y así fue como comenzamos una guerra de comida. Junto a ellos los días apenas si sentían, ahora tenía una nueva familia.

Insomnios En Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora