Capítulo 29

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-Amigo.
-Ah, hola Jacob. – dije algo cansado.
-Sabes, – me miró con una ceja elevada y una sonrisa arrogante. – hace unos días estuve con Júpiter. – arrugue el entrecejo.
-Que bien.
-No te interesa saber que pasó entre nosotros. – preguntó, queriendo presumir.
-Puedo asumirlo, te vio la cara de millonario y se te tiró encima para quitarte la ropa. – dije indiferente.
-Oh te imaginas a esa mujer sobre mí. O abajo, no hay problema. Me encanta la idea.
-Llega al punto Jacob. – dije exasperado.
-Hay tranquilo, creo que vas a tener que pagarme porque esa mujer ya está en mi bolsa, bebé.
-Yo jamás aposté sobre eso. – dije saludando con la mano a una chica del personal.
-Claro que lo hiciste – respondió algo molesto.
-No, no lo hice.
-Tú eres un amargado, la falta de – hizo la seña. – ya sabes, te está afectando. Yo estuviera en tu lugar ya hubiera estampado a esa mujer contra la primer pared que hubiera encontrado o contra el suelo.
-Mira no me interesa las fantasías que tengas y con esa mujer menos, creo que es mejor que te las guardes. No quiero escucharlas. – le dije entrando a mi oficina.
-Ves lo que digo, a eso me refiero pero no me haces caso. Y cómo van las cosas entre ustedes. – dijo con algo de molestia.
-Todo sigue igual, no hay diferencia aún.
-Amigo, estás desperdiciando ese manjar que la vida te sirvió nomás para agarrar. – rodé los ojos. Ahí iba de nuevo esa plática. – esa mujer es maravillosa, no sabes el momento que pasamos.

Estuvimos hablando un rato más, y me estaba comenzando a hartar, quería que se largara de mi vista, ya no quería verlo. Y por más que se lo dije, siguió en lo mismo, al fin se fue.

Salí temprano de la oficina, aunque estaba hasta el cuello en trabajo. Ya extrañaba a mi familia, así que pensé en salir temprano de la oficina para estar un rato con ellos.
Antes de abrir escuche las risas desde la sala, suspire hondo, no sabía con que me iba a encontrar y en mi experiencia llegando a casa de mis padres últimamente, siempre que reían así era porque alguien más estaba aquí.

Tuve el impulso de darme la vuelta e irme a casa a encerrarme a mi cuarto, pero ya estaba ahí, qué podía perder. Así que me arme de valor e inserte la llave en la cerradura, abrí despacio. Pero no se miraba muy bien hacia la sala, así que me introduje dentro de la casa cerrando la puerta detrás de mí.

Al llegar vi tres figuras, sentadas, bien acomodadas en el sofá, riendo de un vídeo que habían puesto. Suspire. En eso mamá se volteó y me vio parado junto a la pared cerca de ellos.

-Oh hijo, que maravilloso que estés aquí. – se levantó y me abrazó. Mi padre y mi hermano voltearon a ver asombrados, a los segundos me dieron una sonrisa. – ven siéntate, estamos viendo las grabaciones de cuando ustedes estaban pequeños. – dijo mamá muy emocionada.
-Por qué. Esas grabaciones son vergonzosas. – dije y ellos tan solo me ignoraron.

Me senté en el sofá entre mamá y Samuel. La primera a mi derecha. Papá pasó el brazo por el cuello de mamá y me alcanzó, le agarre la mano. Él solo me sonrió, a lo cual yo le devolví la sonrisa.

-Te acuerdas de eso. Tú no querías participar. – dijo mamá, viendo la grabación cuando había salido en una obra de teatro.
-Aún sigo pensando que fue mala idea dejarme convencer por ti. – dije de modo acusador viendo a mamá. Ella sonrió.
-Te acuerdas que te prometió ir al parque de juegos. – dijo papá riendo.
-Sí, y jamás cumplió.
-Ella se encogió de hombros y sonrió. – además sigilo sospechando en que alguien saboteó mi traje. – dije viendo con los ojos entrecerrados a Samuel. Él se me quedó viendo y comenzó a reír.
-Hay por favor, que iba a hacer un pobre niño, aún chico de quince. – preguntó inocente.
-Sigo sin descartar la idea.

Comenzamos a pelear por quién ganaba esa discusión, y nuestros padres solo nos miraban divertidos.

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Insomnios En Tu PielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora