Niall
— ¿Niall? –levanté la cabeza que tenía apoyada sobre mis manos y miré en dirección a la voz que me llamaba.
— Mamá...
— ¿Cómo se encuentra? –me encogí de hombros.
— Estable –respondí.
— ¿Cómo se encuentra quién? –preguntó Lucy, que estaba de la mano de mi madre.
— Un amigo de Niall que no conoces, pequeña –mintió. Yo asentí dándole la razón.
— Mira mi brazo, manito –Lucy caminó en mi dirección con el brazo extendido, apuntando la curita que cubría cierta parte de él, en donde hace unas horas tenía la aguja que la conectaba al suero.
— Wow –intenté poner mi mejor cara–. Qué fuerte eres, toda una adulta, de hecho.
Lucy soltó una carcajada y se abalanzó a mis brazos, rodeándome con los suyo el cuello y dándome un fuerte abrazo.
— ¿Te quedarás aquí? –preguntó mamá. Yo asentí–. Cualquier cosa que necesites me llamas –asentí nuevamente a lo que Lucy volvía a coger la mano mi madre y, sin decir más, caminaron en dirección al ascensor del piso en que nos encontrábamos.
Eran alrededor de las seis de la tarde, o tal vez siete, no lo sabía. Luego de aquella media hora esperando en cuidados intensivos, nos comunicaron, tanto a la madre de Ale como a mí, que ya estaba siendo trasladada a una habitación. Diez minutos después nos dieron el número de su habitación y su madre salió prácticamente corriendo de aquella sala de espera al tercer piso, que era donde nos encontrábamos ahora.
Yo todavía no había visto a Alejandra, ni siquiera había entrado a su habitación. Supuse que su madre no querría que esté con ella mientras veía a su hija seguramente conectada a alguna máquina. El médico había hablado solo con ella dentro de la habitación y yo desconocía cómo verdaderamente se encontraba Alejandra. Solo podía imaginármela en una muy mala situación: ella conectada a una intravenosa con medicamentos, suero y sangre, entubada, totalmente pálida y con cables a su alrededor, pero no podría saberlo en verdad. Solo sabía que estaba estable.
Durante las últimas horas que me mantuve sentado afuera de su habitación, intenté llenar mi mente de cualquier tontería que pudiera imaginarme pero en realidad solo podía ansiar que se encuentre bien y que su madre saliera a tomar un café, o a hablar con el doctor, o a lo que sea, pero que saliera de ahí dentro para que yo pueda verla.
Lo único que me daba una pizca de tranquilidad era que Lucy ya había salido del hospital y que en este preciso momento se encontraba con mi madre de ida a casa. Pero luego de ello, no podía evitar pensar en qué pasó con Alejandra. Mi intento de pensar cualquier cosa no había sido para nada efectivo. Solo quería verla y saber que estaba bien. Luego podría preguntarle qué fue lo que sucedió, pero solo una vez sepa que ella está más que estable.
Esa era, actualmente, la palabra que más odiaba. Estable. No me dicen nada con esa palabra, además de que no está muerta. Puede estar estable pero al borde de la muerte, estable pero sin un brazo, estable con un marcapasos, estable pero con muchas otras posibilidades de que ese estable sea un simple consuelo. Estable no era suficiente.
Esta vez decidí mirar la hora. 19:13pm. Había estado sentado aquí por, al menos, cinco horas. Y no tenía ninguna intensión de irme sin antes verla. Su madre no había abierto la puerta desde que entró, pero una enfermera había entrado hace un par de horas con bolsas de suero y sangre. Desde entonces, esa puerta se mantuvo cerrada.
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Bullying, Anorexia y un Angel - Niall Horan
Hayran KurguAlejandra Distent: Una chica de dieciséis años. Sufre de abuso escolar: Bullying, y sufre de problemas alimenticios y autoestima: Anorexia. Con marcas en diversas partes del cuerpo: Auto-lastimarse/Auto-desprecio. Niall Horan: Uno de los mejores j...