Capitulo 4

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Alejandra

Desperté gracias al molesto despertador. No pude dormir bien esta noche por culpa de mi descuido al dejar mi diario en casa de Niall.

Me levanté e hice mi rutina diaria. Me bañé, cepillé mis dientes, y me puse mi ropa. Unos pantalones sueltos, mi remera suelta, una chaqueta y mis zapatos favoritos. Mis converse negros. Bajé y mi madre estaba ahí.

Oh...

Se preguntarán por qué oh. Pues, si ella está aquí en el momento de mi desayuno debo comer, es raro que este aquí a estas horas.

— Buenos días, ma.

— Buenos días, Alejandra, ya está tu desayuno preparado en la mesa –sonreí falsamente y me fijé en la mesa. Era demasiado. Un sándwich de jamón y queso, una porción de la deliciosa tarta de mamá y un vaso con jugo de naranja. Lo llevaré al instituto y ahí lo tiraré.

— Ma, estoy tarde. ¿Me lo puedes poner en una bolsa o en algún lado para que me lo pueda llevar? Por favor –ella asintió y yo caminé de vuelta a mi habitación.

Comencé a preparar mi mochila. Puse mi tarea de biología y física, mis textos de química, biología, matemáticas, física y religión en mi mochila, mi estuchera y listo. Bajé y cogí la bolsa donde estaba el desayuno que mi madre me preparó. Me despedí de ella y salí.

A los siete minutos llegué al instituto. No quería entrar. Pensé en faltarme al instituto hoy, pero debía entregar las tareas. Entré en contra de mi voluntad.

Estaban todos en grupos, los populares -que está formado por los jugadores de futbol y las porristas-, los nerds -formado por todos los chicos y chicas que siempre llevan su lápiz detrás de la oreja- y muchos otros grupos más.

Miré a mí alrededor en busca de Niall, pero no lo encontré. Fui a la biblioteca, ya que faltaban diez minutos para que la campana sonara, pero antes de llegar a la biblioteca me pasé por el baño y boté todo mi desayuno. No sin antes de darle una pequeña mordida al pastel para luego expulsarlo de mi organismo.

Me lavé los dientes -siempre llevo pasta dental y mi cepillo a todas partes por este tema- y salí. Entré a la biblioteca y me encaminé a mi esquina favorita de todo el colegio. Al llegar a mi lugar me encontré a alguien ahí, mirando por la ventada. Un chico alto, rubio y tez blanca. Me extrañé al ver este chico que nunca había visto en la biblioteca y nunca pensé en hacerlo. Señoras y señores; Niall Horan.

— ¿Qué haces aquí? –tartamudeé. Él se volteó, me miró de pies a cabeza.

— Quería darte esto –señaló mi diario que estaba en su mano–. Así que vine aquí a buscarte.

— No lo leíste –me referí al diario. Él frunció el ceño

— ¿Perdón?

— El diario, ¿lo leíste?

— Hm... no, claro que no –estiré la mano y cogí el diario que él me ofrecía. Lo sujeté fuertemente y lo abracé como siempre lo hacía.

— Gracias, ya puedes irte —apoyé mi espalda en la pared y me fui resbalando hasta quedar sentada en el piso.

Saqué mi libro Lo Bonito de Ser Feos y lo abrí en la página que me quedé ayer. Sentí una mirada en mí. Levanté la mirada y me encontré con Niall mirándome. Fue bajando hasta quedarse a mi altura en frente mío.

— ¿Has pensado en lo que te dije? –lo miré con el ceño fruncido. ¿A qué se refería?–. Mi ayuda, ¿la aceptas?

— Sigo sin entender por qué me ofreces tu ayuda –me removí incómoda en mi lugar.

Bullying, Anorexia y un Angel - Niall HoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora