Capitulo 44

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Alejandra

Luego de haber estado cerca de una hora con Niall sentados frente a aquel lago, me trajo a casa. Mamá se exaltó al escucharme llegar y, muy preocupada, comenzó a preguntarme sobre lo que había pasado. Omití los detalles más dolorosos, como lo hermosa que era aquella chica o la manera con la que Alex la había mirado antes de notar mi presencia. Tras ello, subí a mi habitación increíblemente agotada. Después de tremendo viaje y haber llorado por una hora, me sentía demasiado cansada, tanto física como mentalmente.

Jandro se subió a mi cama mientras yo comenzaba a desvestirme para ponerme el pijama. Fue entonces cuando vi me reflejo prácticamente desnudo frente al espejo y fue como volver el tiempo atrás. Había dejado de verme tan gorda luego de haber comenzado a alimentarme, pero esta vez, la chica en el espejo, volvía a ser como antes. Fruncí el ceño y poco a poco comencé a sentir frío en la nariz, signo de que en cualquier momento las lágrimas comenzarían a caer de mis ojos.

Tenía sentido que Alex haya preferido a una chica tan guapa como aquella.

Me quedé así, en ropa interior, frente al espejo, por al menos unos diez minutos. Analicé mi cuerpo con lagrimas cayendo por mis mejillas y nuevamente aborrecía lo que veía en frente. ¿Cómo se me había ocurrido descuidarme así? ¿Qué había pasado por mi cabeza en el momento en que tragué un pedazo de comida?

Me saqué el top deportivo que tenía puesto y me calcé el pijama. Me metí bajo las sábanas y Jandro se encargó de limpiar las lágrimas de mis mejillas con su lengua. Tuve que levantarme y lavarme la cara luego de aquello, pero aún así se lo agradecí. Jandro me cuidaba siempre y lo había extrañado más que a nadie. Apagué las luces y cerré mis ojos, teniendo en mi mente un "eres asquerosa, no deberías seguir existiendo" y el "eres tan perfecta que me duele" de Niall peleando entre sí.

(...)

Había pasado una semana desde aquel día y recién volvería al instituto. Había estado evitando a todos durante estos días, en especial a Niall. Apenas le respondía los mensajes y nunca contestaba sus llamadas.

Luego de batallar internamente aquella noche, decidí que no me descuidaría nunca más. Había llegado a la conclusión de que Alex, en las videollamadas que habíamos tenido mientras estaba en Nuevo México, había notado mi subida de peso y por eso es que había decidido engañarme y salir con una chica delgada y hermosa como esa.

Era totalmente entendible. Yo era el peor partido de un hombre, o de cualquier persona en realidad.

Me sentía débil, pero sabía que pronto me volvería a acostumbrar a la sensación de tener el estómago vacío todo el tiempo. Había reducido radicalmente la cantidad de comida que ingería. Desde el domingo, había bebido agua en abundancia y me había abstenido a solo comer media o una manzana a diario. Sabía que era demasiado si quería ser delgada, pero poco a poco volvería a mi rutina anterior y terminaría comiendo una manzana por semana. También había estado comiendo hielo porque de haber estado comiendo casi cinco veces al día a comer nada, me hacía tener ataques de ansiedad que no se quitaban con nada más que masticando e ingiriendo algo.

La semana pasada fui un par de veces a las oficinas del instituto para restablecerme luego de haberme ido por un mes y todo salió sin ningún problema. Tendría que hacer algunos trabajos extra y ponerme al día con los temas avanzados, pero nada del otro mundo.

Tomé un baño rápido, me puse la ropa que consistía en unos pantalones sueltos, zapatillas y una chaqueta con capucha de algodón. Decidí dejar pasar el tiempo dándole vueltas a mi habitación, para así evitarme tener que negarle el desayuno a mi madre sin ninguna excusa válida. Cuando consideré que era suficientemente tarde como para decirle a mi madre que si me quedaba a desayunar me atrasaría demasiado, bajé con la mochila en la espalda.

Bullying, Anorexia y un Angel - Niall HoranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora