Capítulo 3: Una mala Navidad

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El 25 de diciembre lo habían pasado bastante normal. Apenas se habían mencionado los hombres lobo, y los regalos y villancicos fueron los únicos protagonistas y luego el 26 se pasó rápido, pero el 27 era el día en el que Teddy tenía que presentarse como afectado de licantropía.

—No estés nervioso —ordenó Bill—. Solo responde preguntas, ¿vale?

Teddy se presentó ante el hombre que lo atendía, no estaba seguro si era un auror o un trabajador del ministerio.

—Buenos días, joven —saludó el hombre.

—Buenos días —respondió Teddy con inseguridad, pero sabiendo que detrás de él lo acompañaba Bill.

—Nombre y apellido —ordenó el hombre.

—Edward Remus Lupin —respondió él.

—¿Afectado por genética o por ataque?

—Genética.

—O sea que eres hijo de un hombre lobo, ¿no, Edward?

—Sí.

—¿Y cómo se llama?

—Remus... Remus John Lupin —contestó Teddy con un hilo de voz.

El hombre observó un pergamino con una larga lista y después de repasarla observó a Teddy detenidamente.

—Los hombres lobo venían ayer y su padre no está en la lista —indicó después aquel hombre.

—Mi padre murió en la batalla de Hogwarts —musitó Teddy.

—Lo siento —dijo el hombre—. Mi hija también falleció en esa batalla.

Teddy asintió apenado y un silencio incómodo los envolvió por unos minutos.

—Como no tengo a su padre lista, ¿podría hacerle algunas preguntas? —inquirió el hombre con delicadeza, Teddy asintió nervioso—. Está bien —dijo el hombre—. ¿Sabe el nombre de quién le mordió?

—Eh... no, señor —dijo Teddy, nervioso.

—¿Mordió a alguien alguna vez?

—No lo sé...

—¿Sabe si sufría algún otro signo o síntoma de la licantropía sin estar transformado? —preguntó el hombre.

—No lo sé...

Teddy sintió como Bill apoyaba sus manos en sus hombros.

—Fenrir Greyback, no mordió a nadie, pero atacó a sus padres en sus primeras transformaciones y tuvo algunos síntomas como afición por la carne rara y enfados muy fuertes sin explicación durante los días cercanos de luna llena y obviamente un sueño muy duro tras tomar la poción matalobos —dijo de pronto Bill.

—¿Perdón? —preguntó confuso el hombre.

—El chico no conoció a su padre, pero yo sí —explicó Bill.

—Oh, perdone, Edward —se disculpó el hombre—. ¿Y usted está aquí para acompañar al chico o por qué también es afectado?

—Ambas —contestó Bill.

—Bueno pues acabamos con usted —dijo el hombre—. Firme aquí, Edward.

Teddy firmó y se retiró levemente, Bill tardó un poco, pero pronto se reunió con él.

—¿Cómo estás, Teddy? —preguntó Bill—. Te veo algo apagado.

—Lo cierto es que no me encuentro bien —dijo Teddy—. Al vivir con mi abuela materna conozco todo lo de mi madre, pero de mi padre solo sé que fue un hombre lobo y estoy seguro de que es mucho más que eso.

—Lo era —dijo Bill—. Harry sabía mucho de él, pero creo que deberías hablar con alguien de su familia. Es decir, sé que su madre murió hace tiempo, pero creo que su padre continúa con vida. Tal vez tu abuela sepa algo.

Teddy asintió.

—Ya, pero no quiero preocuparla —murmuró.

—Es algo lógico, Teddy —dijo Bill—. No lo harás.

Teddy volvió asentir.

—Creo que hablaré con ella.

—Buena suerte, Teddy —le deseó Bill.

Una hora más tarde Teddy llegó a casa. Su abuela leía en el sillón que solía ocupar. Teddy tomó aire y se sentó frente a ella.

—Hola, abuela —saludó.

—¿Qué tal ha ido? —preguntó Andrómeda cerrando el libro.

—Pues quiero confesarte algo —respondió Teddy, Andrómeda se inclinó un poco preocupada—. Es que no sé nada de mi padre... Es decir, Harry me ha contado algo, pero tampoco es un tema que viera importante hasta darme cuenta de que solo sé que fue un licántropo y una figura paterna para Harry y quería preguntarme si sabes algo de mi abuelo paterno.

Andrómeda ensombreció su rostro. Se levantó preocupada y colocó el libro que leía en la estantería.

—Tu padre perdió el contacto del suyo hace tiempo —explicó ella—. Dora me explicó que no se llevaban bien, es decir, que dejaron de hablarse. No entiendo muy bien el porqué, pero creo que no deberías hablar con tu abuelo, es decir, no va a saber nada de tu padre.

—Pero si mi abuelo no hablaba con mi padre... —dijo Teddy pensativo—. Tal vez no sepa de mi existencia y quiera conocerme.

—Teddy, ni siquiera sé dónde podemos encontrarlo —concluyó Andrómeda—. Habla con Harry si quieres saber de tu padre y punto.

—Sí, abuela —aceptó Teddy decepcionado.

—Voy a hacer la cena —anunció Andrómeda.

—Yo creo que no voy a cenar —dijo Teddy subiendo a su habitación.

Andrómeda se quedó observando como subía su nieto algo culpable por haberlo entristecido.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora