Capítulo 4: Sortilegios Weasley

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George entró en San Mungo y buscó a su hermano. Eran tantos heridos por culpa de la batalla que Ron a penas era atendido por no estar tan grave.

—¿Cómo estás? —preguntó George con una sonrisa, Ron estaba pálido y parecía cansado, pero sonrió también al ver a George llegar.

—En San Mungo te cuidan bien —prometió—. ¿Sabes? Me he encontrado con Lockhart, no sabes lo turbio que ha sido eso.

George rio.

—Oye, ¿podemos hablar? —preguntó él y Ron le hizo un hueco en la cama para que se sentara, George lo aceptó—. ¿Por qué no quieres seguir siendo auror?

—Soy un completo inútil —respondió Ron—. No valgo para eso. ¿Y qué excusa tienes tú para querer abandonar la tienda?

—Echo de menos a Fred. —Un silencio se provocó entre ambos después de mencionarlo, Ron agarró la mano de su hermano—. No puedo seguir solo.

—Hacerlo sin Fred no tiene que significar hacerlo solo —apuntó Ron, George miró detenidamente a su hermano.

—Quieres, ¿verdad? —preguntó George

—¿Qué? —cuestionó Ron.

—Tú no quieres ser auror y yo no puedo trabajar solo —apuntó George.

—Sí, ¿y? —Ron no entendía—. ¡Espera! —exclamó después—. ¡Aaaah! Quieres que trabaje contigo en los Sortilegios Weasley, ¿es eso?

George asintió.

—Pero yo no soy Fred —dijo Ron, apenado.

—Pero yo no quiero que seas Fred, tan solo quiero que seas tú mismo —explicó George—. Pero en la tienda.

Los ojos de Ron brillaron.

—¿Estás seguro de esto? —cuestionó el chico, George asintió.

—George, yo... —Ron no podía estar más feliz—. Gracias, muchas gracias.

—En cuánto salgas del hospital haremos el papeleo —propuso George—. Ajustemos cuentas y vendrás.

—Gracias, George —repitió Ron—. No puedo sentirme más honrado.

—Ey, ey —le relajó George—. Guarda un poco de ese amor para cuando tengas que ayudarme a pagar las facturas de la tienda. Quiero que también me des las gracias.

—No sé por qué, pero no me suena bien eso de "las facturas de la tienda" —murmuró Ron, George se levantó.

—No solo suena mal, querido empleado —dijo—. Cuando llega la hora duele en el cocoro.

Ron sonrió.

—Deja la tienda bonita para cuando salga de aquí —ordenó Ron y George se alejó.

Al llegar a casa, George se lanzó a Angelina la abrazó e incluso le agarró de la cintura y le dio una vuelta.

—¿Y esa felicidad? —preguntó ella confusa.

—Sortilegios Weasley vuelve a abrirse —anunció, a Angelina se le saltaron las lágrimas entre el dolor de la pérdida de Fred y el ataque terrorista de los licántropos a la tienda, Angelina no tenía esperanzas en que George volviera a levantarse, pero lo había hecho.

—Estoy orgullosa de ti, George —dijo ella.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora