Capítulo 5: ¿Dónde está mi libro?

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Los ojos de Dominique no podían aguantar más tiempo abiertos. Llevaban casi tres horas buscando el libro de licántropos que había mencionado Ernie, pero Dominique ya estaba cansada de buscar.

—Vamos, vamos —decía Rose—. No hemos conseguido la firma para nada.

Dominique pegó una cabezada. Eras su primera vez en la sección prohibida y probablemente la última, pero ahora no podía preocuparse en absoluto de los interesantes libros que decoraban los repletos estantes, sino solo era capaz de preocuparse de su insoportable cansancio.

—Neville había visto el libro también —comentó Rose—. Es rojo, no muy largo, con letras doradas y una gran luna dibujada en la portada y...

—Rose —interrumpió Dominique suprimiendo un bostezo—. Mañana iré a Hogsmage. Compraré el famoso Hocico peludo, corazón Humano y punto. No debe de tener mucha diferencia.

Rose frunció el ceño.

—¿No lo entiendes? —preguntó la chica con los brazos en jarra—. Hocico peludo, corazón Humano ve a los hombres lobos como buenas personas. El que buscamos, nos muestra su parte agresiva. Además, ya leímos ayer varios tomos de Hocico peludo, corazón Humano en libros de texto.

Dominique dejó escapar un largo bostezo.

—Estoy agotada, Rose —protestó ella dejándose caer en una silla cercana.

—Pero no podemos darnos por vencidas... si...

Pero Dominique ya no escuchaba. Apoyaba la cabeza sobre sus brazos y dejaba sus ojos cerrarse. Cuando Dominique estaba a un paso de quedarse dormida un fuerte sonido le obligó a incorporarse.

—¡Que me lo des!

Rose estaba peleándose con un chico rubio por un libro rojo. Dominique se frotó los ojos incrédula, incapaz de creer que su perfeccionista prima montara una escena como si nada en mitad de la biblioteca.

—Rose, ya vale —ordenó Dominique tirando de su prima para que soltará su extremo del libro.

El chico maldijo en voz alta dejando escapar algunas palabrotas en cuanto Rose soltó el libro y el chico fuera empujado para atrás por la presión.

—¿¡Estás loca, Rose!? —gritó el chico abrazando su libro, pero cuando miró a Rose... No era nada más y nada menos que un gemelo Scamander.

—Necesitamos ese libro —jadeó Rose señalando el libro que el Scamander tenía en sus manos.

—¿Para qué? —preguntó él confuso—. Lo necesito para sacar más nota que los demás en Transformaciones.

—¿Transformaciones? —repitió Dominique arrebatándole al Scamander el libro y revisándolo—. Transformaciones difíciles y peligrosas. Nivel experto. No apta para principiante. Y tiene el dibujo de una varita haciendo un hechizo. —Dominique se dirigió a Rose—. Este no es el libro que buscamos.

Las orejas de Rose adquirieron un leve tono rosado mientras reía tímidamente y miraba a Dominique para que la sacara de ahí.

—¿Qué buscáis? —inquirió el gemelo, curioso y Rose le explicó por encima las cosas que sí podía saber.

—Bueno —concluyó Rose—. También queríamos hablar contigo. —Rose tomó asiento en una de las mesas—. ¿Qué tal navidad?

—Bien, me regalaron cera para barnizar la escoba unos amigos de broma para quedarme con ese regalo, pero al final me sirvió más que el de verdad —explicó él—. El normal era un aburrido libro y sabéis que odio leer. —Y dicho eso guiñó un ojo a Rose que levantó las cejas y apuntó algo en unos apuntes.

—¿Y que me dices de los licántropos, Lorcan? —cuestionó Rose dibujando garabatos en la parte inferior del pergamino.

—¿Cómo sabes que soy Lorcan? —preguntó el chico divertido, Rose rodó los ojos.

—A Lynssander le gusta leer y no guiña, podemos volver a la pregunta anterior —propuso Rose.

—Vi a un hombre lobo —contó Lorcan jugueteando con la varita entre sus dedos y dejándolo caer como si no fuera importante—. Deduzco que era un hombre lobo, aunque no fuera luna llena ya que es quien creó la pista. Más bien se trataba de una mujer. Dejó las gemas y se fue.

—¿Y por qué no hiciste nada? —cuestionó Dominique con el ceño fruncido.

—Por si fallara —respondió Lorcan—. Y que supiera que estoy ahí.

Dominique rodó los ojos. Rose jugueteaba con su pelo pensativa mientras adornaba el pergamino con más garabatos.

—No iba sola aquella licántropa —mencionó Lorcan—. Otra persona le dijo: "Moon, date prisa"

—Moon —repitió Dominique en un susurro.

—Así que una tal Moon es la que coloca las pistas —dijo Rose mientras apuntaba—. Interesante, interesante.

—Bueno, tengo que practicar Transformaciones —se excusó Lorcan levantándose—. Os veo.

Y dicho eso se fue. Rose miró a Dominique cuál su mirada estaba en un punto fijo, al contrario de su mente que se encontraba cada segundo en una fantasía diferente.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora