Capítulo 7: Harry dirige

27 1 0
                                    

Harry estaba algo enfadado por la autonomía de Watson en su idea de matar a Greyback sin su consentimiento ni el del ministro y tener que ir a las cuevas de los licántropos y llevar a otro grupo al mundo muggle no le hacía ninguna gracia.

—Te dejo el cargo del mundo muggle, Ron —dijo Harry y éste asintió preocupado.

Harry se disponía a las cuevas de los hombres lobo y aunque no estaba asustado por él mismo, no podía evitar pensar en Hogwarts y los inocentes muggles.

—¡Vamos! —ordenó.

Hizo volar la entrada. Según Greyback solo había cinco licántropos allí y ellos eran veinte. Harry avanzaba con sus compañeros detrás.

—Lumos —ordenó a su varita.

Los pasos cada vez eran más lentos. Algunos gritos se oían del interior de la cueva, pero la mayoría del tiempo era silencio.

—Separémonos —propuso Harry.

Los aurores se separaron en el acto mientras Harry seguía los escasos gritos de los niños muggles.

Un frío recorrió la cueva antes de Harry hubiera llegado. La luz oscureció más y la varita de Harry parecía desprender mucha menos luz.

—Dementores... —mencionó Harry.

Como guardianes los dementores aparecieron. Harry sabía tratar a estos seres desde que tenía 13 años así que solo costó en lanzar su hechizo.

El ciervo recorrió la cueva y los dementores desaparecieron con su luz. Harry continuó su paso hasta oír los gritos casi a su lado.

Greyback no mentían. Tenían niños muggles secuestrados y estaban siendo arañados y torturados por dos hombres lobo que se reían. Los niños lloraban y gritaban, Harry casi pudo oír su corazón romperse.

—Petrificus totalus, Petrificus totalus —susurró Harry y los dos hombres lobos cayeron al suelo.

Harry dio lugar y algunos niños dejaron de llorar. Otros aún no eran capaces de relajarse.

—No es grave. —Harry sacó de su mochila polvos de plata y díctamo y tras echárselo, vendó a los chicos con férula.

Por suerte, ninguno de los niños había acabado muerto y algunos ni siquiera habían sido heridos.

—Tenemos que irnos —dijo Harry.

Una persona salió de un recoveco de la cueva, Harry levantó la varita, pero vio que era de los suyo a quiénes le acompañaba tres aurores más.

—Llevaos a los pequeños —ordenó Harry y ellos asintieron indicando a los muggles por donde debían marcharse.

Harry recorrió la cueva para buscar a las chicas que también había mencionado Greyback y los tres hombres lobo sobrantes. Antes de eso y con dolor acabó con la vida de los dos hombres lobos que hacían daño a los niños.

—Hemos encontrado a las jóvenes —informó un auror al encontrarse con Harry.

Las chicas estaban heridas, estaba claro que la mayoría de ellas habían recibido agresión física y sexual. Algunas vestían con poca ropa, otras incluso no llevaban. De los licántropos ya se habían encargado los aurores que estaban muertos en el suelo junto a otro auror.

—Uno de los hombres lobo mató a Dan —informó un compañero de Harry, éste asintió.

—¿Los demás están bien? —preguntó Harry.

—A James hemos tenido que vendarle la pierna porque le han llegado a morder y Samantha se ha doblado un codo —explicó otro auror—. Tiene un brazo al revés.

Harry tragó saliva.

—Llevemos a las niñas fuera —ordenó.

Vistieron a las jóvenes con las ropas de estas que encontraron o con la ropa de los licántropos caídos.

—No os vamos a hacer nada —prometía Harry—. Somos policías.

Las chicas estaban dudosas, pero cuando vieron que les ayudaba se relajaron.

—¡Bombarda! —exclamó Harry una vez salieron de la cueva y ésta se hizo añicos.

Los aurores se encargaron de sanar a las jóvenes, a los pequeños y sus compañeros heridos. Tras acabar decidieron llevarle al mundo muggle y borrarles la memoria.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora