Capítulo 5: Orgullosa Weasley

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Rose Weasley salió con el resto de los de su casa en una fila de uno en uno. Explicaron más o menos como había sido la batalla y les condujeron al Gran Comedor con orden.

Allí se reunieron con sus compañeros de séptimo y de los mayores de sexto. Una lista en las puertas indicaba quién estaba muerto, grave y trasladado a San Mungo o tan solo herido y podía encontrarse en las habitaciones del castillo.

—¡Rose! —Su madre la abrazó con fuerza, aunque Rose no hubiera participado en la batalla estaba cansada y preocupada y estar en los brazos de su madre fue un gran alivio.

Ambas se sentaron en la mesa de Ravenclaw mientras Hermione relataba la batalla y Rose le explicaba su experiencia escondiendo su intención de pertenecer a la batalla un rato.

—Hermione —la llamó Ginny mientras se sentaba junto a ella y su hija—. Harry me ha mandado una lechuza, Ron está herido en San Mungo. Le han arañado gran parte del cuerpo, ha afectado a un pulmón y por seguir batallando ha perdido mucha sangre.

Rose miró a su madre preocupada, ella se mordía el labio, pensativa con expresión preocupada.

—Iremos lo antes posible —prometió Hermione y Rose respondió asintiendo.

Después de una explicación breve de la batalla y una felicitación para todos, Rose y Hermione abandonaron Hogwarts y corrieron a San Mungo.

El camino fue largo, Charlie les dejó el coche volador que había pasado a ser suyo y en él las dos chicas iban con rapidez y sin ser capaces de cruzar ninguna palabra.

Hasta que Hermione notó que Rose gimoteaba.

—Papá estará bien —prometió.

—Mamá —dijo Rose—. Creo que os he decepcionado... Primero caí en Ravenclaw, luego ignoré a mis amigos por averiguar cosas que ni siquiera logré, no pude colaborar en la batalla...

—Rose, Rose —le interrumpió Hermione—. ¿Qué estás diciendo?

—Yo solo quería ser más que la hija de Ron y Hermione —explicó ella—. Yo solo... quería ser especial.

—Tú ya eres especial —dijo Hermione.

—No es cierto —protestó Rose—. No soy tan buena como tú y papá. Vosotros sacrificasteis vuestras vidas en el primer año por la piedra fisofal.

—Y me arrepiento —suspiró Hermione.

—¿Qué? —cuestionó Rose.

—La verdad es que no es el curso que yo esperaba en Hogwarts —dijo Hermione—. ¿Sabes cuál era mi intención? Demostrar que no era solo una Hija de muggles, que era más que eso y bueno, lo que conseguí es que en mi último año me pintaran en el brazo sangre sucia. Lo último que quería ser. Rose, no tienes que sacrificar tu vida para ser valiente, para ser como nosotros. A mí me tocó seguir ese camino y ojalá pudiera haber sido uno más normal. ¿Ves? Nunca nos conformaremos con lo que tenemos, tú sonríe y da lo mejor de ti. Así no nos defraudaras ni a papá ni a mí y lo más importante a ti misma.

—Pero... siquiera soy Gryffindor —suspiró Rose.

—Pues entonces sé la mejor Ravenclaw —respondió Hermione—. La única forma en la que me decepcionas es verte así de decepcionada contigo misma.

Rose sonrió.

—Gracias, mamá —dijo.

—Vales mucho, Rose, demuéstratelo.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora