Capítulo 5: Las ideas de Bill Weasley

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Bill veía todo muy claro. Hermione debía de tener razón y las pistas de los licántropos respondían las preguntas de dónde, cuándo y por qué, pero había algo que a Bill aún no le convencía.

La sangre con la que escribieron las X, parecía que a nadie le extrañó. Esa sangre debía estar seca, de hecho, siquiera le prestaron atención, pero Bill tenía dos teorías.

Conocía el hechizo "duro" que transformaba las cosas menos frágiles o sólidas en el caso de que fueran líquidas en material duro, podía haber un hechizo a la inversa que hiciera lo contrario, pero por mucho que Bill buscara, entre sus pergaminos no hallaba ninguno. La otra teoría era más atrevida y Bill temía compartirla.

Recogió los pergaminos a duras penas con cansancio y cuando acabó observó su documentación en el que ahora un sello alertaba de que el mago había sido atacado por un licántropo y por lo tanto afectado de esa desgracia.

Bill suspiró. Cuando fue a nombrarse como afectado no estaba asustado, de hecho, había hablado amigablemente con el hombre sobre su hija Melody Watson sin que éste temiera del estado de Bill, pero ahora que su documentación explicaba su pequeño defecto no podía evitar a estar asustado. Tener miedo de dar miedo.

—Bill, ¿estás bien? —Fleur entró en la habitación preocupada, Bill asintió.

—Estoy pensando en la sangre con la que escribieron los licántropos —explicó Bill—. Me parece raro que esté en tan buen estado después de diecinueve años.

—Tienes razón —coincidió Fleur con su marcado acento francés acercándose a donde estaba su marido hasta sentarse a su lado—. ¿Y qué se te ocurrido?

—Bueno... —Bill observó a Fleur detenidamente a los ojos—. He pensado en un hechizo de Transformaciones. Ya sabes como duro, pero a la inversa.

—Claro —dijo Fleur—. Te refieres a un hechizo que transforme lo duro en líquido.

—Exacto. También creo que los licántropos quieren darnos una pista con esa persona, pero MacGonagall no nos dijo quién era —recordó Bill con una mueca antes de levantarse—. Creo que voy a acostarme ya —dijo después con aire cansado—. Llevo todo el día buscando un hechizo de Transformaciones y estoy agotado.

—Deberías cenar algo —protestó Fleur—. Estoy haciendo...

—En serio, Fleur —insistió Bill—. Quiero irme a la cama.

Fleur frunció el ceño mientras Bill la despedía con un beso en la frente, luego el mago se preparó para irse, pero Fleur lo detuvo sosteniendo su muñeca.

—Estás preocupado por algo, ¿verdad? —aventuró ella, Bill se mordió el labio nervioso mientras asentía levemente—. ¿Es por Victoire y Dominique? —preguntó Fleur refiriéndose a sus dos hijas que estudiaban en Hogwarts y excluyendo a Louis que recibía su educación en el colegio que fue su madre.

—No es eso —contestó Bill, Fleur le miraba con un brillo de preocupación en sus ojos.

—¿Es la sangre de la pared? —cuestionó ella.

—No he encontrado ningún hechizo de Transformaciones —explicó Bill.

—Podemos seguir buscando mañana —prometió Fleur antes de besar los labios de su marido, pero éste seguía preocupado.

—¿Es algo más? —cuestionó arqueando las cejas.

—Si no es un hechizo puedo ser que esa persona... —Bill hizo una pausa, pero Fleur le sujetó la mano provocándole confianza—. Que esa persona siga con vida.

Los ojos de Fleur brillaron y su boca su abrió un poco.

—Sé que es una locura, pero... —Bill ahogó sus palabras sin saber cómo excusar su teoría, pero a Fleur no le parecía molestar aquella idea, de hecho, pensaba que era otro lazo que enlazar.

—No es una locura, Bill —dijo Fleur con seriedad—. Pero creo que deberías hablar esto mañana con el resto.

Bill aceptó asintiendo con la cabeza.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora