Capítulo 1: El astuto Greyback

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—Buenas noches, señores.

Los aurores se habían reunido. Estaban avergonzados por no saber donde empezar, pero la amenaza vino por sí sola.

Greyback estaba apoyado en la puerta. Eras las doce y cuarto de la noche. Sonreía con malicia ante los estupefactos aurores que levantaron sus varitas.

—Solo vengo a hablar —prometió él.

Los aurores miraron a Harry que rascándose la barbilla le concedió la palabra, pero sin que los aurores bajaran sus varitas.

—Dejémosle hablar —ordenó Harry con voz potente—. Tal vez tenga información valiosa.

Greyback sonrió aún más. Se acercó a la mesa y se acomodó en una silla.

—Vengo a negociar —explicó el hombre lobo, Harry frunció el ceño extrañado y tomó asiento frente a su oponente.

—Tienes treinta y una varitas apuntándote —recordó Harry—. Sé breve y sensato.

A Greyback no pareció importarle la amenaza del auror. Tampoco tenía prisa. Tardó en hablar.

—Los mortífagos eran unos idiotas —mencionó Greyback—. Cuando Voldemort murió todos se alejaron como cucarachas por miedo y apenas se ha vuelto a saber de ellos... Pero sin embargo nosotros hemos sido más inteligentes...

—¿Qué quieres decir? —cuestionó Harry.

Greyback soltó una risita.

—Los licántropos nos marchamos —explicó él—. Ya sabes por seguridad, era más que obvio que Voldemort perdería y los licántropos teníamos un trato con los mortífagos. Conseguir derechos en la nueva era. Ser personas normales. Así secuestré a la querida Melody... —Su padre que estaba presente apretó con fuerza su varita—. A estas alturas ya debe estar muerta. ¿Qué más da? Era lo que creíais...

El padre de Melody dejó escapar un gruñido, pero Harry le hizo un gesto de mano para que se mantuviera firme.

—Ya veo —estudió Harry—. ¿Y qué queréis ahora? Porque habéis venido. ¿Cuál es el trato?

—Es sencillo —aseveró Greyback—. Tengo a cien de mis hombres en Hogwarts. Bueno noventa y nueve sin contar a Melody. Luego tengo a cincuenta preparados para sembrar terror en el mundo muggle, a los más salvajes. Los otros cincuenta y cinco esperan órdenes. A cincuenta de ellos los mandaré a Hogwarts si no me hacéis caso y a los otros cinco les pediré que empiecen a actuar.

—¿A actuar? —repitió Harry confuso.

—Ah sí, eso lo olvidé. —Greyback soltó una carcajada—. Tenemos ciento cincuenta y tres niños muggles de diversas edades y veinte adolescentes con las que jugar si no me obedecéis. —Greyback observaba a Harry que apretaba los dientes—. ¡Ah! ¿Y ves esto? —Greyback señaló una mecha plateada de la que Harry no había reparado hasta que Greyback la mencionara—. Todos los de la manada la tenemos, si me matáis ahora... Bueno, será la alarma para que empiece todo.

Harry tragó saliva.

—Muy bien —aceptó—. ¿Y qué es lo que quieres?

—Harry, no podemos aceptar un trato de una mala persona —protestó Ron—. Harán las cosas igualmente.

—O no —dijo Harry—. Esperemos a oír el plan. ¿Qué quieres, Greyback?

—Solo quiero el papel de ministro de magia —dijo él—. Gobernar todo el mundo mágico. Dadme ese puesto y tanto los muggles como la gente de Hogwarts será libre.

—Harry, no es buena idea —insistió Ron.

—Ron, Hermione y Ginny están en Hogwarts —recordó Harry—. Por no hablar de nuestros hijos.

—Ellos estarán bien —prometió Ron.

—Muy bien, Greyback —dijo Harry—. Así que Hogwarts no era una distracción, sino una amenaza...

—También era parte de distracción —apuntó Greyback—. ¿Os gustó mi búsqueda del tesoro?

Harry soltó un bufido.

—Muy bien, Greyback, acabemos con esto —dijo—. Vamos al ministerio.

Greyback sonrió maliciosamente. Los aurores debían obedecer a su mayor y ese era Harry.

Los aurores y el hombre lobo se transportaron al ministerio con polvos Flu y tras llegar a éste Greyback fue llevado escoltado por los aurores hasta el despacho del actual ministro de magia que no sabían cuánto duraría más.

—¿Estás seguro, Harry? —preguntó Ron.

—Creo que sí —contestó éste—. Ya hubo muchas muertes hace veinte años... No puedo permitir que haya más por mi culpa.

—Es lo que vas a conseguir —murmuró Ron.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora