Capítulo 1: Los recuerdos en los cromos

29 1 0
                                    

Flashback
Ernie estaba emocionado. Se removía en su asiento de tren con entusiasmo y abría ranas de chocolate sin parar. Éstas saltaban sobre las piernas de su compañera de cabina.

—¿Qué cromos te han tocado? —inquirió Hannah con interés inclinándose a mirar.

Ernie removió entre los envoltorios y sacó los distintos cromos que había, mientras lo pasaba con mirada aburrida y repitiendo constantemente que ya disponía de todos ellos.

—Nunca me tocará Dumbledore —protestó Ernie—. ¿Es mucho pedir que me toque el mago que derrotó a Grindelwald?

Hannah abrió con cuidado un envoltorio de una rana que aún no había abierto Ernie y sacó de él el cromo de Dumbledore. Justin, el otro que ocupaba el asiento en el departamento dejó escapar una divertida risita.

—No entiendo por qué preferís los cromos a los chocolates —comentó él con la boca llena.

Ernie ignoró el comentario mientras mantenía los ojos en el cromo que sujetaba Hannah con una sonrisa traviesa.

—¿Qué puedo hacer para que me lo des? —cuestionó Ernie desesperado.

—Dame el cromo de Merlín —ordenó Hannah extendiendo una mano y alejando el cromo de Dumbledore con la otra—. O sino, no hay trato.

Ernie observó su cromo de Merlín y con una mueca lo intercambió por el de Dumbledore que le entregó Hannah en cuanto el otro quedara en su poder.

La puerta del departamento se abrió por una chica que no debía ser más mayor que ellos. Tenía el pelo encrespado, los dientes delanteros más largos de lo demás y unas pequeñas pecas sobre su nariz.

—¿Habéis visto un sapo? —inquirió—. Un chico llamado Neville ha perdido uno.

Los tres amigos se intercambiaron miradas de confusión para luego negar con la cabeza. La chica miró con cara de asco el desorden de envoltorios de ranas de chocolate, cromos y éstas mismas por todo el departamento y decidió marcharse, pero antes alguien chocó con ella.

—Lo siento —dijo tímidamente—. Busco a la señora del carrito. No ha pasado por mi departamento.

—Se les ha acabado los dulces —explicó la chica que había venido por la desaparición de un sapo.

—Sí, pero a nosotros nos sobran ranas de chocolate —señaló Ernie—. He comprado solo por los cromos.

La tímida chica entró mientras la otra se marchaba. Ésta era morena con un pelo ondulado bien cuidado que le caía sobre los hombros, tenía los ojos gatunos y la nariz ancha.

—¿Cómo te llamas? —inquirió Justin aún con la boca llena por no dejar de consumir ranas.

—Melody —respondió la chica—. Soy de primero, con que estoy algo perdida.

—Nosotros también somos de primero —celebró Hannah antes de morder una rana de chocolate—. Así que también estamos confusos.

Melody sonrió tímidamente y tomó en sus manos una rana de chocolate mientras Ernie abría el último paquete.

—¡No fastidies! —exclamó.

Enseñó al resto el cromo de Dumbledore y Hannah y Justin dejaron escapar risas.

—Con esta suerte me enviarán a Slytherin —escupió Ernie—. Odio esa casa. Es tan fría. Prefiero Hufflepuff o Gryffindor, que te tratan como una familia.

—Sea como sea, espero caer con alguno de vosotros —dijo Justin—. Sería una faena tener que socializar de nuevo.

—Pues a mí me gustaría ser de Ravenclaw —opinó Hannah—. Me gustan las personas inteligentes y creativas, pero no sé si soy lo suficiente como para caer ahí.

Hannah quedó en silencio, hasta que la chica se percató de que Melody aún no había compartido su opinión.

—¿Y tú, Melody? —le preguntó.

—Me gustaría ser Gryffindor... —respondió la chica en un susurro—. Es la casa a la que fueron mis padres.

—Siempre se habla del mismo tema en el expreso —observó Ernie—. No sé, no creo que la casa sea lo único que estéis pensando de Hogwarts. ¿Qué asignatura tenéis más ganas de dar?

—Vuelo —respondió Justin—. Solo con pensar que en una simple escoba podemos estar en el cielo... —Justin cerró los ojos y sonrió imaginándose la sensación.

—Yo... —dijeron de pronto Melody y Hannah a la vez.

—Perdón —se disculpó Melody.

—No, dilo tú —ordenó Hannah amablemente.

—Historia de la magia —dijo Melody—. He leído cosas sobre el tema, pero quiero darlo en clase. Aunque sé que por el profesor es de las clases más aburridas.

—Está bien —aceptó Ernie—. Así tú te enteras y nos explicas.

Melody sonrió de nuevo. El comentario de Ernie le había hecho entender que ya le habían metido en el grupo.

—¿Y tú, Hannah? —le apremió Ernie.

—Herbología.

—Qué rollo —comentó Ernie y ésta le golpeó en el brazo con amistad—. Pues yo, Defensa Contra las Artes Oscuras —dijo Ernie—. Solo eso puede protegernos de lo ocurriría.

Después de hablar de otras cosas que esperaban de Hogwarts y de pasar el día juntos, la hora de bajar al expreso dio comienzo. Los cuatro no se separaron, de hecho, ocuparon la barca juntos.

Cuando Hannah fue seleccionada Hufflepuff, Justin rezaba para caer con ella, que una vez su turno fue enviado a la misma casa. Ernie y Melody eran los que quedaban. Melody había sido muy tímida en el principio del expreso, pero finalmente habían hecho buenas migas y Ernie podía ver como los ojos de Melody brillaban de terror cuando Ernie fue a ponerse el sombrero.

—¡Hufflepuff!

Ernie pasó a su lado y le guiñó un ojo después de susurrarle que daba igual que casa fuera, pero sabiendo que eso no consolaría en absoluto a la insegura Melody.

—¡Watson, Melody! —exclamó el sombrero.

Ella salió de entre el resto y se sentó en el taburete observando a sus nuevos amigos que ya preparaban las manos para aplaudir.

—¡Hufflepuff!

Melody saltó del taburete y se reunió con el resto que le felicitaron con vítores y alegría.

—¡Esto no puede ir a mejor! —exclamó Ernie, pero entonces el banquete apareció en el acto—. ¡Adoro Hogwarts! —gritó Ernie sin vergüenza mientras sus amigos reían.

Fin del flashback

Ernie sonrió mientras sacaba de su cajón más preciado la larga baraja de cromos que ya había formado.

Algunos cromos eran más recientes y en él podían observarse magos como Harry Potter, Hermione Weasley, Ron Weasley. Ernie sonrió por los viejos tiempos en los que se intercambiaba cromos con Hannah o con Melody y mientras Justin se encargaba de consumir las ranas de chocolate. Dejó escapar unas risas al recordarlo.

No podía negar que había sentido algo por Hannah o por Melody, pero el sentimiento hacia Melody había durado hasta que logró superar su muerte en la batalla, pero con todo esto que estaba ocurriendo... Melody podía seguir viva, pero Ernie no estaba seguro si eso podría ser mejor.

—¿Profesor Macmillan? —Victoire asomó tímidamente la cabeza por el umbral de la puerta de su despacho.

Ernie guardó los cromos en su cajón e invitó a pasar a la estudiante.

—¿Podemos hablar? —cuestionó Victoire—. Hay cosas que deben saber los profesores, pero solo me siento capaz de hablarlo contigo...

Ernie asintió e invitó a la chica a sentarse. Ésta le relató toda la historia mientras Ernie hacía esfuerzos por escucharla e ignorar el estado en el que se podría encontrar la tímida e inocente Melody.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora