Capítulo 9: EL reencuentro de los Watsons

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Estaban en una batalla. Greyback iba a hacer un golpe de estado. Matarlo no había sido tan mala idea y el ministerio le apoyaba, pero no justificaba su error.

—Reduciremos el asesinato a una multa —aceptó el ministro—. Greyback quería matarme y todo ha salido bien, pero la próxima vez que elija sus actos por sí mismo estará fuera.

Matthew asintió.

—Lo lamento, señor —suspiró—. Mencionó a Melody y yo...

—Lo comprendo —aceptó el ministro—. Pero entiéndame usted a mí. Es un aviso y una multa, no más.

—Gracias, señor.

—Y lamento mucho lo de su hija Melody —murmuró el ministro.

—No importa —musitó Matthew.

Unos toquecitos se oyeron desde el otro lado de la puerta.

—¿Quién es? —preguntó el ministro.

—William Weasley —respondió su voz—. ¿Está el señor Watson?

—Pase —ordenó el ministro.

La puerta se abrió. Bill Weasley la dejó abierta mientras del umbral se asomaba tímida Melody Watson que reconoció a su padre nada más mirarlo.

Se mareó un poco al recordar varias cosas de golpe, pero la alegría era mayor que el cansancio.

Ambos estaban mirándose. Uno en frente del otro. Un gran silencio. Silencio llenado con hermosas miradas. Tanto el ministro como Bill mantuvieron el silencio también.

Solo costó unos cinco minutos que Melody se envolviera en un abrazo con su padre y que llorara sin parar de alegría por reencontrarse. Matthew también lloraba.

—¡Papá, papá! —decía Melody apretando a él contra ella—. Te he echado de menos.

Porque, aunque no le recordaba, echaba de menos ese amor paterno que todos necesitamos.

—Yo también te he echado de menos, querida —respondió Matthew.

El ministro indicó a Bill que salieran de la habitación y así dejaron a ambos la intimidad que se merecía.

—¿Dónde has estado, Melody? —inquirió él limpiando las lágrimas de ella.

—Me... me secuestraron los hombres lobos... —lloriqueó—. Pero estoy bien... Hogwarts y un profesor de allí me ayudaron a recordar —prometió ella.

—¿Macmillan?

—Sí.

—Me alegro mucho de volver a verte. —Matthew se limpió una lágrima—. Ahora quiero recuperar el tiempo perdido. Abrazarte y ser el padre que no he podido ser estos años.

—Papá —le llamó Melody—. Siguiendo adelante cuando creíste que estaba muerta y manteniendo la esperanza cuando pensaste que podía estar viva ya has hecho suficiente. —Las lágrimas de Matthew no podían dejar de salir—. Volvamos a casa.

—Sí —respondió Matthew—. ¿Señor ministro? —iba a pedir permiso, pero él se había ido.

Melody y Matthew lo buscaron dando una vuelta sobre ellos mismos, el ministro apareció por la puerta.

—Diviértase, señor Watson —le concedió el ministro—. Se lo merece.

Él asintió y junto a Melody se despidió del ministro y de Bill.

—Gracias.

Aullidos de Venganza (Una historia de la Tercera Generación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora