Justin seguía atento, sin perder detalle de las noticias de su país.
Su corazón estaba destrozado, hacía sólo dos días que su madre había sido sepultada. Su muerte y su sepelio había sido cubierto por los noticieros de todo el país, así como por la prensa internacional.
Todo había sido tan repentino, que lo tomó por sorpresa, el accidente donde había perdido la vida había sido provocado por un hombre en estado de ebriedad, quien también había perdido la vida, así como el chófer de su madre y uno de sus escoltas, que en ese momento la acompañaba en el auto a petición de su padre, quien empezaba a sospechar que algo ocultaba y no se equivocaba, sólo dos días antes de su muerte, se habían reunido de nuevo, había sido un tiempo tan mágico y especial, que lo atesoraría toda su vida.
Durante el sepelio cumplió su palabra, no asistió al funeral, ni se acercó, pero desde lejos pudo ver lo que sucedía y darle el último adiós a su madre, y aunque tuvo la precaución de no mostrar su rostro, no fue tan inconsciente de dejarse ver, ni de acercarse tanto.
Desde las sombras y perdido entre los autos estacionados y los árboles circundantes, pudo observar cada detalle.
Ahí estaba su padre, derrumbándose como nunca creyó poder verlo, él sabía que la amaba, pero no imaginó cuánto. Al menos eso tenía que agradecerle, que hubiese sido bueno con ella y que la hubiera hecho feliz, hasta los últimos momentos de su vida.
También había visto a sus hermanos, tan fríos, tan soberbios, como siempre. Impasibles, como si no sintieran su muerte, cuando él sabía que también la amaban.
Miro a William el segundo de sus hermanos, Lucía tranquilo al lado de su padre, quien estaba deshecho, él era uno de los orgullos de su padre, pero no el primero, ese era su hermano mayor George. Ambos médicos como el resto de la familia, sólo que George era cirujano plástico y William se había especializado en ortopedia, ambas carreras muy lucrativas y útiles en la clínica que su padre dirigía, también estaba su hermana Margaret, una prestigiosa anestesióloga, los tres estaban acompañados por sus parejas, también médicos, junto a ellos miró a su hermana menor Annie, se veía tan diferente, cuando dejó de verla era todavía una jovencita, que se negaba a sujetarse a la voluntad de su padre, se negaba a estudiar una carrera médica, pero luego se había, enterado de que como siempre, él había terminado imponiendo su voluntad, ahora estaba recién graduada y haciendo su especialidad en oncología, ella era la única que todavía le dirigía la palabra antes de alejarse de ellos y la única, que compartía o al menos no lo criticaba por querer dedicarse a ayudar a la gente menos favorecida. Esperaba de todo corazón, que con el tiempo no hubiese cambiado, ni su carácter, ni sus sentimientos.
Del otro lado de su padre se encontraba George, su hermano mayor, Lucía tan impasible, tan orgulloso como él era, ¿y cómo no? Su padre siempre decía que él era el mejor de todos, lo consideraba su sucesor cuando él se retirara y de hecho ya era el segundo al mando en el hospital, así que con justificada razón se sentía y actuaba como si fuera el centro del universo.
Recordaba con tristeza como siempre había visto en él a un rival a vencer, y toda su vida se había dedicado a bloquearlo, no sólo ante su padre, si no delante de quien quisiera escucharlo. Su envidia había llegado a tanto, que incluso había terminado por envenenar su relación con Sarah su novia, el amor de su vida, con quien había pensado formar una familia.
Recordó la punzada, que sintió en su corazón, al verla parada junto a él, tomada de su brazo, con orgullo, ahora Sarah era su esposa, una renombrada dermatóloga, que había cumplido su sueño de ser la esposa de un Hamilton, aunque para ella daba igual cual de los tres Hamilton hubiese sido, de lo que si estaba seguro era de que había escogido al correcto, eran tal para cual.
Mientras él la había amado con locura, ella sólo buscaba el prestigio que su matrimonio con él le iba a acarrear, ella se lo había dicho, cuando terminó con él al darse cuenta de que su padre ya no lo apoyaría, de hecho, había sido una de sus peores críticas en cuanto a su deseo de ejercer la medicina ayudando a quienes no podían pagar sus servicios.
_ Es, mejor que terminemos nuestra relación. - había dicho. _ tu padre no aprueba tu decisión y no puedo ir en su contra.
_ No puedes decir eso. - la miró consternado rodeándola por atrás con sus brazos. _tú y yo nos amamos, podemos salir adelante juntos, además, quizás tú puedas hacer cambiar a mi padre de idea. - beso la parte superior de su cabeza.
_ ¿Estás loco? - había gritado ella escandalizada. _ tu padre tiene razón. - se separó de su abrazo enfrentándolo. _tu futuro está en el hospital, al igual que el mío, si te alejas de esto, no tienes nada.
_ Podemos empezar de cero.
_ ¿Qué te pasa? - lo había mirado airada. _ yo no pienso dejar mi carrera, mi prestigio, por seguirte a ti, mi lugar esta aquí, mi padre es el segundo al mando en el hospital. - en ese momento así era. _ no tengo porque ir a pasar dificultades, mezclandome con gente sin clase ni educación, jamás lo haré.
_ Pero... Tu... Tienes la misma visión que yo, estabas de acuerdo conmigo.
_ Por supuesto que no. - rio. _ si te lo hice creer fue porque pensé que desistirías, que en algún momento tu padre iba a lograr hacerte entrar en razón, pero no pensé que fueras tan estúpido.
El la miraba con incredulidad, con el corazón hecho pedazos, sin poder asimilar en su totalidad sus palabras.
_ ¿De verdad creíste que yo me rebajaria a tanto? No pienso ser la esposa de un perdedor, yo no nací para eso, soy una gran dama y tú no estás a mi altura.
Sus palabras aun cuando habían pasado tantos años, seguían retumbando en su mente y en su corazón, y aún lastimaban.
Dolido apartó la mirada de ellos y se centró en su abuelo, se encontraba a un lado de ellos, sin que nadie le prestarse atención, salvo Annie que se había acercado a él.
Lo observó buscar con su mirada entre la multitud, y no parar hasta que sus miradas se encontraron, él sabía que Justin estaría ahí, pero no sabía cómo lo identificaría, ya que no podía darse a conocer, sin embargo, no le fue difícil, el amor que existía entre ambos era algo tangible incapaz de ser ignorado, era algo que los unía aún a la distancia.
Una ligera sonrisa que iluminó el rostro del anciano por unos leves segundos fue su saludo y su despedida.
Él se alejó de ahí perdiéndose a la distancia, no sabía si lo volvería a ver o no, pero estaba tranquilo porque estaba seguro de que él sabía cuánto su nieto lo amaba.
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MI NECESIDAD DE TI No.7️⃣ /SERIE HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceJustin estaba sorprendido, ¿ella era la misma chica que lo había dejado impresionado en aquella ocación?, claro se dio cuenta de que desde entonces se le daba bien tomar lo que no era, suyo. La observo una vez más haciendo su trabajo y una sonrisa s...