Gloria entró apresurada al área de medicina del centro para mujeres maltratadas, había sido llamada de emergencia, ya que la enfermera en turno no había asistido ese día.
Cuando entró, su corazón se contrajo, en una camilla yacía una mujer semi inconsciente, su rostro y su cuerpo mostraban las huellas de violencia de un esposo abusador, en otra camilla, un médico luchaba por reanimar a un pequeño de unos dos añitos aproximadamente que se encontraba inconsciente, el médico luchaba sólo, mientras una de las trabajadoras del centro observaba conmocionada la escena, sin atreverse a acercarse, mucho menos a obedecer las instrucciones que el médico le daba.
Ella se apresuró a ayudar acercándole lo que él pedía.
Luego de varios minutos de angustia el bebé reaccionó, Gloria escuchó como el médico respiraba con alivio.
_ Vigílelo. - había dicho con prisa mientras se daba la vuelta apresurado para atender a la madre del pequeño, ella obedeció sin apartar la vista del pequeño, al parecer estaba reaccionando bien, con alivio escuchó las sirenas de una ambulancia llegar y detenerse.
Los paramédicos llegaron, escucharon el diagnóstico del médico y con prisa lo sacaron del lugar para llevarlo a recibir atención médica en el hospital. Ella no sabía si acompañarlo o permanecer ahí.
_Quédese. - escuchó la voz del médico que seguía luchando por salvar a la madre, el bebé necesitaba atención urgente y su madre aún no había sido estabilizada como para trasladarla, así que ordenó a los paramédicos llevar al bebé.
Ella se acercó y empezó a ayudar, escucho cuando otra ambulancia llegó y se detuvo, pero la madre seguía inestable, el médico seguía en su intento por salvarla.
Por fin logró estabilizarla y sin pérdida de tiempo, ayudó a subirla a la ambulancia.
_ Llévenla. - ordenó.
Las puertas de la ambulancia se cerraron y partió.
Cuando todo hubo terminado el soltó el aire contenido, había hecho lo mejor que había podido, esperaba que lo lograran.
Ella lo miraba consternada, de todos los médicos del mundo, tenía que ser él, esperaba que no la reconociera.
Justin levantó la vista, por primera vez veía a la enfermera que le había sido enviada. No lo podía creer, era ella, la pequeña ladronzuela, su estrella inalcanzable, su necesidad, como decía el poema que había escrito años atrás y que ahora no estaba en su poder.
_ Hola. - le dirigió una amable sonrisa. _espero no haber sido inoportuno al solicitar sus servicios.
_ No. - contestó, no podía decirle que prefería mil veces tener todo su tiempo ocupado, que estar en su casa o estar ociosa, sin una amiga con quien compartir su tiempo. _precisamente me llamaron por estar disponible.
_ ¿Entonces no le molestará acompañarme al hospital? - la miró. _ Sé que les darán la mejor atención, pero quiero darles seguimiento.
_ Está bien. - dijo ella sin dudar.
El la condujo hacia su auto, no podía creer lo que estaba haciendo, no la necesitaba, no había ninguna razón para que ella lo acompañara, iban al hospital, en donde estaba lleno de enfermeras.
El jamás se había sentido intimidado por una mujer, y aunque no necesitaba lanzarse a conquistar a ninguna porque todas se le insinuaban antes de que él intentara siquiera algo, no tenía problemas con hacerlo, era atractivo, tenía una carrera, una buena reputación, una trayectoria ascendente, ahora poseía riquezas, podía conquistar a la mujer que quisiera, sin embargo con ella se sentía intimitado, no era capaz de tratarla como a las demás mujeres, no podía intentar algo cuando sabía que no podía ofrecerle nada duradero y eso hacía que se sintiera
Inseguro.Gloria sentía las miradas de los empleados, cuando pasaban delante de ellos, intentó quedarse, atrás para, no llamar la atención, pero Justin no se lo permitió, por un momento colocó su mano en su espalda, a la altura de su cintura, haciéndola avanzar junto a él, pero luego la retiró. Como si su contacto quemara.
Ella agradeció que lo hiciera, porque la sensación que sintió fue de éxtasis, fue algo que nunca había sentido con ninguno de sus pretendientes, incluso cuando la habían besado, esto era, algo mágico, placentero y a la vez perturbador, él era un médico, y no cualquiera, era importante, en cambio ella, aunque se esforzaba no podía salir de su situación precaria, deseando convertirse en doctora, cuando en realidad solo podía conformarse con ser una enfermera de entre el montón.
Justin la guió por largos pasillos, hasta que ingresaron al área de terapia intensiva.
Justin habló con el personal a cargo y agilizaron los trámites para dejar bien instalados tanto a la madre como a su pequeño.
El los reviso de nuevo llamándola a ella para, que estuviera presente y lo asistiera de ser necesario, cuando constató que todo estaba bien y que dio instrucciones, se dirigió de nuevo a la salida. No pasó desapercibida para ella la forma en que él se dirigía al personal, tenía tal autoridad que nadie se atrevía a objetar sus órdenes como si él fuese el dueño del lugar, ella lo miraba con discreción, sumiendose en sus propias fantasías, imaginando que sería ser la novia de semejante hombre.
Justin caminaba al lado de Gloria, debatiéndose si hacerle una invitación a comer o no, ya era mediodía. Era Insólito que se sintiera tan inseguro con ella, que le preocupara el que lo fuera a rechazar. Nunca antes había dudado de su capacidad de atraer a las mujeres, cualquiera estaría brincando de gusto por una invitación suya a comer, pero ella no era cualquiera y no estaba brincando de gusto precisamente, por estar a su lado.
Había tomado una decisión, cuando su teléfono sonó.
Gloria lo miró contestar a la llamada y observo cómo su rostro cambiaba de expresión, un velo de preocupación lo cubrió. Se preguntó que lo perturbaba de esa manera.
Justin se había alejado unos pasos para contestar, una vez terminada la llamada se acercó de nuevo a ella.
_ Lamento tener que dejarte aquí. - le informó consternado. _pero ha surgido algo y me tengo que ir.
_ No se preocupe. - dijo ella sin perder su habitual calma. Yo me voy en autobús.
_De ninguna manera. - exclamó, no tenía tiempo de regresarla al centro para mujeres maltratadas o de llevarla a su casa, pero de ninguna manera la dejaría sola o la dejaría tomar el autobús. _ si esperas unos minutos alguien pasará a recogerte. - le indicó.
Ella asintió
De verdad discúlpame. - dijo mientras su celular volvía a timbrar. _ todo estará bien. Cuídate. Le dio un ligero beso en la mejilla de despedida tomándola por sorpresa.
Mientras ella quedaba aturdida, él se dirigió a recepción dando una serie de instrucciones a una de las recepcionistas, que ella no alcanzó a escuchar, pero que sin duda se referían a ella porque ambos la miraron, luego él se marchó y la mujer con la que habló se encaminó hacia ella.
_ Buenos días. - saludo. _MI nombre es Marta, _ ¿sería tan amable de acompañarme? Me pidió el doctor Hamilton que la atendiera mientras pasan por usted.
Gloria obedeció sorprendida. Y más se sorprendió cuando la hicieron pasar a un despacho y le ofrecieron algo de beber.
Ella declinó la oferta y se sentó a esperar, preguntándose si ese era uno de los hospitales que el doctor Justin Hamilton tenía y si esa sería, su oficina.
Por fin después de varios minutos se presentó un hombre que luego supo era chófer del Doctor Justin.
Después de despedirse de la recepcionista y de agradecer, siguió al chófer pidiéndole que la llevara, al Centro de Ayuda, no deseaba, regresar a, su casa, no soportaba estar mucho tiempo ahí, sintiéndose rechazada como si estorbar a a sus tíos, cuando lo que hacía era ayudarlos.
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MI NECESIDAD DE TI No.7️⃣ /SERIE HOMBRES DE LA SIERRA
RomanceJustin estaba sorprendido, ¿ella era la misma chica que lo había dejado impresionado en aquella ocación?, claro se dio cuenta de que desde entonces se le daba bien tomar lo que no era, suyo. La observo una vez más haciendo su trabajo y una sonrisa s...