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Isabella:

Meto una cuchara de helado de vainilla a mi boca y me lo trago, si a este paso sigo comiendo dulce, comida chatarra y helado, como lo he estado haciendo, voy a subir más de un kilo y tengo más posibilidades de hacerlo si sigo permaneciendo todos los días sentada en mi mueble, viendo películas viejas y levantándome solo para ir al baño.

Termine con Ben..

Mis ojos otra vez se humedecen y para calmarme, meto otra cuchara, el hielo me da en el cerebro.

Tocan el timbre de mi casa, malhumorada me levanto y me dirijo a abrir, aunque no llevo ropa decente, es más, traigo mi pijama y no me he bañado, mucho menos peinado.

Y cuando abro la puerta, hubiera deseado hacer al menos una de las cosas mencionadas con anterioridad.

—Adán.




Adán:

—¿Qué ... que estas haciendo aquí?.—Pregunta llena de sorpresa. 

—Charlie.

Ese "Charlie" ya se ha vuelto un código entre nosotros.

—¿Charlie?

—Si, dice que no contestas sus llamadas.—Paso la mirada sobre su cuerpo.—Y ya imagino porque, tampoco contestaste mi mensaje.

La mirada de Bella baja, con cierto temblor en sus ojos.

—¿Qué sucede, Bella?

Abro mucho los ojos en cuanto veo las lagrimas en ellos, entonces para mi sorpresa se echa a llorar y apoya su rostro sobre mi pecho.




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—¿Desde cuándo tú y Charlie se han hecho tan unidos?.—No dejo de mirar con sorpresa, la manera que tiene de desquitar su dolor esta mujer.

Sentada sobre el mueble mientras se lleva cucharadas de helado a la boca, he tomado el sitio vació junto a ella y aunque he logrado que deje de llorar, sé que todavía su dolor sigue ahí.

¿Qué clase de hombre dejaría ir a una mujer como Isabella Lewis?

Si tuviera una vida como se ve que la tiene ese tal Ben, jamás podría dejarla ir.

—Desde que se volvió un fiel cliente de la página.

Isabella casi se atraganta con el helado.—¿Charlie ..?

—Sí, me pide recomendaciones.—Respondo con una sonrisa.—Le doy acceso a buenos vídeos.

—Debe ser la forma más rara que he visto como se crea una amistad.

Ella mete otra cuchara en el bote de helado, me la extiende.

—¿Quieres un poco?.—Me ofrece.

—No.

—¿No te gusta el helado de vainilla?.—Pregunta con una ceja alzada,se lleva otro pedazo a los labios.

—La única forma en la que coma helado de vainilla o cualquier helado es si lo tienes untado en el cuerpo.

Los ojos de Isabella se abren.

—Es una escena.

—¿Hay alguna clase de escena que no hayas hecho?

—Hay muchas de hecho.—Respondo. Hay cosas que aun ni yo me he atrevido a hacer.

—Pero no creo que un poco de helado de vainilla haga mal.

Doy un suspiro corto.—Veras, Bella, los actores de mi tipo seguimos una rigurosa dieta. Está en el contrato.

—¡Genial!.—Resopla.—Otra pregunta que debiste responder en la entrevista y no aquí.

Sonrio.

—Aunque así como estoy... no estoy segura de poder hacerte una entrevista.

Frunzo el ceño.—A penas es jueves. Tienes dos días para reponerte.

—No estoy tan segura.

—No tenía idea que por estas cosas cancelabas tus entrevistas. ¿No eres profesional?

—¿Ahora vas a juzgarme, Adán? ¿Justo ahora?

Otra vez esos ojos se llenan de lágrimas, Isabella deja el helado sobre la mesa de centro.

Me inclino hacia ella.—Escucha. No sé cómo funcione ser periodista o lo que te lleva a hacerlo, incluso cuantos estudios de esfuerzo debas dedicarlo.

Me mira dudosa.

—Pero un trabajo es un trabajo ¿No? Creo que ambos sabemos que debemos ser profesionales.

—Estoy empezando a creer que realmente soy yo.—Confiesa.—Que yo arruino todo.

—Eso no es cierto.

—Adán, apenas nos conocemos. No sabes lo que he hecho...

—¿Hablas de que no sé qué llevaste a tu camarógrafo al hospital?.—Le recuerdo.

—Eso lo sabes porque yo lo dije.

—Lo importante es que lo se.—Examino su rostro.—Una vez estaba con gripe y una fiebre alta, tenía que salir a grabar una escena, pero no di un paso al costado. Me tome una puta pastilla y salí a grabar.

—No es lo mismo.

—Hablo de ser responsable con el trabajo.

Ella niega.—¿Por qué tanto deseo de que te entreviste?

—No soy solo yo.—Confieso, Bella me da una mirada confundida.—Rick y Kai también quieren ver esa entrevista. Es una forma de mostrar que no solo somos personas que van, cogen frente a una cámara y se acabó.

Una mueca cruza los labios de Bella.

—Aunque no nos has dicho en qué torno girara la entrevista, queremos creer eso.

—No te equivocas.

Sonrio despacio.

—Gracias, Adán.

—¿Entonces...—Me pongo de pie y ella también.—¿Harás la entrevista?

—Deprimida, pero lo haré.

Sonrio.

—Una cosa más.

—Dime.—Me pide.

—Toma un baño.

—Muy gracioso.—Sus ojos ruedan.

Mantengo la sonrisa en mis labios y me dirijo a la puerta, sus pasos me siguen, me vuelvo a ella antes de marcharme de su casa.

—¿Olvidaste algo más?.—Ella se cruza de brazos, sus pechos rebotan.—¿Algo que decirme?

—Si.—Le respondo .—Y esta va en serio.

—Entonces no me hagas esperar y dímelo.

Separo los labios muy despacio, mi mirada permanece sobre esos bonitos ojos marrones, escondidos detrás de esas gafas.

—Si un hombre te hace llorar y esas lágrimas no son de felicidad, entonces no te merece, Isabella.

En la piel de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora