Isabella:
Yo siempre he sido cuidadosa.
Incluso antes de Ben y desde mi primera relación sexual, me he cuidado siempre.
Y ahora... ¿Cómo es posible que contrajera Clamidia?
Solo me he acostado con Ben y con Adán.
Si bien no me he cuidado con Ben varias veces porque se supone que solo nos acostamos entre nosotros, ahora mismo estoy confundida y con miedo, miedo de descubrir que Ben no es el chico que creí y miedo de decepcionarme de Adán.
—¿Clamidia?. —Adán repite la palabra.
Tengo un nudo en la garganta.
—Si, Clamidia. —Respondo con desdén.
Adán frunce el ceño. —¿Y has venido directo a mí a preguntarme si he sido yo quien te ha contagiado?
—Vine porque estaba de camino al hospital y también por eso.
—¿Y qué es lo que piensas?
—Quiero que me lo digas tú.
Adán se queda helado.
—¿Me has contagiado la clamidia?
Sus ojos se abren mucho, lo que siento a continuación, es como me coge del brazo y tira de mí hacia una esquina, donde las personas que están preparándose para grabar una escena, no nos interrumpan.
—¿De verdad piensas eso de mí, vas a juzgarme por mi profesión?
Aparto mi mano de un tirón.
—Lo que quiero es oírlo de ti.
—Pues no. —Sus músculos se tensan. —No te he contagiado la clamidia, Isabella. Hay un proceso aquí, casi diario tenemos exámenes, creí que lo sabrías después de la entrevista.
—Jamás me respondiste sobre los cuidados que tenían contra una ETS.
—Porque nunca hubo una pregunta sobre eso. Por ello mismo.
Trago saliva.
—Ser Actor porno implica ser cuidadoso. —Me responde con mucha seguridad. —Y por lo menos yo, manejo un control... ¿Me crees o debo mostrarte mis exámenes?
Mi mirada baja, siento dolor en los ojos.
—Isabella. —La voz de Adán sale llena de súplica.
Despacio regreso la mirada a su rostro.
—Te creo.
Sus ojos se iluminan.
—Una parte de mí no quiere hacerlo porque no quiere enfrentar la realidad y porque tiene miedo, pero no puedo cegarme a toda posibilidad, por muy dolorosa que sea al final.
—Bella...
Mis ojos se llenan de lágrimas.
—¿Eres mi amigo, no?
Una lágrima cae por mi mejilla y me la limpio de golpe.
—Claro que lo soy...
Adán estira su mano y siento su tacto viajar por mi mejilla.
Muerdo mi labio, como si así apagara los sollozos. —¿Entonces puedes acompañarme?
Los ojos de Adán se abren.
—Porque yo no..
Un sollozo se escapa de mi boca.
—Yo no me creo capaz de poder hacer esto sola, Adán. —Admito sintiendo como el dolor me consume.
No poder enfrentar lo que se viene yo sola quizás me vuelva una cobarde.
Pero realmente lo necesito conmigo.
Necesito a Adán dándome fuerza.
—Está bien, te acompañare, Bella.
—¿Qué rayos hace este tipo aquí, Isabella?.—Jamás he visto que a Ben le afecte tanto la presencia de Adán como ahora.
Está enojado con él, aunque Adán jamás le ha dado motivos.
—Isabella, estoy espera...
—Fui al médico.
Ben abre los ojos, preocupado se acerca a mí.
—¿Ocurre algo malo?
Trago saliva.
Si es verdad y está fingiendo, realmente voy a odiarlo por esto.
—Tengo clamidia, Ben.
Ben se queda igual que yo, aunque no puedo asegurar si esa repuesta es fingida o no.
Yo continuo.—El médico me diagnostico un ETS por Clamidia.
La mirada de Ben se cruza con la de Adán.
—¿Y el que tiene que ver aquí?
—Adán es mi amigo...—Sin secretos, Isabella.—Y me acosté con él.
Ben queda en shock y enseguida, las venas marcan su cuello, va a ir contra Adán, pero yo lo detengo.
—Solo ha habido dos personas con las que me he acostado estos últimos meses, Adán y obviamente tú.—Cuando lo pronuncio, los ojos de Ben se quedan sobre mi rostro.
—¿Me has engañado con él?
—No, ha sido cuando tú y yo nos separamos. Jamás te he sido infiel, Ben.
—Pues yo tampoco lo he sido, yo jamás te engañe. Jamás te engañaría, Isa.
Me duele la cabeza.
—No estoy preguntando si me engañaste o no, Ben.—Alzo la voz, estoy hablando incoherencias, pero yo solo quiero saber la verdad.—Lo que quiero saber es si fuiste tú quien me contagio.
Ben observa a Adán.
—¿De él no dudas?
Me paro enfrente de mi novio.
Mis ojos se llenan de lágrimas, Ben me observa dolido.
—Mírame a los ojos y dime que no has sido tu quien me has contagiado.
Siento mi voz romperse.
—Ben, si dices amarme como lo haces, dime la verdad.
Ben permanece en silencio.
—Solo dime la maldita verdad.
Quizás es la presión que doy o que Adán me de la fuerza estando aquí conmigo, apoyándome, cualquiera que sea la razón, hace que Ben se sincere conmigo.
—Sí, he sido yo.
Es ahí cuando mi mundo alrededor de Ben se derriba.
Y una bofetada, es así como termina de acabarse estos dos años que creí estar con el hombre perfecto.
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En la piel de Adán
RomanceIsabella Lewis es una reportera que siempre trata de llevar el control, obsesiva con el trabajo y que busca sobresalir cada vez que puede en el. Motivo por el cual lleva el apodo de "La Loca Bella". Y cuando ninguno de sus compañeros acepta una entr...