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Isabella:

¿Soy una pervertida por qué quiero que me coja como en los vídeos?

Siempre has sido una pervertida.—Mi cerebro me reitera.

Y ya no pienso en nada, no hacemos ruido en cuanto llegamos a la habitación, dejo el ramo de rosas sobre la cómoda y nuestras bocas vuelven a tocarse, esta vez para no separarse en buen tiempo.

Adán me besa de tal manera que siento como si mis labios se consumieran sobre los suyos, el ardor en mi corazón me nubla la mente y mis manos arden en cada toque de mi piel contra su cuerpo, siento el calor y placer floreciendo en mi organismo.

Jadeo extasiada. Nos miramos a los ojos y el vuelve a levantarme.

Con una sonrisa me coge otra vez y me hace sentar sobre el colchón, lo miro hacia arriba y le doy un suave mordisco a mi labio mientras admiro la belleza de este hombre.

Adán se quita la camiseta blanca, todo su cuerpo marcado y con los tatuajes visibles en su pecho aparecen, tatuajes que deseo recorrer con mi lengua, el está a punto de agacharse, pero yo lo paro, coloco mis manos sobre su pecho y bajo la linea del tatuaje que llega a la entrada de sus vaqueros.

—Quiero hacerlo yo.—Pronuncio y como cualquier hombre, no me lo niega.

Le abro el cierre y libero su erección, mi boca se hace agua, de todos los vídeos porno que he visto en la plataforma y de los que Adán a protagonizado, no me he tomado la molestia de revisar los orales, tampoco porque no quería hacerme una idea y menos competir con la chica de los vídeos.

Quiero hacerlo como yo lo sé hacer.

Mis pensamientos me nublan por un instante, luego siento sus dedos en mi rostro, su mano buscando posicionarse sobre mi cabeza, es mi invitación para empezar y no le doy más vueltas a algo que le tengo ganas, acerco mis labios al glande y le doy una única lamida por todo el contorno antes de meterlo en mi boca, recibo un gemido de respuesta y enseguida siento esos dedos hundiéndose en mi cabello.

Hago entrar su longitud aún más hondo mientras mis manos van de arriba a abajo, percibiendo la dureza y lo marcado que están sus venas en el cuerpo, cierro los ojos y succiono, lo saco y lo vuelvo a meter ganándome otro regalo de gemidos.

—Bella...

Mi corazón latía alocado y estaba tan embelesada con su erección, que podría estar chupando de ella todo el día, pronto sentí como entraba con la intención de llegar a mi garganta y que fue Adán quien la empujo, su polla toco mi paladar y regrese a la punta con cuidado, lo masturbe con ambas manos y en un movimiento rítmico el me hizo devorarla.

—Mierda... Mierda...Mierda.—Repite sin cesar.—Jodida mierda.

Hice que se corriera y probé ese sabor salado que broto continuamente, termine con su manos en mi cabello y me aparte para mirarlo justo después de que yo acabara y el terminara de correrse.

—No era así como quería correrme.

Sonrio.

Adán se agacha para estar a mi altura y me sujeta de las caderas mientras me apoyo con mis palmas hacia atrás, sus manos viajan por las pantis que llegan y terminan al inicio de los muslos, mete los dedos dentro de mi falda y mi estómago siente una quemazón creciente.

Separo ambas piernas y su tacto llega hasta mis bragas, levanto el trasero para ayudarle a sacármelas, Adán con la mirada penetrante y constante en mis ojos, me los desliza por las piernas, hace lo mismo con las pantis y me sube la falda de la lencería hasta la cintura.

—Si no me gustara tanto lo que traes, ya las hubiera rasgado.—Me dice.—Pero quiero verte usándolo otra vez.

Parece que si le gusto al final.

En la piel de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora