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Adán:

Las cámaras de Charlie graban dentro del set e Isabella hace algunas entrevistas, preguntas cortas, no más de dos por cada actor, diferente a como lo hizo conmigo y todos mis compañeros se portan educados.

Ella ha venido muy bien vestida, con una falda corta y una blusa abierta que deja su atractivo cuello al aire, también es ajustada y parece como si los botones lucharan tratando de mantener dentro esos pechos.

El maquillaje en su rostro es natural y trae el cabello suelto hacia adelante, pero con una hair band en su cabeza.

Se ve muy guapa.

—¿Qué te parece?.—Bella se acerca a mí con una sonrisa.—Creo que ya tenemos suficiente material o eso dice Charlie.

Creo que Charlie dijo eso para tener más tiempo y observar en vivo la grabación del porno gay que ahora mismo se está grabando.

—Adán.

—Estoy de acuerdo.—Respondo, ella me sonríe.

Su teléfono suena.

Enseguida contesta y una sonrisa cruza sus labios al ver la pantalla.—Ben, si.. ya terminamos. ¿Ahora? .—Hace una mueca con sus labios.—En una hora y media quizás.

Vuelve a sonreír.

—Te veo ahí.

—¿Ben?

—Si.—Me responde.—Me invito a almorzar y seremos solo nosotros dos.

—La idea es que te respete cuando este su madre presente, no que evada salir con ella y contigo a la vez.

La sonrisa se borra de su rostro.

Joder.

—Aunque es un avance.

—¿De verdad lo crees?

—Si.

Y preferiría no creerlo.









Isabella:

Hago un brindis con Ben, ambos hacemos chocar nuestras copas dando por cumplido mi trabajo al cerrar las últimas entrevistas y realizar la filmación.

Me llevo la copa a los labios, pruebo un poco del vino.

—¿Entonces todo ha acabado?.—Me pregunta con una extraña emoción.—¿Ya no tendrás que volver a ese sucio lugar?

Me muerdo los labios.—No es un lugar sucio, ellos tienen un trabajo como tú y yo, Ben. No creí...

Dejo la copa sobre la mesa.

—No pensé que tuvieras ese pensamiento.

—No lo dije por respeto a tu trabajo y no es lo mismo ¿O vas a corregirme? Sí, todos trabajamos, pero nosotros no nos rebajamos a desnudarnos para obtener una gratificación.

Sonrio confusa.—¿Qué todo lo que te he dicho no ha cambiado tu pensamiento? Lo siento, un pensamiento que no sabía que tenías y me resulta confuso, cuando todo el tiempo afirmabas pensar diferente.

—No quería complicar tu trabajo, ni que mis ideas te desviaran de tu propósito. Sabes que siempre he admirado que no te dejes influenciar por las ideas de otro.

En la piel de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora