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Isabella:

Le sigo el beso, aunque al inicio estoy quieta y soy tímida, pero no lo aparto, dejo que la boca de Adán se pose sobre la mía y no se como explicar lo que hace con ella, pero me ínsita a devolverle el beso.

Y lo hago.

Beso sus labios, sujetándome de su pecho, nuestras bocas se aprietan y Adán me empuja hasta chocar contra el lavaplatos, rompo el beso y me río sobre sus labios.

—Lo siento.. lo sient..

—No digas nada . —Me calla con un nuevo beso, apasionado y que me comienza a quitar la respiración.

Nuestras bocas se devoran y nuestras lengua rozan, mi mente se nubla ante la sensación y termino rodeando su cuello con ambas manos, mi cabeza es un caos porque no se que estoy haciendo exactamente o si esta bien o acabo de terminar mi amistad con Adán, pero no quiero dejar de besarlo.

Incluso cuando esas manos ingresan dentro de mi blusa, su tacto es cálido.

Adán rompe el beso en busca de aire, me mira a los ojos, jadeante y lleno de deseos, sus ojos brillan llenos de lujuria y mi corazón no deja de latir a su causa.

Nos besamos otra vez, llevando esto a un nuevo nivel, Adán me coge de la cintura y me levanta, sentándose de golpe contra la encimera de mi cocina, se coloca entre mis piernas y lleva las manos tocando me con delicadeza, muerdo su labio y tiro de el, jadeamos con nuestras boca pegadas.

—Adán..

Me tenso cuando siento su mano subir a mis pechos, desabrocha un botón de mi blusa y su mano entra, acaricia la copa, justo encima de mi pezón duro.

La mirada se Adán es seductora.

—¿Te gusta?

—Si. —Respondo con placer.

Adán sonríe orgulloso.

—¿Y qué hay de esto?

Libera uno de mi pechos y se inclina, de inmediato su boca cubre mi pezon, logrando que sienta una poderosa sensación agradable y excitante.

Gimo.

—He deseado hacer esto hace mucho. —Confiesa.

Adán empieza a succionar de mi pezón  como un bebé, aunque no es para nada un bebé, luego lo hace con fuerza y su mano libre me aprieta el otro seno, dejo que me regale este placer y no creo detenerlo.

No quiero que pare y cuando ya ha dejado mi pezon hinchado de tanto chupar de el, yo le cojo el rostro y lo beso de regreso en los labios.

Nos tocamos por encima de la ropa, pero cuando esas manos bajan por mi cintura y se detienen en entrada de mis pantalones.

Yo rompo el beso.

—No.. espera.. —Lo detengo, jadeante.

Su aspecto es igual que el mío, su camiseta está arrugada producto de mis manos sucias y su boca..

Dios.

¿Yo he dejado así de rojos sus labios?

—¿Qué pasa?

Me siento avergonzada.

Mis mejillas se sonroja y bajo la mirada, Adán me la hace subir.

—¿Qué sucede, Bella?

Me atrevo a mirarlo.

Bella, es Adán, tu amigo y actor porno, lidia con estas cosas todo el tiempo y sabe más de lo que un chico se atreve a llegar a investigar a la hora de protegerse.

Muerdo mi labio.

Aún así siento vergüenza.

—Bella…

—No quiero. —Hago una pausa, dudosa, pero finalmente se lo digo. —No quiero contagiarte.

Adán alza las cejas.

Acomoda cada brazo a mi lado.

—¿Eso era todo?

Le cojo de los brazos y me bajo de la encimera.

—Hablo en serio, ya de por si para mi esto es bastante vergonzoso.

—¿Vergonzoso porque? Un hijo de puta no fue sincero contigo y te contagió, esto no es tu culpa.

—No fui cuidadosa, yo también tengo la culpa.

Debí obligarlo a usar condón siempre, no puedo fiarme de las pastillas todo el tiempo.
—No lo estás defendiendo ahora. —Su tono se vuelve fastidiado.

—No, no eso.

Tener sexo es responsabilidad de dos personas, no de una.

—Y quiero esto. —Confio y lo miro, los ojos de Adán se abren mucho. —No se si esta bien que lo quiera porque acabo de terminar una relación, no se si esta mal, pero es así como me siento.. Quiero estar..

Me besa.

Adán coge mis mejillas y me roba un beso, nuestras bocas vuelven a devorarse y por pequeños lapsus, paro .

—Adán yo.. —Jadeo sobre sus labios.
Golpean mi puerta, Adán maldice y yo retrocede mordiendo mis labios.

Vuelven a tocar mientras recuperamos nuestra respiración, mis ojos se abren en cuanto veo mi teta al aire.

Me la cubro y acomodó la blusa, me dirijo a abrir y…

—Hola, manzanita.

Mis ojos se abren mucho. —Papá..

Papá sonríe, llevando su maletín igual que siempre y con un traje de oficina.

Escucho los pasos de Adán detrás de mi, Papá ingresa a mi casa.

—¿Qué haces aquí, papá?

—Visita de improviso, Isabella. —Me asegura.

—Pero .. ¿Desde cuándo tienes tiempo?

—Tengo todo el tiempo para ver a mi manzanita.

Suspiro, papa pone los ojos en Adán y mi corazón se acelera, rápidamente cierro la puerta y me pongo delante de mi..

¿Amigo?

—Papá, el es…

—Yo te …—Papá lo señala. —Yo te conozco.

Ay no…

No, por dios.

Lo  que me faltaba.

—Tu eres Adán.

Dios mío.

—Si.. —Hasta Adan luce sorprendido. —Me llamo Adan ¿Usted?

Papá le ofrece la mano y Adán la recibe, con gesto amable, se dan un apretón.

—Soy el padre de esta manzanita.

Ay dios..

Ay dios..

—Y soy un fan.

¿Ah?

—¿Qué… que fue lo que dijiste, papá?

Pero papá solo tiene ojos para Adán, los ojos le brillan.

—Soy tu fan, Adán.

No sé que me sorprende mas, que no me haya esperado que papá viera porno .

O que el luzca más emocionado por conocer a Adán, que por ver a su hija.

En la piel de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora