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Adán:

—¿Cómo está el?. —Me pregunta Bella al otro lado de la línea. Giro la cabeza y observo justo donde deje a su padre, tomando fotografías del set de filmación.

—El la está pasando bien.

Isabella suspira.

—No puedo creer que prefiriera salir contigo que conmigo.

—No todos tienen el privilegio de que su ídolo le haga un tour en su lugar de trabajo. —Respondo casi riendo. —¿Qué pasa? ¿Estas celosa de mi, Bella?

—Ahora mismo si, me estas quitando a mi papá. —Confiesa. —Se supone que iríamos a almorzar.

—Bueno, eso no se va a poder... los chicos invitaron s tu padre a almorzar y el dijo que si.

—Mi padre llendo a almorzar con actores porno, no se como tomar eso.

Alzo una ceja. —¿Tan raro es?

—Fuera de lo común si, pero no es malo.

Sonrio.

—Mañana lo tendrás para ti, lo prometo. Desaparece del radar hasta la noche.

—¿La noche?

—En la noche podemos jugar.

—Adán, dijiste que..

—Se lo que dije, pero se puede jugar de muchas formas sin haber penetración... ¿Quieres que te enseñe?

Ahora mismo me la imagino sonrojada.

—Como sea eso será mañana.

—O hoy.

Alzo las cejas.

—¿Te veo en la noche?

Totalmente encantado, respondo. —Te veo ahí.

Cuelgo la llamada y el padre de Bella viene en mi dirección, observa mi teléfono y dice:

—¿Estas interesado en mi hija?

Abro los ojos.—Esa si es una pregunta directa.

—Así soy muchacho y antes de ser tu fan, soy padre. —Me aclara. —Es por eso que quiero una respuesta directa. Me agrada.. pero necesito saber si tus intenciones son sinceras con mi manzanita.

Sonrio.

—¿Qué sucede?

—Me pregunta sobre mis intenciones con ella y no me pide que me aleje por mi profesión.

—¿Sientes que debería hacer eso?

—Señor...

—No juzgo a nadie por su profesión y menos cuando no se el contexto completo, ni como llegaste hasta aquí . —Me aclara. —Y no soy nadie para decir que te alejes de ella, Isabella es una mujer capaz de tomar sus propias decisiones correctas, su madre y yo la educamos para que así sea, solo quiero saber si tu..

—Isabella , me gusta. —Le interrumpo. —No sé que nos espera después, pero jamás le haría daño. He visto de cerca como la han lastimado y se que no quiero ver esas lágrimas en su rostro otra vez.

Menos hechas por mi.

—De acuerdo, solo queda saber si tu eres lo que ella necesita.

Trago saliva.

—Si Isabella es capaz de aceptar tu trabajo y tu modo de vida, no me opondré para nada. Pero es ella quien debe tomar la decisión.

¿Ella podría aceptarme por completo?

En la piel de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora