35.- Nada más importa.

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—tienes que sacarme de aquí, ¡Jade! —Oía a su novio desesperado, desde la otra línea. Trataba de aguantar su risa, que amenazaba con salir— No lo soporto y son tan solo las tres de la tarde ¡Las tres!

—Y aun te queda bastante tiempo, estarán abajo hasta como las ocho o nueve  —comento Jade.

— ¿Qué? ¿Estás jugando conmigo?

—No...  Será mejor que vengas con ánimo, hoy vendrías a dormir al departamento, recuerda que West también vendrá para dormir con Aria y no me apetece escuchar sus juegos o gritos.

— ¿Eso quiere decir que "jugaremos" hoy?

—Te encantaría —respondió rodando los ojos y con un deje de diversión— para tu información, tengo planeado que estudiemos algo.

— ¡Jade!

— ¡Adam!

—Amor, las clases comienzan el miércoles, mañana es lunes. —le dijo en tono cansado— ¿Por qué tenemos que hacerlo?

—Adam, basta, sabes cómo soy —el hecho de que su novio, olvidara su afán de ir adelantada le hacía enojarse un poco— Además el decano quiere vernos mañana.

— ¡ha! —Dijo Adam — Por eso estaba llamando.

— ¿Te llamo a ti? ¿Por qué no contestaste?

—No es como si pudiera con todas estas bolsas.

Jade, se preparaba para replicar cuando de fondo se escucho el reto de Jerry hacia Adam. Ya había salido de los vestidores y demandaba la atención de su novio para cargar el atuendo que estaba pagando.

Riendo ante los comentarios que se lanzaban ellos dos, corto pues su novio parecía más atento en ganar esa batalla que en ella.

Su estomago comenzó a rugir de hambre, el escaso desayuno que había tomado con su novio, comenzaba a notarse, y pese a que no quería salir de su cuarto ya que Aria se encontraba en este, parecía no tener opción.

A paso lento, mirando por todas las direcciones, Jade comenzó abrirse paso a la cocina, sería solo un emparedado y listo.

Aun seguía “molesta” con su amiga, la forma en que se había burlado de su ataque de nervios no fue muy agradable.

La castaña, se esmeraba en tratar de emendar su error, y de cierto modo, Jade, ya la había perdonado, estar enfadada con ella era algo imposible, pero, deseaba hacerla sufrir tanto como ella lo hizo.

Dos días sin hablarle, ley del hielo para Aria, sabía que la estaba desquiciando, cosa que le encantaba.

—Dos cajas de helado, una de chocolate y las películas más divertidas solo para las dos —le hablo Aria, apareciendo de la nada en la cocina.

No hablo, siguió con su tarea de hacerse un pan. ¿Qué venia primero? ¿El tomate o el queso?

—Jade, vamos, compre galletas y gaseosa — ¡La estaba comprando! ¡Y vaya que funcionaba! —West, no vendrá, no hasta que hayamos terminado de ver las películas y Adam este aquí.

Eso era nuevo, West durante estos días, en que ella le había ignorado, no se alejo de su novia. Además de hacerse el abogado personal de su compañera. Pero no resulto, siempre terminaba con la puerta cerrada en sus narices.

Dejo de prepararse el pan, y miro las baldosas de las cocina. Todo aquello bajo la mirada atenta de su amiga, desde reojo, la veía comerse las uñas, creando suspenso, espero alrededor de cinco minutos, tiempo que empleo para cantar en su mente.

—Una pizza y sellamos el trato — termino diciendo, con una gran sonrisa.

Aria grito de felicidad, para darle un abrazo enorme a su amiga, estuvo casi segura que si no fuera por la distancia que trato de emplear, se hubiera asfixiado.

En modo de defensa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora