32.- Llego el gran día

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Se miraba al espejo encantada de su reflejo, aunque le caía la inseguridad y deseaba volver corriendo a su armario. No se dignaba a salir de su cuarto, estaba atemorizada de la reacción de todos.

Respiro profundamente hasta lograr calmarse, no se veía mal, un peinado sencillo como ella (una media cola trenzada), con joyería no demasiada ostentosa.

Los zapatos de plataforma pese a ser más altos de los que acostumbraba no le causaban dolor, por ahora.

Pero su vestido, se miraba una y otra vez inconforme ¿En que estaba pensando cuando lo compro? Ah, claro, iba a fingir que estaba con Adam y mostraría lo osada que era.

—Jade, te están esperando, tan solo faltas tú —grito Adam.

—Ya salgo.

Se acerco al espejo para ponerse brillo labial, bien que sea lo que tenga que pasar.

Abrió la puerta buscando a Adam, este se hallaba apoyado en la pared viendo algo de su teléfono, su terno era de un azul oscuro y camisa blanca, algo común pero que en él lograba verlo totalmente atractivo.

¿Era necesario ir a la boda? Pues ella deseaba quedarse con su novio.

Adam alzo la vista mirándola de pies a cabeza, al llegar a su rostro su boca se abrió sorprendido.

—Lo sabia —dijo Jade mirando su vestido de color fucsia de espalda baja y pecho recado que cruzaban dos tiras a su espalda, de falda corta adelante dejando una larga cola por la parte posterior— Es demasiado.

Hizo el intento de moverse para entrar a su cuarto, con la idea de usar cualquier vestido que hallara primero.

Sin embargo Adam fue más rápido bloqueándole el paso con su cuerpo, en un movimiento ágil y característico de él, le atrapo su rostro con sus manos y la beso energéticamente.

—Siempre que te muerdas ese labio no podre contenerme —le dijo dando pequeños besos en su cuello— Tu y yo tendremos un asunto pendiente esta noche.

—Adam — trato de decir para llamarlo, más aquello sonó como un débil gemido.

—Opacaras a la novia —Le dijo guiñándole un ojo— Vamos se hace tarde.

—Adam, creo que debo cambiarme.

—La única forma de que ese vestido salga de tu cuerpo será con mis manos.

Bajo esa amenaza que logro ruborizarla se dirigió con su novio hacia la iglesia. Se embarcaron en su propio auto, partiendo detrás del resto de su familia.

—No te idea de ese vestido —comento Adam acariciando su muslo.

—Es porque lo tenía escondido de ti— rio avergonzada.

— Y con razón —esbozo una sonrisa torcida— No puedo creerlo, Jade Lawre ha logrado conocerme mejor que otras personas en poco tiempo.

Aquel comentario le produjo una duda existencial que antes de pensar en las circunstancias, dejo salir su lado impulsivo preguntando — ¿Cuántas novias o romances de una noche has tenido?

El silencio de Adam contesto por él, y por primera vez en bastante tiempo comenzó a sentirse herida y asqueada.

—Vale son muchas, lo he captado —respondió con un tono sombrío.

—Jade…

—Basta Adam, no hablemos más de aquello.

Para evitar comentarios hirientes prendió la radio, y comenzó a tararear unas cuantas canciones, tratando de enfocarse en la letra de estas y no donde su mente dirigía sus pensamientos.

En modo de defensa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora