El mate de la alfa

Cap48

Cris:

Esto estuvo muy peligroso, después de que salimos de la casa de Keileb, lo invite a la cafetería dónde me encontré a Danielle para calmar las aguas.

De caminó, mi mente no dejaba de proyectar la capa de ese sujeto, era seguro ese hombre era   “un cazador”.

Sinceramente mi preocupación no era por él, sino por la persona que tenía a un costado conmigo.
La persona que tenía cercano a simple vista nunca lo conectaría con ellos.

El jovencito que hace muy poco conozco no tiene ningún rasgo de ellos, más sin en cambio ellos están centrados en él, como en ninguna otra cosa.

Él me había mencionado que había cosas que ni él sabía de su origen. Para mí es fácil dejar que mi mente vuele pero eso solo haría que me formara teorías y que no sabría ciertamente la verdad.

La única persona que hasta hora supongo sabe el desenlace de la vida de él es Lunev, aunque tal vez se omitan varias cosas.

Por fin llegamos a la cafetería, sentandonos en la misma que el día anterior había ocupado yo, hoy en cambio no había mucha clientela.

Le pedí a Keileb que pensara en que podría querer, cuando rápidamente una cabellera azul se asomó a nuestra mesa, me recibió con una sonrisa radiante y lo siguiente fue que dirigió su mirada a mi acompañante al principio apareció un ceño fruncido, pero luego se fue suavizando cuando la gerente lo llamó despertandolo de sus pensamientos.

Sintió mi mirada y se sonrojo rápidamente ya que al parecer su jefa lo regaño por no venir rápido y hacer esperar al cliente.
Con todavía parte de su rostro rojo, vino a tomar nuestra orden disculpándose por el retardo, a lo que yo solté una carcajada explicándole que si se traba de mi podría esperar siempre a por él.

No sé cómo haya tomado mis palabras porque sus mejillas aumentaban el tono de color en su cara cada vez más.

Hice las respectivas presentaciones entre Danielle y Keileb, a lo que parece congeniaron muy bien teniendo varias cosas en común.

Pasamos un bonito rato en la cafetería, y sorpresivamente en el momento que nos retirabamos Kei y yo, Danielle terminaba su turno, permitiendo regresar con nosotros a casa.

Las cosas se tranquilizaron, guardando por un momento lo que tendríamos que hacer para resolver el asunto de esos sujetos, que seguramente a esta hora debieron contarle a su jefe la probable visita a esa residencia.

En el camino a casa empezaron a charlar de trivialidades, aunque me sentía algo incómodo de ir en medio, a ellos no parecía importarle, mis intervenciones eran muy cortas siendo una que otra vez, dado por las bromas y anécdotas que Danielle contaba.

Escucharlo hablar de esa forma me alegra mucho, ya que me hace sentir que nunca se olvidó de mi amistad aún cuando fueron largos años de mi ausencia.

Recuerdo perfectamente que el día que lo conocí, estaba en el parque que está ubicado cerca de la escuela primaria llorando solo en los columpios.

Flash back

Yo apenas había llegado a esta manada, tenía en apariencia se podría decir, 11 años y él unos 5 años.

Ese primer día no me interesaba hacer amigos, ni hablar con nadie, así que decidí dar un paseo, un pequeño parque me llamó la atención, en realidad no había mucha gente ese día.

Mientras daba una caminata cerca de los columpios pude escuchar el llanto de un niño en los columpios y de dos niños más que se encontraba con él, al parecer molestándolo.