Mi día había empezado de la peor manera: la construcción del edificio vecino no me había permitido dormir en toda la mañana.
Eran las 09:00 am y me había levantado solo para prepararme una taza de café. Me encontraba envuelta en las sábanas, con la taza en mi mano derecha y la computadora sobre mis piernas. Dejé el café sobre la mesa de luz para teclear en Google: Jorge Lopéz.
Bueno , todas las noticias recientes eran sobre fiestas y lugares extraños. Sí, se había estado divirtiendo bastante últimamente. Sabía que estaba en Argentina grabando la ultima novela en la que participo , pero dónde menos se lo veía era en el estudio. Leí un par de notas y miré algunas fotos completamente desagradables, ¿qué le pasaba a este chico que besaba como si no hubiese mañana? Atrapaba las bocas de sus compañeras como si quisiera absorberlas. Confirmado: estaba bastante hormonal.
De todas formas me gustaba. Lo que escuchaba a diario. Era el artista Chileno del momento del momento , no había forma de no conocerlo. Estaba siendo un boom en Latinoamerica y Madrid no se quedaba atrás. Era lindo , muy , y parecía carismático.
El día del evento habíamos intercambiado algunas palabras y parecía un pibe con los pies sobre la tierra. Las apariencias podían engañar , obviamente. ¿Esto de la falsa relación será idea de él? ¿Estará de acuerdo con esto? ¿Por qué demonios estaba pensando tanto en esto? ¿Por qué me tomaba el tiempo de , al menos deliberarlo? Nada de esto tenia sentido.
Cerré la computadora con fuerza y tomé el café de golpe. Me senté en el borde de la cama para repasar mi día.
Tenía solo una sesión en el estudio al medio día. Había tiempo para entrenar aún.
Y eso me propuse hacer. El día estaba horrible , así que me vestí con mi ropa deportiva , Salí del departamento y subí al ascensor para marcar el piso 24: el gimnasio.
Pasé más de una hora ahí. Estaba a punto de terminar mi rutina cuando una llamada intervino mi música.
-Abraham- respondí agitada. No quería dejar de entrenar para escuchar sus pavadas.
-Danna, el chofer estará abajo en una hora- comentó y asentí mirando el reloj de pared.
-Bien, gracias por avisarme- dije para despedirme.
-No, espera- sequé mi frente y me quedé quieta unos segundos-.¿Puedes pasar por la oficina después de las 03:00 pm?
-Abraham, si es por lo de ayer...
-Por favor, solo unos minutos- cerré los ojos tomando mi frente.
-Bien, te veo luego. Adiós- arranqué mis auriculares del oído para tirar el celular al suelo y comenzar a estirar.
Luego de un baño me senté en el enorme hall de la planta baja a esperar al chofer de la agencia. Siempre que pasaba por ahí tenía la necesidad de observar el lujo a mí alrededor, ¿en qué momento me había mudado a un ostentoso edificio en Madrid?.
El dolor me sacó de mis pensamientos. Mis piernas temblaban como si no hubiese entrenado en años. Estaba realmente cansada y el día recién arrancaba.
Llegué al estudio y mientras me maquillaba revisé mi e-mail. Tenía un mail de la revista Seventeen, ¡la revista Seventeen! No pude esconder mi felicidad mientras tecleaba qué , por favor , se contactaran con Abraham.
La grabación de la nueva canción pasó rápido y, cuando Salí del estudio, habían pasado treinta minutos de las tres.
La agencia donde se encontraba la oficina de Abraham no quedaba muy lejos de allí y el día se había despejado un poco, así que opté por ir caminando para tomar un poco de aire antes de la guerra.
-Hola, Mónica.
-Danna, Abraham te está esperando- asentí con una sonrisa falsa. Caminé por las oficinas mientras me miraba en el espejo, al fondo del pasillo. Me acomodé la remera dentro de la holgada falda. Estaba a punto de golpear la puerta cuando esta abrió. Abraham me sonrió.
-Te estábamos esperando- exclamó y me abrió el paso. Maldije para adentro cuando vi a Jorge y una mujer sentados frente a la silla principal. Lo miré a Abraham, este junto sus manos rogando que me comportara.
La mujer rápidamente se puso de pie y me estiro la mano.
-Cristina- se presentó. Asentí en aprobación – Un gusto.
Su español era trabado. Estaba segura que era estadounidense.
Se sentó nuevamente en su lugar.
Jorge se levantó de su lugar, pasó un brazo por mi cintura y dejó un beso en mi mejilla. Su cinismo brotaba por los poros.
Le sonreí. No podía disimular mucho mi emoción al verlo. Me acomodé a su lado intentando borrar de mi mente su sonrisa.
''Compórtate, Danna. Lo que sea que te planteen, no está en discusión''. Me repetí una y mil veces.
-Supongo que los dos saben por qué nos reunimos- comenzó a hablar Abraham y, en ese momento, lo detesté, ¿Qué le había dicho esta mañana?
-Creí que te había dejado las cosas claras- largue sin vueltas. Si no me respetaba mi representante, ¿entonces quién?
Jorge puso sus ojos en mí. Me sentí observada. Quería dejar de hacerme la mala, revolear todo el papeleo que había en el escritorio y pedirle que me sonría de nuevo. Me contuve.
-Sí , sí. Me dejaste las cosas en claro , al igual que Jorge a Cristina- dijo.
Entonces ¿Jorge tampoco estaba de acuerdo con todo esto? Festeje en mis adentros, ahora no quería pedirle una sonrisa, sino dos.
-Tanto Abraham como yo estamos seguros de que esta idea puede funcionar, para los dos- hablo ahora Cristina y confirmé de que si, el español no era su primera lengua.
-Queremos pedirles un poco de voluntad para una segunda prueba- continuó Abraham. Miré a Jorge, levanto la ceja imitándome. No pude evitar sonreír -. La prueba del primer evento, las notas y su repercusión nos parecen suficientes pero, se ve que a ustedes no...
-Aunque sus casillas de e-mail demuestren lo contrario...- susurró Abraham.
Se interrumpían el uno al otro. Los dos estaban desesperados por esta idea.
Estaba abrumada. Jorge me hacia caras y no entendía por qué estaba tan divertido.
-Les proponemos una nueva salida juntos para ver la reacción de la gente, de la prensa y del negocio.
Procesé la información lentamente. No sonaba tan mal, ¿o si?
-No hace falta que estén solos. Pueden salir a comer con amigos, ir a bailar, lo que ustedes quieran...esto queda a su gusto.
Esto, o sea,¿esto? ¿Todo lo demás,no?
-Solo que la gente vea que comparten tiempo juntos,que no quedó todo en aquel saludo- finalizó Abraham.
-Preferiría que fuésemos solos –exclamó Jorge. Lo miré petrificada,¿estaba aceptando?
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Fake
RandomAmbos luchaban por lo mismo. Los diferenciaba una cosa: Él tenía el mundo a sus pies. Ella luchaba por tener el mundo a sus pies. Adaptación Créditos a la autora original.