Capítulo 29

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-No estoy seguro de que decir o hacer en estos momentos – corto el silencio Agustín, arrastrando una maleta por todo el living,

Michael caminaba detrás de él, cargando su maleta también, con la mirada en el suelo.

-Supongo que esperamos en la cocina – aclaro la garganta cuando paso por al lado mío.

Me había quedado petrificada, como si estuviese pegada al piso. Mi amiga tampoco se había movido de su lugar.

-No te voltees a verla a Danna o Jorge va a dejar sin pelotas – susurro a Michael

Solté una risa nerviosa mientras escuchaba la puerta de la cocina cerrarse a mis espaldas.

Corrí por las escaleras largando una carcajada mientras Fernanda me imitada. La deje pasar adelante. Por un segundo, nos vi desde afuera: ella sosteniendo la toalla para no quedar completamente desnuda, y yo en calzones, corriendo por toda la casa como dos idiotas.

-No termino de comprender que fue todo eso – dijo mi amiga, entre un susurro y una risa.

Se tiro a la cama mientras yo me ponía mi short.

- ¿Quiénes son esos dos?

Rei ante la pregunta de mi amiga.

-Michael y Agustín, los amigos de Jorge estuvieron con nosotros en Madrid, había olvidado que él me había dicho que su vuelo llegaba hoy

- ¿Viven acá? – pregunto rápidamente

-No, supongo

O sea, si, pero no para siempre, ¿no?

- ¿Te molestaría bajar y subir mi valija? No quiero hacer el ridículo una vez más.

Asentí mirándome en el espejo. Incluso vestida parecía una loca.

Abrí la puerta y mire para todos lados como si estuviese haciendo algo malo. Baje las escaleras en completo silencio. No tenia ganas de que alguno de los dos me viera en ese momento. Llegue hasta la enorme maleta de mi amiga, al costado de la puerta. Intente arrastrarla si hacer mucho ruido hasta el borde de la escalera. Fue en vano, pesaba mil toneladas. No había chance de que pueda cargarla hasta arriba.

- ¿Necesitas ayuda?

Su voz me hizo sobresaltar. Ni siquiera me había dado cuenta de que la puerta de la cocina estaba abierta.

-No, esta bien

Me limite a decir, pretendiendo hacer que podía con los mil y pico de kilogramos. No tuve el coraje de mirarlo a los ojos.

-Vamos, no seas terca Danna

"Bueno Michael", pensé protestando.

Me reto mientras quitaba mis manos con las suyas. Lo mire al sentir el calor de estas. Me encogí de hombros luego para permitir que la cargara hasta arriba.

-Gracias – susurre cuando llegamos a la puerta.

Asintió levemente con su cabeza, en señal de agrado.

-Lo de recién fue... - comenzó a hablar mientras se rascaba la nuca.

-Oh, no. Nada – interrumpí apenas pude.

No quería pasar vergüenza con él. Soltó una carcajada.

-Bien, dejo que tu amiga se vista – exclamo para encaminarse a las escaleras.

Lo seguí con la mirada hasta que desapareció. Apenas lo hizo, la puerta se abrió bruscamente y Fernanda me miraba con una cejada levantada. Había estado escuchando todo.

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