"El número solicitado está fuera de servicio"
Revolee el celular por los aires. Había escuchado la misma oración unas mil veces, durante los últimos cuatro días. Cuatro malditos días.
Sólo cuatro. Que se sentían como años.
Había abandonado su departamento completamente esperanzado. Lleno de ilusión y ansias. De ganas de querer hacer las cosas bien. Pero ella no estaba ayudándome mucho. Estaba ayudando poco. Mejor dicho: no estaba ayudando en nada.
Era martes y no tenía idea de si hoy le tocaba trabajar. Cristina estaba volviéndome loco en el teléfono, ordenándome una y otra vez que al menos, saliéramos a dar una vuelta para que puedan fotografiarnos juntos.
¿Cómo pretendía que lo hiciera? Si ni siquiera podía comunicarme con ella.
-No estarás pensando en ir a buscarla a su casa ¿no? – pregunto Michael cuando me puse de pie.
-No, claro que no – mentí
Eso era justamente lo que pensaba hacer.
Él soltó una risa y negó con su cabeza, mientras revolvía el yogurt como si fuera un café.
-Si te pidió espacio y ni siquiera te atiende el celular, no creo que este muy feliz de verte en su casa – agregó
Tonterías.
-No sigas. No necesito tus consejos – le dije con un gesto de hartazgo
-Ni siquiera puedo darte uno – murmuró nostálgico y fijó su mirada en el plato.
Oh, no.
Miré hacia el techo antes de comenzar la estúpida escena. Tosí antes de hablar.
-Entonces, ¿Qué paso? – pregunte
- ¿Con Danna? – levantó una ceja confundido
Apreté la mandíbula para evitar darle un golpe a la mesada.
-No, no estoy hablando de ella – expliqué -. Si no de Melina.
-Se llama Sofia
Por favor, no.
Se llama Mikel.
-Da igual, como sea – dije
Michael llevaba viéndose con esa chica desde piso Buenos Aires. Literalmente, había estado con ella la primera noche. Una pequeña sonrisa se escapo de mis labios al recordar aquello tiempos. Esos descontrolados tiempos.
-No, no da igual. Te lo dije como diez veces. Es como si no recordaras otro nombre que no sea el de Dannita – dijo frustrado.
- Danna – lo corregí, ¿Por qué todos actuaban como si tuviesen confianza con ella?
-Estas totalmente jodido – dijo poniéndose de pie, con el plato de yogurt en la mano. Sí, ¿recién se había dado cuenta? Estaba jodido. Hace mucho -. Suerte – me deseó antes de salir de la cocina y dejarme completamente solo.
Sí, me deseo suerte. Porque me conocía muy bien como para saber que nada de lo que me había dicho me importaba, y que no tenía otros planes más que ir a buscarla.
Bajé la cabeza y caminé dando largos pasos. Di vuelta mi gorra, me estaba molestando con los anteojos de sol.
Disminuí la marcha cuando los escalones aparecieron en mi vista. Los flashes y el murmuro desaparecieron cuando el portero me abrió la puerta. Ese tipo me caía bien. Le extendí la mano y él la tomó sonriente. Me escabullí en el ascensor.
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Fake
RandomAmbos luchaban por lo mismo. Los diferenciaba una cosa: Él tenía el mundo a sus pies. Ella luchaba por tener el mundo a sus pies. Adaptación Créditos a la autora original.