Capítulo 41

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-Y, ¿Qué van a hacer? – pregunto mi amiga desde la silla del escritorio.

-No sé, dijo que iba a buscarme por la tarde – me limite a decir mientras miraba todo a mí alrededor.

No pasaba mucho tiempo en la habitación de Fernanda, pero era muy cálida. Todo estaba bien decorado, las velas y el rico aroma te atrapaban. Todo lo contrario, a mi cuarto que había quedado totalmente olvidado. Debía adornarlo, no había dudas.

-Por la tarde, ¿antes o después del desfile?

Levantó una ceja y me senté de golpe para mirarla aterrorizada. El desfile. Lo había olvidado por completo.

- ¡Fernanda, el desfile! – grité como si le estuviese dando una noticia.

-Danna, ¿lo habías olvidado? – pregunto abriendo los ojos, casi tan sorprendida como yo.

Jamás se me olvidaban estas cosas. Siempre había estado muy comprometida con mi trabajo.

- ¡Diablos!

Maldije mirándome al espejo detrás de la puerta, aun sobre la cama. Los moretones de mi cara no habían desaparecido del todo, aunque estaban muy leves. Abraham me mataría si me viera en este momento.

-Mierda, Abraham llegara hoy – chille luego de recordar que me había avisado que vendría de Madrid a Buenos Aires para asistir al desfile y acompañarme.

-No puedo creerlo – dijo mi amiga y se sentó frente mí.

-Tengo una cita con Jorge. Una cita. Con Jorge, una de verdad. C I T A – repetí entre cortadamente

Quería que entendiera lo que eso significaba para mí.

-Y tú. No. Puedes. Ir – exclamo imitándome

-Fernanda, ¡tengo una cita con él! ¿tienes idea de lo que esto significa para mí? – grité al borde de la desesperación total.

-No, amiga, no tengo idea de lo que esto significa para ti porque siempre me mantuve al margen de esto – dijo tranquila, aunque con una pizca de rencor en su voz.

La miré por unos segundos. No podía decirle nada porque estaba en lo cierto. Siempre, para evitar que me juzgara o contarle detalles, terminaba evadiendo cualquier conversación sobre Jorge con ella.

Me tomé la cabeza entre las manos y escondí mi rostro entre mis piernas.

-Danna – me llamo. Levante la mirada -. Llámalo. Mándale un mensaje. Es un desfile, pueden arreglar su cita antes o después, no es tan malo, ¿o sí? Él entenderá, es trabajo.

No, amiga.

Había estado esperando que llegara el momento desde que él me propuso esto. Él había estado preparando algunas cosas, lo sabía porque se había encargado de pedirme que lo esperara lista y no me demorara un segundo.

Se estiró sobre la cama para tomar mi celular de su mesa de luz. Me lo ofreció. Lo tomé dudosa.

"Olvide por completo que tengo un desfile en horas. ¿podemos hacer un cambio en la fecha y el horario?"

Teclee, intentando no mostrar desesperación. "Por favor", pensé.

-En serio, Danna, esto está siendo muy dramático – soltó una pequeña risa. Me relajé cuando acaricio mi mano -. Tienen todo el tiempo del mundo para salir por ahí.

Todo el tiempo del mundo significaba... el tiempo establecido en el contrato. Una cita, verdadera, no podía darse cualquier día.

Asentí, solo para complacerla.

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