Capítulo 30

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- ¿Nunca nadie te corto el teléfono? – pregunte con ironía, para que no notara el nerviosismo que estaba manejando en esos momentos.

Pase por alto el otro tema, intentando bajar sus revoluciones.

-Si, y no me gusta que lo hagan.

Oh, que lastima celebridad

- ¿Viniste solo para regañarme?

-Si – dijo muy seguro -. ¿Por qué razón andaban por la casa en ropa interior?

-Creí que estábamos solas – dije y me encogí de hombros.

- ¿Eso te parece una buena excusa?

Ladee la cabeza para mirarlo con una ceja levantada. No sé lo paciente que él piensa que soy pero le tengo noticias: no soy tan paciente.

Por suerte, mi celular empezó a sonar. Lo habría mandado a cualquier lado si seguía pretendiendo que le dé explicaciones de porque se me había ocurrido sacarme el pantalón estando sola con mi amiga.

Porque si, super estrella, supéralo.

-Abraham – exclame con entusiasmo apenas lo escuche.

Cruce mis piernas aun sobre la cama y me mire en el espejo: estaba sonriente. Jorge me puse sus ojos en blancos cuando me escucho. Que el se llevara mal con su representante no era mi culpa.

-Danna, no tengo mucho tiempo, pero quería saber cómo habías llegado

Escuche mucho ruido atrás, al parecer si estaba ocupado.

-Bien, gracias – me limite a decir con voz agradable

-Te voy a enviar por e-mail la dirección de la agencia allí, Jorge me dijo que puede acompañarte cuando quieras. No hay apuro

Hice una mueca y lo miré, ¿en que momento Jorge había hablado con Abraham? Él ni se inmuto, estaba sentado en el borde de la cama con la vista fija en su celular.

-Hable con él temprano por el tema del departamento

Aclaro como siempre si pudiera leerme el pensamiento. Oh.

-Ya actualicé tu cuenta bancaria con la inmobiliaria

Claro, de eso jamás se olvidaría.

-Jorge quería pagar el alquiler

Oh, no por favor. Lo único que me faltaba.

-Lo convencí de que no iba a agradarte para nada. Bien, te adjunto con la dirección unos proyectos.

Estaba apurado, y yo no había metido un bocado en toda la conversación.

- ¿De qué se trata?

-El desfile del que te hable, y una tapa

Genial. Asentí y lo despedí. Deje mi celular sobre la cama. Él se dio cuenta de que estaba mirándolo, pero simulo que no lo notaba. Gatee sobre mis rodillas y llegue a donde estaba. Enseguida levanto la vista.

-No te acerques – advirtió, y no pude descifrar su tono.

- ¿Por qué no?

-Estoy enojado – dijo sin mover un musculo.

-No lo dudo.

Claro que no, estaba mirándome, así como siempre me miraba cuando estaba enojado. Aunque tenia una pizca de picardía en su mirada.

Volví a sentarme en la cama, ahora un poco más lejos que antes. Fije mi mirada en el celular, al igual que él. Permanecimos así, por unos interminables segundos, hasta que su mano me distrajo.

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