Capítulo 63

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- ¿Cuándo va a despertar?

"Estoy despierta"

Diablos. Quise abrir mis ojos y no pude. Mis parpados pesaban toneladas.

-Pronto. Es importante que tome mucha agua e ingiera vitaminas en cuanto lo haga para desintoxicarse.

Oh, no.

Supe que Jorge estaba asintiendo con fuerza incluso aunque no pudiese verlo. Murmuró algo que no pude escuchar y la otra voz enseguida le respondió:

-Alprazolam, es un ansiolítico. En ese tipo de fiestas suelen jugar con anfetaminas y benzodiacepinas. Es bizarro que estas cosas pasen entre famosos y gente de poder.

Mucha información en poco tiempo.

Relajé mi mente una vez más.

- ¿Me escuchas?

Su voz me despertó. ¿Cuánto tiempo había pasado?

"Si"

Grité por dentro. Su largo suspiro me dio a entender que aun continuaba sin poder mover un solo musculo de mi cuerpo. Sentía su mano tomando con fuerza la mía.

-Habrías estado orgullosa de mí si me hubieses visto. Bueno, al menos un poco. No maté a Michael

Me explicó tranquilo. Solté una carcajada en mis pensamientos.

"Se llama Mikel, Jorge"

-De hecho, solo le golpee la cara. De acuerdo, se la patee también cuando Agustín me separo de él. Y también sus costillas. Pero aun respira.

"Bien hecho celebridad"

-Ah, y no tomé una gota de alcohol esta noche, hoy no escondí mis problemas en la bebida.

Quise abrir los parpados y lanzarme a sus brazos.

No pude.

Mis ojos se abrieron de golpe como si hubiese vuelto de la muerta. Miré el techo por unos segundos. Estaba en la habitación de Jorge. Todo estaba oscuro y silencioso. Giré la cabeza, aun contra la almohada, para comprobar que estaba sola. Permanecí en el lugar unos segundos antes de sentarme en la cama.

Wow.

Me había pasado un camión por encima y mi cabeza no dejaba de girar.

Tenía nauseas y las ganas de vomitar subían y bajaban por mi garganta. Si eso no era la muerte, me faltaba muy poco para conocerla.

Me aturdí cuando escuché unos gritos en la planta baja. Estaba segura que no eran tan fuertes como yo los sentía, pero mis oídos explotaban.

Bajé las piernas de la cama para ponerme de pie, ayudándome con la pared para mantener el equilibrio, ¿Qué demonios me había pasado?

Abrí la puerta con cuidado. No quería hacer un solo ruido. No por los demás, sino por mí.

Camine lentamente a través del pasillo. Todo estaba oscuro y tranquilo arriba. Sin embargo, cuando llegué a la punta de la escalera, supe que abajo todo era un caos. La luz estaba prendida y veía a una persona caminar de un lado a otro de la sala. Di un paso atrás rogando que nadie me viera. No tenía ganas de que me aturdan.

-Estoy salvando tu culo hace dos años. Le desfigurarse el rostro, ¡le rompiste la nariz, Jorge! Él necesita una maldita cirugía. Y, por supuesto, vas a tener que pagarle toda la mierda.

Era Cristina. Y estaba hablando entre dientes. Nada bueno podía salir de ahí.

-Golpeaste al encargado de una de las revistas más importantes, ¿en serio crees que voy a poder tapar esto? ¡Es obvio que él va a escribir sobre como hundiste tu puño en su cara una y otra vez!

Respiré con fuerza. Me llevé la mano al pecho y me dejé caer al piso, apoyada contra la pared. No podía recordar nada, ni una maldita cosa sobre la noche anterior.

-Y tuviste la suerte de que Ana me haya llamado. Estoy seguro de que habrías sido tan imbécil de salir con las manos chorreando sangre por la puerta principal – finalizó

La piel se me erizó, ¿las manos chorreando sangre?

"Aun respira". Recordé, me lo había dicho no se cuanto tiempo atrás, en la habitación, cuando pensaba que yo no podía escucharlo.

Ana. ¿Ana estaba en la fiesta?

Dejé mis pensamientos a un lado cuando escuché un ruido. Observé a los lejos como otra sombra apareció. Lo reconocí de inmediato.

- ¿Puedes dejar de preocuparte por mí imagen un segundo?

Temblé. Nunca lo había escuchado gritar así, y prácticamente no reconocí el tono de su voz. Era gruesa y temblaba.

- ¡Me importa una mierda él, su nariz, el dinero y todos! – continuó exasperado. Supe que estaba revoleando sus manos en el aire, aunque no podía verlo -. Estaba aprovechándose de que ella no estaba consciente, ¿Qué demonios pretendías que hiciera?

-Ah, sí, olvidaba eso. Como si fuese poco: tienes una chica inconsciente en la habitación de arriba – dijo sarcástico

¿Yo? ¿Yo estaba inconsciente? Bueno, ya no, pero ¿antes sí?

-Es mi novia – aclaró entre dientes.

Todos los dolores se me quitaron de golpe. Quise bajar las escaleras corriendo para lanzarme a él.

- ¿Tu novia?

Escuche como Cristina se reía sarcástica. Hice una mueca al escuchar su español trabado, casi que lo había olvidado.

-Sí, mi novia. Y ahórrate esa risa porque para esta altura ya deberías de saber que me importa una mierda todo: el dinero, mi imagen, lo que la gente pueda opinar sobre mí, ese estúpido contrato y, por, sobre todo, tú.

Hice fuerza para ponerme de pie. Jorge estaba increíblemente sacado y, aunque estaba diciendo lo que en realidad pensaba, todo iba a jugarle en contra. Me sobresalte cuando una mano se poso en mi cintura y me ayudo a pararme. Giré mi rostro para encontrarme con Michael que llevaba varios minutos a mi lado. Me hizo un gesto para que no dijera una palabra y asentí obedeciéndolo.

-Voy a bajar para calmarlo – explicó en un susurro. Me miró por un buen rato, analizando cada movimiento que yo hacía -. ¿Puedes mantenerte de pie? – preguntó aun en voz baja, mientras me apoyada contra la pared.

Camino por el pasillo para abrir una puerta en silencio.

Continué escuchando mientras lo veía volver a mí, ahora con Agustín atrás.

-Abraham esta viajando hacia acá. Yo le avisé como estaba Danna – escuché la voz de Cristina. Hizo un énfasis en el "yo" -. Y quédate tranquilo, luego de que los dos hablemos con ustedes, te vas a olvidar del dinero, la gente, el contrato, de ella y de mí.

Se me detuvo el corazón.

Alcé la vista para encontrarme con los ojos de Agustín, que ahora me sostenía por ambos lados de la cintura mientras Michael bajaba los escalones rápidamente. Obvie por un segundo el hecho de que los dos sean tan considerados conmigo: Michael lo había ido a buscar para no dejarme sola ahí.

No podía concentrarme en ellos cuando estaba presenciando, por primera vez, las extorsiones de las que Jorge tanto me había hablado.

Ahí estaba, su representante, poniéndolo entre la espada y la pared una vez más. Casi prometiéndole que iba a pegarle una patada en el culo por sus actitudes.

- ¿Me estas amenazando?

Escuché que preguntó. Supe que la celebridad se estaba riendo mientras hacía un gesto sobrador. Jamás iba a bajar la guardia frente a él.

-Te estoy advirtiendo

Eso no sonó como una advertencia, amiga.

Enseguida el mundo se me vino abajo. Me había angustiado de un segundo al otro. Porque caí en la cuenta de que sí, todo era una locura. Se nos había ido del as manos. Y había solo una manera de arreglar todo.

"Dicen que en las despedidas siempre la otra persona se lleva una parte de ti"


6/6

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