Capítulo 14

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Estuvimos besándonos por un buen rato. Me perdí en alguna dimensión cuando Jorge presionó con fuerza sus dedos en mi cadera. Caminó por el lugar totalmente a oscuras como si lo conociera de memoria. Se sentó en lo que parecía ser una caja y de un ágil movimiento me subió a horcajadas a su regazo.

Mierda.

Mi falda se fue totalmente de lugar y de esta forma podía sentirlo más cerca que nunca.

Dejamos de besarnos para respirar. Gimió en mi cuello y yo pasé mis brazos por el suyo, para acercarlo más a mí y acariciar su pelo.

Nos quedamos en silencio por unos segundos.

¿Qué se suponía que debía hacer? ¿Era yo la que tenía que decir algo o...? ¿estaba esperando a qué diga algo?

-Me encantaría terminar con esto, pero no acá – dijo interrumpiendo mis pensamientos. "Bueno, no es una mala idea...". Sonrió aun en mi cuello y por un momento pensé que había hablado en voz alta -. Aunque suena tentador, no sería una buena primera vez para unos novios.

Mi piel estaba completamente erizada y odiaba que él pudiera sentirlo. Podía sentirme temblar entre sus brazos. Quise levantarme, pero no me lo permitió.

-Hey – me llamó para que lo mirase. Eso hice, aunque por primera vez con un poco de pudor. No había dicho una palabra en un largo rato, algo bastante raro en mí -. ¿Qué ocurre? – preguntó inquieto corriéndome el pelo de la cara.

Se encargó de bajar mis piernas y, luego de asegurarse de que podía mantenerme de pie, juntó su cuerpo con el mío para mirarme. ¿Por qué me trataba como si fuese una muñeca de cristal? Así no iba a sacármelo de la cabeza nunca.

-Nada – exclamé avergonzada

-No te tortures. Solo tenemos que tener cuidado y ser prudentes.

Bajé mi mirada, ¿Por qué razón naturalizaba todo?

No iba a acostarme con él. "Al menos no esta noche", pensé. No después de lo incómoda que me sentía. No debería ni haberlo besado.

Estábamos mezclando todo. Todo

¿Por qué no podríamos habernos propuesto hacer esto en serio, el primer día? No hubiera sido tan complicado si en lugar de preocuparme por la repercusión y las tapas de revista, me hubiese preocupado por empezar un relación natural y real con él.

Gustarnos, conocernos, y todo lo demás.

Ahora estaba todo increíblemente jodido y no había otros culpables.

-Salgamos de acá. Ya estoy empezando a quedarme sin aire – exclamó divertido.

No había dudas de que él se estaba divirtiendo y sólo quería un polvo más cómo los que tenía todas las noches, probablemente en ese mismo lugar, antes de que su representante y el mío empezaran con esta estúpida idea.

Me arrastró fuera del lugar porque no tenía ni ganas ni fuerzas para caminar. Saludó al tipo de la barra una vez más y cruzamos toda la discoteca para encontrar a los chicos en un estado completamente lamentablemente.

La cabeza de los dos sobre la barra. Los dos brazos de Agustín colgaban en peso muerto. Michael los tenía doblados debajo de su rostro.

-Intento limpiar mi imagen y tengo que salir con dos cuerpos de una discoteca – renegó Jorge en voz alta.

Se acercó a la barra y me hizo una seña para que lo ayudara.

No sé por qué razón, pero él se encargó de Michael, así que tuve que remolcar el cuerpo de Agustín hasta una puerta. Sólo lo seguí a Jorge. Saludó a un tipo de seguridad que nos dejaba a otro sector. Le hice una mueca para ser educada.

-¿Puedes hacerte cargo de ellos unos minutos? Voy a buscar la camioneta para entrar al garaje – preguntó llamando al ascensor.

Asentí sin entender nada. Estaba ocupada pensando que la discoteca tenía ascensor, y cochera. Solo había entendido que iba a buscar la camioneta.

Las puertas se abrieron ante nosotros y me ayudó con Agustín luego de apoyar a Michael en una pared. Marcó un número en el tablero y giró para mirarme. Todo un protector.

-No tardo.

La puerta se cerró y supe que se había ido corriendo.

Largué un suspiro y miré a mí alrededor. Nunca había visto algo tan bizarro. Los dos estaban completamente inconscientes no pude evitar largar una carcajada. Busqué mi celular y, aun riéndome nos saqué una foto.

Supe que habíamos llegado a destino por un ruido raro, pero opte por quedarme ahí dentro, ¿A dónde iba a ir con estos dos?

Tomé mi celular y no dudé en mandarle una foto a mí amiga.

"Aunque no me creas, estoy en mi mejor momento"

Bloqueé el teléfono y solté un suspiro. El mal humor se había de un segundo al otro. Para mi sorpresa, tuve una pronta respuesta:

"Con una bastaba, Danna. Espero que el guapo de la derecha sea para mí"

Miré a Agustín divertida.

"Te extraño"

Teclee rápidamente.

"Falta poco, solo unos días"

Leí rápidamente recordé. Fer tenía un viaje programado para visitarme en Madrid. Lo habíamos planeado hace semanas, desde el primer día en el pise el país.

No podía irme a Argentina con Jorge. Y al menos ahora tenía una excusa. Sonreí victoriosa y las puertas del ascensor se abrieron.

-Que sonrisa diabólica – comentó Jorge entrando.

No quería mirarlo porque estaba más lindo que nunca.

Cargó a los chicos hasta la camioneta y me acomodé en el asiento del acompañante para esperarlo.

Esto era, justamente lo que no quería que pasara: estar incómoda con él. Aunque él no parecía darse cuenta.

Salimos del lugar y los flashes nos rodearon. Jorge tomó velocidad para escapar del caos.

De un segundo al otro estábamos en una calle completamente vacía.

La fuerza que hacía con sus brazos sobre el volante era una señal de que él tampoco estaba del todo relajado. Tomé mi celular para distraerme y pretender que el tiempo pasara más rápido. Solté una carcajada apenas lo desbloqueé y vi la foto en la conversación con Fer.

Él giró el cabeza divertido.

- ¿Puedo subir esto a Instagram? – le pregunté mostrándole el celular.

-Danna, puedes hacer lo que se te dé la gana – dijo riendo.

Me tomé mi tiempo para editarla y luego publicarla en mi perfil. Escribí debajo: "A Little party never killed nobody".

Cuando levanté la vista aun riendo, me di cuenta de estábamos en la puerta de mi departamento. Mi cuerpo se relajó, en algún momento había pensado que Jorge iba a llevarme a su increíble casa.

Apago el motor y abrió su puerta. Lo observé dar la vuelta para abrir la mía. ¿Cómo podía ser atento y despreocupado a la vez?

Bajé y me miró.

- ¿Vas a poder con los dos? – pregunté para cortar la tensión, mientras señalaba el asiento trasero.

Asintió con una sonrisa en su cara y arquee una ceja. ¿es que no podía parar un segundo?

Me acerqué para dejar un beso en su mejilla. Apenas rocé su piel con mis labios, corrió su cara y tomó mi rostro con sus grandes manos.

Me estaba besando, otra vez.

Y, una vez más, no estaba haciendo nada para que no lo haga.

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