Capítulo 55 (Él)

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La cabeza me iba a explotar. Llevaba buscándola más de una hora. No la encontraba por ningún lado. Se había ido casi corriendo después de haber escuchado la mayor estupidez que pudo salir de mi boca.

Estaba jodido.

Cuando recorrí la casa entera por tercera vez, me dejé caer en el escalón más alto rendido. Se había ido, ¿con quién? No conocía a nadie. Michael y Agustín seguían abajo. No, no había chance de que haya salido de la casa.

Me puse de pie. Caminé hasta el fondo del pasillo. Escuché como la colorada le gritaba una y otra vez que le había advertido sobre esto. Me importaba una mierda lo que ella opinara sobre nosotros, sinceramente.

Abrí la puerta de mi habitación y las vi. Danna estaba acostada en la cama y Fernanda sentada sobre el borde.

-Hablando de Roma.... – ironizó la de rulos.

Opté por hacer que no estaba ahí. Me acerqué directamente a ella y la observé. Estaba casi en línea plana, sus ojos se iban hacia arriba y no soltaba el vaso ni por casualidad.

-Bueno, esta claro que ya tomaste bastante – dije sacándoselo de las manos.

-Bueno, esta claro que ya estoy grande para hacer lo que se me dé la gana.

Todas y cada una de sus consonantes se mezclaron. Revolee los ojos.

- ¿Cómo vas a dejar que se acueste en este estado? – le recrimine a Fernanda mientras agarraba a Danna de la cintura para sentarla en la cama.

Imaginarla ahogándose ebria o tragándose su propio reflujo hizo que eliminara a la colorada de mi vista una vez más.

Apenas pudo sentarse, me araño la mano con fuerza y se levantó de golpe para correr al baño. La seguí casi pisando sus talones.

-Por Dios – exclamé cuando la vi de rodillas frente al inodoro.

Me puse de cuclillas a su lado y le sostuve el pelo hacia un lado.

-Estoy bien – se apresuró a decir.

Bien borracha.

La ayudé a ponerse de pie después de unas cuantas arcadas más. Por el espejo observé como mis dos amigos se adentraban en el baño.

-Las llevo a casa – dijo Michael apenas Danna se secó la boca.

Lo mire fulminante, ¿en qué momento pensó que se me cruzaba por la cabeza dejar que Danna salga de mi casa? Y, más aun, ¿en qué momento pensó que iba a dejar que Danna salga de mi casa, con él?

-Por favor – sollozo Fernanda, que apareció de nuevo en mi mundo como por arte de magia.

Me limité a no mirarla.

-Creo que lo mejor va a ser que se quede acá – acotó Agustín.

Fernanda lo miró dudosa. Este asintió sin vueltas. Eso me recordó por que él era mi mejor amigo. Le eché una mirada llena de bronca a Michael cuando ella negó con su cabeza.

-No, lo mejor va a ser que se aleje de Jorge. Y no por esta noche, sino por un buen rato.

Me la quitó de los brazos de un tirón.

¿Qué era, exactamente, lo que le gustaba a mí amigo de esta mujer? Era linda, con la boca cerrada.

Salió del baño casi arrastrándola. El idiota de Michael las siguió.

En cuanto volví a la planta baja, la música parecía estar más fuerte que nunca. Achiné mis ojos para divisar a la gente. Ana me miró desde el sillón, con una mezcla de preocupación en el rostro. Levanté mi pulgar y se tranquilizó en el lugar.

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