capítulo V

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En las afuera del pueblo, un coche negro se adentraba en el bosque. Dentro de la cajuela un chico amordazado y atado luchaba contra las sogas que habían sido fuertemente amarradas a sus pies y manos. Se movía eufórico en un intento de tomar un poco de aire, desesperado por escapar de lo que se avecinaba.

Horas más tarde.

Las luces de la patrulla del oficial Keller alumbraban el oscuro bosque. Y ahí de pie junto a un arroyo observaba el cadáver con pudor. No es que nunca antes haya visto uno, sino que este cadáver en particular iba a traer demasiados problemas.

— ¿Quién es el desafortunado? —preguntó Eliza, su compañera.

Suspiro antes de decir: —Trevor Jones —se quitó el sombrero y se pasó una mano por la frente secando los rastros de sudor.

—Uf —la mujer negó con la cabeza — ¿Eso es un problema?

«Es más que un problema, es el caos en persona» pensó. pero en cambio dijo: —Peor que eso linda —se alejó un poco para que los peritos pudieran hacer su trabajo.

—Es un pandillero —exclamó la mujer rubia al ver el tatuaje en el antebrazo del muchacho.

Keller solo asintió. Por dentro se estaba haciendo a la idea del escándalo que se iba armar cuando Charlie se enterara de que el cuerpo que habían encontrado a las orillas del lago, era el de uno de sus lobos.

—Este es al que Nicolás golpeó en la escuela hace unos días- un tercer policía se acercó a la escena —apuesto 100 dólares a que tiene algo que ver.

—No estés tan seguro —Keller le dio un vistazo al agujero en medio de la frente del sujeto, era un disparo.

Nicolás no tenía antecedentes por uso de arma, le costaba creer que él podría haber sido. Puede que Nick sea un desastre, pero nunca había cometido un asesinato. Su expediente era larguísimo, peleas, robos, pero nada que lo pudiera encerrar por más de un año.

Y en cuanto a Charlie, él cuidaba a los suyos como si fuera el mismo, nunca asesinaría a un miembro de su pandilla.

Esto se trataba de algo más grande, alguien que había tenido las pelotas de matar a un pandillero. La intención era obvia, no había que ser tan inteligente, el asesino quería que Nicolás y Charlie se enfrentarán y su olfato de policía le decía que es justo lo que estaba por pasar.

Las noticias no tardaron en llegar a los oídos de Joaquín, Trevor estaba muerto y no por causas naturales. Lo habían matado de un tiro en la frente y habían tirado su cuerpo al costado de un arroyo, el asesino no se había esforzado por esconder el crimen.

La noticia sería como un baldazo de agua fría, Trevor era uno de los miembros más antiguos de los Lobos y aunque con Charlie no tuvieran la misma relación que con Joaquín, igual sería un golpe bajo. Era el primero en morir en 7 años.

El oficial Keller tenía una gran carga sobre los hombros, no solo porque el muerto era un pandillero, sino que la última vez que tuvo un caso con esas circunstancias había sido hace años, cuando a Dominic Draco lo encontraron muerto.

Si, era un buen policía, aunque se dejaba influenciar por las pandillas, además que tenía poca experiencia con casos de homicidio.

Pero una parte de él estaba harto de que la gente lo juzgará, que pensaran que era un corrupto, los de afuera no sabían que él tenía una familia, una hija a la cuál proteger. En muchas ocasiones recibió amenazas de muerte hacia él y su pequeña por parte de las malditas pandillas que vivían como escorias en Saranac Lake.

Cuando salió de la escuela de policía se juró a sí mismo que nunca nadie lo iba a corromper y que siempre lucharía contra el crimen, pero fue un juramento en vano ya que en ese maldito lugar la ley era menos importante que un carnicero.

Falling In Your LiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora