CAPÍTULO XV

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Mara Keller espero que su amigo se fuera para empezar con su interrogatorio.

A lo lejos visualizo la figura esbelta de la pelirroja más temperamental que había conocido en su vida y se le acercó para comenzar su cuestionario.

— ¿Y por qué rayos piensas que voy a contestar tus preguntas? —preguntó Samanta en un tono agresivo. —mejor sal de aquí rubia chupa sangre.

—Esto es una investigación policial Samanta —exclamó la rubia impidiéndole el paso —vengo en nombre de mi papá, él me pidió ayuda para acelerar la investigación.

—No me digas —Puso la palma de su mano en el brazo de Mara y la hizo a un lado, dispuesta a irse.

—Estás evadiendo la ley —insistió la chica —eso te hace sospechosa.

Samanta frenó en seco —Uf está bien —bufó la pelirroja.

— ¿Dónde estuviste la noche del 25 de enero de 2018? —preguntó sosteniendo el birome listo para anotar los datos principales en su cuaderno de notas.

—Estaba en la fiesta de aniversario de mis padres —contestó —la gente más importante del pueblo estuvo ahí —esbozó una sonrisa. — ¿Acaso no lo sabías? Ay cierto que solo eres la hija de un pobre oficial de policía.

—Si, si claro —dijo la rubia ajena a sus insultos — ¿Qué relación tenías con Trevor Jones? —esa pregunta hizo que Samanta se recargara en su casillero.

—Bueno... se me tiró un par de veces, pero no es mi tipo —contestó restándole importancia.

Una bola de fuego se instaló en el estómago de Mara. Por un lado, quería arrancarle todas y cada una de las mechas rojas que sobresalían de su cabeza, y pensó que en lo bien que se vería pelada. Pero por el otro mantuvo la calma, no quería echar todo a perder, eso le traería problemas con su padre teniendo en cuenta que él ni siquiera estaba enterado de la investigación secreta de su hija.

Una de las razones por la cual mantuvo la calma fue porque sabía que estaba mintiendo, Trevor le había contado las veces que ella se le tiró y Mara estaba segura de que él no mentía.

— ¿Tú lo mataste Samanta? —esperó la reacción de la chica, pero la pelirroja ni se inmutó.

—Obvio no — se cruzó de brazos —soy la hija del alcalde ¿por qué carajos mataría a un pobre tipo?

— ¿Y reconoces esta pulsera? —sacó el empaque transparente de la mochila, en él se podía ver la pulsera roja de hilo seco.

— ¿Quién usaría eso tan feo? —hizo cara de asco —me corto la mano antes de ponerme eso tan horrible.

—De acuerdo —suspiró la rubia. Le creía, Samanta no tenía ningún motivo sólido para querer matarlo y era obvio que la pulsera no era de su estilo, ella solo usaba pulseras de oro y plata, jamás usaría algo así.

Mientras caminaba por el pasillo, la hija del oficial, pensaba en la próxima víctima de su interrogatorio. Tenía en claro que la persona que usó esa pulsera estuvo en la escena del crimen, o al menos le podría dar información si es que estuvo en el lugar cuando mataron a Trevor, pero quería encontrarla como fuera.

Después de tanto buscar, vio a Charlie sentado en el campus junto a Leila así que se acercó y le pidió hablar a solas.

El accedió ya que estaba al tanto de su relación con Trevor y había llegado a conocer un poco a esa chica tan rara.

— ¿Qué pasó? ¿Cómo estás? —preguntó el chico de la mirada oscura notando las ojeras que la rubia tenía.

—Estoy bien... —mintió, de hecho, no se sentía nada bien, pero hacía su mejor esfuerzo —Quería preguntarte ¿dónde estuviste la noche del 25 de enero?

Charlie la miró extrañado, esa había sido la fecha en que Trevor había sido asesinado según la autopsia —estuve cerrando unos tratos en el pueblo vecino ¿A qué va la pregunta?

— ¿Hay alguna persona que pueda certificar tu coartada? —dijo ignorando por completo la pregunta del chico.

—Sí, Joaquín estuvo conmigo todo el tiempo —afirmó

— ¿Reconoces esta pulsera? —sacó el empaque transparente de su mochila y se lo mostró.

—No tengo idea de quién mierda es, tampoco uso pulseritas por si no lo notaste -hizo una pausa para pensar —y si estás pensando que yo maté a Trevor estás muy equivocada —dijo encabronado. Charlie se alejó a las gradas nuevamente con Leila dejando a Mara con un millón de preguntas.

Estaba a punto de descartar su segundo sospechoso, solo tenía que hablar con Joaquín. El tema era que no estaba segura de cómo reaccionaría ante su cuestionario puesto que solía ser un poco odioso cuando se trataba de preguntas.

Se dirigió al pasillo y casualmente se encontró con Joaquín. — ¡Joaquín espera! —gritó la rubia.

El hombre se detuvo y la observó, se veía tan decidida que no pudo evitar hablar con ella: —Si, ¿Qué necesitas? —preguntó de mala gana. Él estaba buscando a Charlie y ella le estaba robando su tiempo.

—Charlie me dijo que el día que mataron a Trevor estaba cerrando un trato en el pueblo de al lado ¿Es verdad? —interrogó sin rodeos.

Joaquín se sorprendió un poco por su pregunta. —Si, es verdad —el tono cortante de su voz le dio a entender a la rubia que no tenía planeado darle más información. Mara quiso seguir preguntando, pero el detuvo —escucha Sherlock, mejor no hagas tantas preguntas o te pueden romper las piernas.

—Okey —se vio algo abrumada ante las palabras de Joaquín.

Se quedó de pie en medio del pasillo viendo cómo ese chico desaparecía de su vista. Pensó que esos chicos en serio tenían un mal genio, nada que ver a su Trevor que siempre estaba de buen humor.

Kevin apareció de la nada enterrando sus dedos en las costillas de la chica, logrando que esta pegue un salto. —Hola, cara de bola —chilló.

— ¡Kevin por dios! —Mara le dio un empujón.

—Se hace tarde para la hora de física y el entrenador nos va a matar. No pienso correr 30 vueltas por tu culpa, no otra vez —dijo el chico de ojos azules.

Kevin la agarró del brazo y la arrastró por el pasillo hasta llegar al vestidor, Ignorando por completo las quejas de su amiga, solo pensó que le estaba devolviendo un favor ya que ella es la que siempre lo arrastra

—Espera, necesito ir al baño —dijo la rubia — ¿Puedes dejar mis cosas en el vestuario? Porfis.

Kevin agarró las mochilas, las guardó en el casillero del gimnasio y luego se fue olvidando poner el candado al casillero de Mara, estaba a punto de salir del lugar cuando lo recordó.

Cuando estaba llegando al locker pudo sentir unos pasos, por lo que se acercó sigiloso, ahí pudo ver a Sharpey William revisando el casillero de su mejor amiga.

Cuando estaba llegando al locker pudo sentir unos pasos, por lo que se acercó sigiloso, ahí pudo ver a Sharpey William revisando el casillero de su mejor amiga

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                 Samanta.

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