El oficial Keller se encontraba dentro de esa cabaña desganada, la misma que habían descubierto Mara y Kevin semanas atrás. Después de todas las pistas que su hija le había dado de su investigación, decidió poner manos a la obra.
Tenía que admitir que estaba un poco receloso por el hecho de que Mara siendo una adolescente había conseguido más pruebas que él siendo un policía experimentado. Pensó que su hija podría ser una buena detective, pero esperaba que en realidad escogiera una carrera que no pusiera en peligro su vida.
Lo que había pasado con esos dos tipos que golpearon a Mara, lo había asustado. Se sintió frustrado al notar que el siendo parte de la ley no pudo proteger a su niña, pero por otro lado se sentía tranquilo al saber que Nick, después de haberle salvado la vida estaba protegiéndola. Se sentía contento porque ese chico parecía tomar las riendas de su vida de una vez por todas.
Desde que habían hecho una tregua entre pandillas ya no había llamados al 911 por disturbios o porque algún chico fue cruelmente lastimado. Eso le sacaba una gran carga de encima y así podía concentrarse al 100% en descubrir quién había sido el asesino de Trevor Jones de una vez por todas.
—Huele asqueroso. —Eliza arrugó la nariz —Huele como a...— no pudo terminar su oración.
—Muerte. — interrumpió Keller con la mirada fija en la enorme mancha de sangre que había en el suelo.
Observó con atención la silla de madera que estaba tirada a un costado y las cuerdas que había debajo. Supuso que ahí fue donde lo tenían atado, tal vez para torturarlo cruelmente.
—Si bueno, — interrumpió Max con cara de asco. —los forenses están afuera.
Keller siguió mirando el lugar mientras los demás se concentraban en lo suyo.
Después de un rato salió a la parte de afuera a revisar, fue donde vio algo que le llamó la atención.
En una parte la tierra estaba removida como si hubieran hecho un pozo y después lo volvieron a tapar. No se veía tan profundo así que el oficial comenzó apartar la tierra con las manos hasta que sintió algo duro y frío.
Era una caja de metal, trabada con un pequeño candado.
Cuando logró abrirla se sorprendió al ver una pistola cubierta de tierra.
Una sonrisa se plantó en su rostro al darse cuenta de que en sus manos tenía el arma homicida. A simple vista estaba claro que el asesino no era tan experto ni precavido como pensaba.
Gracias a eso podía darse cuenta de que el homicida solo era un novato qué tal vez nunca había herido a nadie, muchos menos matar, pero ¿Qué motivos tendría entonces? Tal vez había sido un crimen de odio contra un pandillero o una venganza personal. Todo lo que tenía hasta ahora eran hipótesis, al menos hasta que las pruebas forenses llegaran.
Después de una larga jornada de trabajo volvía a su casa sintiéndose alegre por haber avanzado en la investigación, también tenía en cuenta que era gracias a Mara quien había ido de metida.
Abrió la puerta de su casa y sus ojos se posaron en Nick quien tenía el brazo cruzado por encima de los hombros de su hija, brazo que apartó cuando cruzó la puerta. Sintió una sensación desagradable al no sentirse preparado para ver a su hijita en brazos de otro hombre.
Se había preparado mentalmente por 17 años, pero ahora que veía a ese joven tan cerca de ella tiró todo eso por la borda. No se sentía preparado en ningún sentido posible, no quería que le roben a su bebé.
Desde hacía tres años que solo eran Mara y él, ya que su esposa se fue del pueblo por trabajo. Después de un tiempo le llegó el pedido de divorcio, resulta que esposa se había puesto de novia con una compañera de trabajo, que para su sorpresa era mujer. El no opuso resistencia, sabía que su relación no daba para más y alargar el divorcio solo le traería problemas.
Mara por otro lado se sentía feliz porque su mamá se había vuelto a enamorar, pero no quería irse de Saranac Lake, así que se quedó bajo el cargo de su papa.
— ¿Qué hacen? — preguntó Keller dándole una mala mirada Nick.
—Conversando. — contestó la rubia conteniendo la sonrisa, a decir verdad, le causaba gracia la cara de su papá.
—Ya veo. — contestó colgando su sombrero en el perchero.
Nick se puso de pie y le dio una mirada a la chica —Debería irme.
Mara solo asintió dándole a entender que se fuera, el chico de ojos verdes se acercó a ella y plantó un beso en sus labios.
Esa acción descolocó por completo a Keller, quien ahora tenía los ojos abiertos como platos y una expresión demasiado graciosa.
—Nos vemos luego. —la rubia le regaló una cálida sonrisa.
—Es todo tuyo. — susurró Nicolás refiriéndose a su padre quien aún estaba en shock. La rubia sólo rodó los ojos.
No, absolutamente no, no estaba preparado para eso. Su hija había besado a Nick, ¿Cómo era eso posible? Y ¿En qué momento? Un padre podía prepararse para muchas cosas, pero no para que otro hombre quisiera adueñarse de su nena. No es que le vaya a prohibir tener novio ni nada por el estilo, ya que conociendo a Mara eso sería como declararle la guerra. Sólo que le llevaría tiempo hacerse a la idea.
— ¿Nick y tú? — preguntó él, aunque sabía la respuesta. La rubia solo asintió con la cabeza. —Dios. —se sentó en el sillón como queriendo recuperar el aliento. —Esto que te voy preguntar es algo embarazoso, pero ¿Se están cuidando?
Mara abrió los ojos como platos —Papa no por favor, no. —por supuesto que no estaba preparada para esa conversación con su padre, de ninguna manera.
—Mara son jóvenes y a su edad las hormonas van a mil por hora, no me gustaría que un día me digas que estás embarazada, no sin antes empezar a vivir tu vida. — habló Keller con aire filosófico.
—hable de esto con mamá cuando era chica. —dijo Mara en un intento de terminar con la conversación.
—No tenías novio cuando eras chica. —suspiró.
—Papá soy una persona responsable, De ninguna manera metería la pata de esa forma. —le dio una sonrisa. —Igual admiro tus buenas intenciones.
—Por el amor de dios, ese Nicolás quiere matarme de un infarto. —río —Se quiere robar a mi pequeñita.
—Ay papá ya estoy grande. —rodó los ojos y se contuvo de decirle lo que en verdad quería «ya estoy grande y tengo pelos hasta en el papo»
—Si ya lo creo. —sonrió.
Su hija estaba grande, era verdad, había llevado a cabo una investigación de homicidio y había llegado más lejos que él.
Sólo la miró por un rato anhelando que fuera otra vez la nenita de papá.
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Falling In Your Lies
Mystery / ThrillerSaranac Lake, un pueblo infestado por la violencia de dos pandillas enfrentadas a muerte y una chica dispuesta a cambiarlo todo. Tú, ¿De qué lado estás?